martes, 22 de octubre de 2019

Loco, descorazonado,pero con un alfajor.


“Todos estamos abordando ese vehículo que es el planeta tierra. Algunos vivimos el viaje con entusiasmo, otros con cierta incertidumbre y algunos convencidos que las cosas no pueden estar peor”
"Cada historia es única. Algunos dicen que cada historia es de exportación porque puede ser de lección para quienes aún tienen mucho por vivir. Si es así, cada experiencia personal podría servir  para nuevas generaciones, solo si sabemos como transmitirlas"
Estoy a punto de cumplir un sueño, siempre he querido correr en una Maratón, no sé si haré un digno papel, si siquiera llegare entre los del grupo de la mitad, pero quiero correr ese número de kilómetros y comprobar que todo lo que me motivo a cumplir mi sueño por fin encontró respuesta en mí. Mis padres me aconsejan que no participe en esa carrera, porque estoy un poco subido de peso, además que no soy ya un jovencito. También me recuerdan que aún no ha pasado ni 5 meses de mi recuperación de un accidente en el hombro que sufrí a fines del año pasado. Clínicamente ya estoy hace tiempo apto para seguir con mi vida, y lo siento así, por eso ya llevo casi 3 meses saliendo regularmente a parque a trotar y luego a correr, me siento bien. Claro que debo de cuidarme en medio de todas mis ganas por hacer toda clase de ejercicios, hago de todo un poco y de acuerdo a mi edad. Recuerdo que cuando estaba en el colegio jamás corrí siquiera 20 metros, hoy estoy a pocas horas de concursar y ya llevo más de 15 kilómetros de longitud recorrida en estos 7 días de preparación. Estoy seguro será una gran experiencia. Además, no voy a correr solo, un amigo de muchos años también lo hará, ambos nos inscribimos para esta aventura y hemos prometido cuidarnos el uno al otro y dar aviso a la familia en caso salgamos afectados en medio del reto. Pero es difícil que suceda lo peor, estamos bien físicamente y yo después del accidente que sufrí me he vuelto más mesurado y jamás exigiría a mi cuerpo a algo que no pueda resistir.
Mi amigo me lleva diez años de edad, pero corre muchos años más que yo y no representa la edad que tiene. Él se aferra a la vida y la vida se aferra a ponerle las cosas difíciles. Estuve entrenando solo, pero era hora de hacerlo con mi compañero. En verdad, ya había corrido mucho por la mañana, pero igual nos encontraríamos y era  casi seguro que yo no correría, pero era bueno reunirnos  en el centro comercial y antes de todo, como siempre, empezar a mirar a las chicas lindas que caminan por ahí   y sonreírles. Aunque una vez mas no tuvimos suerte, algún día será que nos liguen, siempre la vida te da sorpresas, como canta el maestro Blades. Disfrutamos del momento mientras planeábamos los últimos detalles de la carrera.

Volviendo a casa, dentro del ómnibus, sabía que tenía poderosas razones para escribirle a ella, para contarle de mi historia de kilómetros recorridos. Ella era mi inspiración, la chica que me gustaba aunque yo no estaba seguro si le gustaba a ella. No tenía duda que yo calmaría la desesperación del tráfico, a esas horas de Lima, leyendo las líneas que me escribiría como respuesta a alguna broma u ocurrencia mía. Pero esa noche estaba destinada para que sucedan muchas cosas, pero como siempre mi mente estaba preparada para que de 3 de ellas, 3 acaben conmigo. Al final esa conversación no fue buena, yo tuve que sacarle palabras con cuchara de la boca o mejor dicho ganas a sus dedos para que teclee el teléfono de donde escribía. En esa conversación a veces yo me sentía un verdadero desconocido para ella, pues demoraba en contestarme o no lo hacía. Prácticamente al no estar conversando con nadie y sospechar que no era el momento ni jamás seria de contarle lo mío, pues no le importaría, le escribí que le deseaba suerte, una buena noche de viernes y le mentí que ya me estaba llamando para cenar. Me contesto con dos palabra: “ciao, cuídate” ¿Fue un error escribirle? No me dijo nada, pero me sentí humillado, pero me lo busque, no escribiré absolutamente nada. Yo mismo siempre escojo o busco cargar la cruz más pesada.
En aquel centro comercial con mi amigo de muchos años y ahora compañero de maratones, en medio de todas esas averiguaciones por esas coloridas y costosas zapatillas, supe recordar un lugar donde preparan muy buenos alfajores, aquella pastelería donde mama a mi hermana y a mí nos compraba tantos dulces de harina. Salí inmediatamente a comprar alfajores, olvidando que en casa todos estaban a dieta, incluyéndome yo, sobre todo por la maratón que estaba  a punto de correr.Pague por tres, lucían muy bien, era las mejores, de gran calidad. Como un tesoro hice que me lo envuelvan y en una bolsa lo lleve camino a casa. Fue así  que el alfajor hizo su aparición ante el fracaso de esa conversación con aquella chica y además ante la preocupación  que no tenía los kilos apropiados  como para correr  aquella Maratón ,pero igual lo iba a hacer porque me hacía feliz. Como en una obra de teatro, el héroe tenía que cobrar vida; y ese era el alfajor que se convirtió en el protagonista y me hizo feliz mientras lo disgustaba junto a mis padres en casa, en aquella noche, donde ya no había ninguna evidencia de que la había pasado mal unas horas antes.
Después de todo, era un loco al querer correr esa maratón y pensar en ganarla. Pero hacer lo que me gusta hace tiempo no iba a ser dañino porque yo sabía que en el momento de la verdad correría de acuerdo a lo que mi físico me permitiera, cuidando mi corazón que si lo tenía conmigo, a pesar que por unas horas anduve descorazonado.


pAnChItO