sábado, 30 de noviembre de 2019

Celeste era el Cielo


La nostalgia del ayer propicia cierto estado de ánimo, cierta preocupación. Una disconformidad y posible frustración salta por ahí entre tantas cosas por vivir en la actualidad. Siempre me recuerdo de todo, no olvido nada, sobre todo si eso pudo tener un final feliz. El Cielo era celeste y el fuerte invierno había desaparecido, parecía que venían cosas mejores. Pero parecía que yo no quería esperar por ese momento, me aleje, quise esperar otras oportunidades nunca llegaron. Jamás volví a ver tan lindo paisaje a mi alrededor’
Me había saludado de una manera muy fría cuando nos cruzamos por la
Plaza principal de la ciudad. Cuando regresaba de hacer sus compras en el supermercado no volvimos cruzar y me ofrecí a ayudarla con los paquetes de los víveres, que traía en ambas manos, a lo que ella se negó de una manera poco amistosa. Era definitivo que no quería nada conmigo, que estaba cansada de que este detrás de ella por una oportunidad o por lo que Dios decida.  Quería darle un beso de despedida- a pesar que odio las despedidas-, sentía que solo despidiéndome de ella podría dejar atrás esa historia de amor, aunque de amor no correspondido. Cuando le conté que por la tarde me iba a Lima, me miro y trato de descifrar si en mi mirada encontraba sinceridad, si en verdad era así o lo decía para poder estamparle un beso en la mejilla. No sé por qué, pero ella concluyo que yo partiría, era seguro ya no nos volveríamos a ver, entonces olvido toda la frialdad, que me mostró hasta ese momento, y dejo los paquetes que llevaba en cada brazo para abrazarme. Se cumplían mis deseos, me dio beso en la mejilla. Se llama Celeste y aunque me cueste, debo de aceptar que aun cuando la recuerdo me dan ganas de volver a viajar hacia donde ella esta. La conocí la primera tarde que salí a pasear por la Plaza Central de la ciudad donde nació mi abuela, y en la cual estaba yo trabajando por esos días. Era una mañana soleada, el clima muy bonito, más aún fue cuando ella paso por delante de la banca donde estaba yo sentado. Me impresiono, era muy guapa, la seguí, se dirigía al supermercado, la espere afuera, un par de policías, que cuidaban las agencias bancarias del lugar, se alertaron de mí, pero luego comprobaron que solo quería conocer a la chica más linda de la ciudad. La aborde, le pregunte como se llama y lejos de ser mal educada conmigo- cosa que hubiera estado justificada-, me respondió de una manera amable: me llamo Celeste. Quería llegar a ser su amigo, pues todo lo demás caería por su propio peso. Esa noche salí a pasear por la ciudad, presentí que la volvería a ver, busque un lugar donde cenar, me moría de hambre, entre a un restaurante donde  sonaba una canción de “The Corrs” .Fue impresionante cuando llego, me observo de lejos, no oculto que me había visto, dejo que la abordara. Parecía que nos comunicábamos mentalmente, seguro había afinidad entre nosotros, ¿por qué llego al mismo lugar donde yo fui? Le invite un café, se rehusó al principio, pero parece que le caí bien, que mi insistencia sana reflejaba que solo quería ser su amigo, así que nos tomamos un par de tazas de café con sus respectivos pasteles, luego nos despedimos. La acompañe hasta la esquina de su casa, vivía cerca a el hotel de mi tía, donde yo me hospedaba. Me eche a dormir pensando que la chica más linda acababa de compartir mesa conmigo. Amanecí y sentí que tenía suerte por haberla podido conocer, por conversar con ella. Pero las cosas empezaron a cambiar, así como el clima de la ciudad, que de un cielo de Sol radiante empezó a transformarse en un frío día nublado y luego lluvioso. Iba a  salir de esa ciudad, entonces concluí que no valía la pena seguir pensando en ella, sin embargo no quería quedar como una un hombre rencoroso;sentí que debía decirle verdad: "mi contrato de trabajo acababa de vencer, mis prácticas profesionales habían culminado" .Ya no había nada por hacer ahí, lo mejor sería volver a casa después de mucho tiempo. Faltaban un par de horas para salir de viaje, preferí estar en mi habitación para terminar de preparar mis cosas. A punto de partir, nos encontramos, me dijo que no me olvide de llamarla. Sabía que todo era un gesto diplomático, que ella al igual que yo sabiamos que perderíamos todo contacto. Me despedí de mi tía, primos y demás familia. Camino al terminal de buses observe la cuidad, recordé de lo lindo que hablaba mi abuela de ahí, algo que estaba comprobando por mi mismo. Ya viajando en el ómnibus hacia Lima, quise buscar en mi agenda el nombre de una canción que apunte ahí un día mientras trabajaba y uno de mis colegas me dijo como se llamaba esa melodía. Al buscar la bendita agenda no la encontré en mi maleta, la había olvidado en la mesa de noche de mi habitación. En realidad no tenía cosas muy importantes ahí, además de que mi tía la guardaría hasta cuando yo vuelva a ir por allá. Pero recordé que ahí estaban los números telefónicos de Celeste, pero pensé que en realidad   por dignidad nunca la pensaba llamar. Antes de abrigarme dentro del ómnibus y acomodar mi cabeza sobre la almohada,   sentí que era muy buen idea la del destino de haber hecho que me olvide dicha agenda en esa ciudad. No tenía caso seguir en contacto, algo nos distanciaba. Vi cierta tranquilidad en su rostro cuando me despedí de ella. Supe que a veces el cielo brilla, se tiñe de celeste, es un disfrute para la vista y una esperanza para la vida. Pero muchas veces tanta maravilla no nos pertenece. Han pasado ya 11 años de eso y aun no he vuelto a esa ciudad, no he sabido nada de mi agenda ,menos de ella.



pAnChItO