miércoles, 12 de mayo de 2010

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA:Chifladuras en la superpotencia


Mientras el planeta salta de una crisis a otra, y los gobiernos de los países más poderosos y las multinacionales parecen distraídos frente a la magnitud de los problemas que afrontamos, siempre aparece algún cretino de campeonato que exalta todo lo mal que estamos como un estado de plenitud y echa la culpa –a los que no pueden defenderse– de lo que él, fanático e ignorante, considera los males de este mundo. El político, escritor y periodista republicano Pat Buchanan estará siempre presente en el inmenso podio que reúne a las estrellas del cretinismo. Sus desafortunadas observaciones han logrado una nueva cumbre de la estupidez al afirmar que “Estados Unidos debe hacer más fuerte la cruzada por la liberación de Norteamérica de las hordas bárbaras de hambrientos extranjeros portadores de enfermedades exóticas”. La idea, de por sí perversa, prejuiciosa, infantil, despiadada, etnocentrista, racista y absurda, no merece otro comentario que los calificativos –insuficientes todos ellos– que acabo de escribir. Este Buchanan es parte de los grupos de extrema derecha estadounidenses cuyas ideas invitarían a Hitler, si viviese, a enrolarse en sus filas. Pertenece al movimiento tradicionalista de la Iglesia Católica, que en los Estados Unidos ostenta un triste récord en materia de abusos pedófilos, y asiste a la Misa Tridentina en latín en Saint Mary, Mary of God Church en Washington, todos los domingos y fiestas de guardar. ¿Pensará este clon fallido de ser humano que la pedofilia es una enfermedad importada “por las hordas bárbaras de extranjeros hambrientos”? Quizá. En el mundo del fanatismo religioso y político todo es posible.

Ya en 1993, Buchanan, que fue candidato a la Presidencia de EE.UU. por el Partido Reformado, dijo en un discurso donde atacaba el multiculturalismo: “Nuestra cultura es superior porque la religión es el cristianismo, y esa es la verdad que hace al hombre libre”. Y agregó que “al rechazar los dogmas y la teología cristiana, el mundo occidental avanza hacia un futuro oscuro…”, y que si los políticos no defienden el orden moral arraigado en el Antiguo y el Nuevo Testamento y en el 'derecho natural’, la sociedad “se enfrentará a una 'caída libre permanente’ que importa más que los problemas económicos y políticos”.

Estas citas no son creencia exclusiva de Pat Buchanan y, aunque poco racionales, pueden ser aceptadas como una percepción del mundo. Lo dramático es que estas percepciones lleven a expresiones racistas e infundadas como las que citamos al principio de esta nota. Se revive allí la noción de 'pueblo elegido’ que, a pesar de ser una idea que subyace en el fondo de todas las culturas es, en manos de fanáticos con poder –como es el caso de Pat Buchanan–, un arma muy peligrosa, sobre todo en tiempos de globalización.

Si nos dejamos seducir por nuestras percepciones sin cotejarlas con la realidad y la visión del otro, corremos el riesgo de acelerar la hecatombe que parece esperarnos. Buchanan ignora, por supuesto, esos matices.

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