viernes, 3 de junio de 2016

NO ENCONTRÉ LO QUE BUSCABA

Llegué a Lima en un amanecer, de día domingo, de un mes del año que paso. El  cielo todavía  lucia oscuro cuando recogía mis maletas y me apuraba por salir  y coger el primer taxi que me lleve a casa. Tenía la alegría de volver a ver a mis padres, del saber que volvería a estar con ellos por una buena temporada y, al fin, del poder hacer muchas cosas que estaban pendientes en casa y en mi ciudad. Estaba contento de volver a casa, eso era lo importante, lo que le daba sentido a esa llegada. Por Fenómenos Naturales, el verano, en Lima, se había prolongado y cuando llegue, aun pude  gozar del Sol, el cual siempre fue la inspiración para crear, para hacer arte y para pensar que conocería a alguien muy especial. Fue así que  en esos días me invadió un presentimiento, que en mi ciudad, Lima, conocería a quien había buscado por tanto tiempo. Seria por fin  ‘La Mujer de mi Vida’. El hallazgo de aquella desconocida persona  me había sido esquiva aquí, en mi ciudad, y  en todas las ciudades en  donde viví en los últimos 5 años. Pero un día  sucedió lo inesperado  para mí: en una situación bastante inusual y rara, conocí a una chica espectacular; no solo lo digo solo por su aspecto físico, sino por quién es y  por lo que demostraba que llevaba en su corazón, con solo el hablar y sonreír. Al verla, la identifique como aquella persona que hace mucho tiempo aparecía en mis sueños y en mis mejores fantasías. En ese momento  reflexione del por qué Dios hace las cosas, y de  su confabulación con el destino para que  yo este de vuelta  en mi ciudad de origen; por lo que  concluí que esa indefinida visita a Lima era para conocerla, para verla por fin, y  para pensar en hacer todo lo posible por  tenerla por siempre conmigo. Desde ese momento los  días ya no fueron los mismos, cada uno de ellos empezaba con un motivo para sonreír y terminaban con un verdadero motivo para echarse a dormir tranquilo y pensando que ya todo estaba por resolverse. Hace tiempo no había sentido por nadie lo que sentía por aquella muchacha. Tampoco me importaba si yo para ella era el ideal, solo me bastaba con decirme que con lo que a mí respecta: yo era para ella. Hace mucho tiempo que  no veía a alguien con quien deseaba pasar todo el resto de mi vida y dejar de lado a la Soledad, que muchas veces me pareció ser  la perfecta compañía. Los nervios que tuve en mis días  de adolescente, cuando conocía a una nueva chica y temblaba por conquistarla y declararle mi amor, habían regresado con fuerza. No quería quedarme sin ella, ni quería luchar por su amor y al final fracasar en el intento.  Recuerdo que en una noche, en medio del parque, por los ánimos  por el creer que podría conquistarla, grite: ¡Que me importa el mundo si ella al final será mía! Fui optimista, algo raro e mí, pero el amor hacia milagros y me había hecho cambiar de parecer en cuanto a eso. Había pasado muchas veces por esta situación, en donde creí haber encontrado la mujer ideal, pero  nunca se concretaban las cosas, y debo de reconocer que todo ha sido  por mi responsabilidad. Se dice que  uno siempre aprende de las malas experiencias, pero yo no aprendí de ellas. Hoy, después de todos estos meses de haber batallado en una lucha ya perdida y, por ende, mi desgaste en vano, creo que perdí la tranquilidad que poseía antes de conocerla. Ahora sé que existe una mujer diferente a las demás, la cual no será para mí; lo cual me hace daño, una vez más.
Paralelamente a esta situación, durante todo este tiempo, aparecieron otras chicas  que me ilusionaban y me indicaban  que aquí, en Lima, de todas maneras, conocería a la persona que siempre anduve buscando.
En estos meses en casa: los almuerzos y cenas junto a mis padres fueron los  mejores momentos que he pasado; ya que siempre sospechaba que en poco tiempo, en esa misma  mesa, también nos acompañaría esa persona que ya estaba rondando por mi vida, y que tenía que estar junto a mí.
Entre tantas cosas que pensaba,  al fin creía que vería esa  sonrisa de tranquilidad en el rostro de papa; ya que por muchos años él  espera que mi situación se resuelve en ese aspecto de la vida. No había tiempo para más, los días corrían y yo sabía que esto se acababa y  todo debería de  definirse en un abrir  y cerrar de ojos. Pero un día  el sol se apagó y los días y noches se volvieron más frías. El invierno había llegado, y con ello aparecían las primeras dudas de  que si todo se cumpliría, tal como lo había pensado cuando llegue a esta ciudad, mi cuidad. No estaba autorizado por mi conciencia para el  rendirme tan pronto. Entonces, decidí que el clima de invierno  no terminaría con mi ilusión; por lo que yo  continuaría de pie en esta batalla que no la veía del todo favorable para mí. La chica a quien había conocido, solo una semana luego de haber llegado a la ciudad, aún mantenía contacto conmigo, pero esto no me indicaba que ella también tenía cierto interés por mí. La poca  simpatía que  ella tenía hacia mí parecía desaparecer con el correr de los días. Yo había puesto  todas las cartas sobre la mesa y seguí insistiendo hasta que llegó el momento más difícil de todo esto: ella me empezó a evitar y  ya  no contestaba a mis llamadas. Parecía que el castillo que construí de puras ilusiones se empezaba a derrumbar.
El día de mi cumpleaños, a pesar que perdiendo la dignidad le comunique cuando era la fecha, no recibí ninguna llamada o un mensaje de saludo por parte de ella. En ese momento y después de tantas cosas, pocas felices, que habían sucedido entre nosotros,  comprendí que esa batalla ya estaba perdida y que, aunque me cueste, debía iniciar el retiro; pues tarde o temprano terminaría del todo derrotado y con el ánimo y las fuerzas por los  suelos. Las otras chicas, a quienes conocí durante este tiempo, también  mostraron un comportamiento evasivo hacia mí. Ellas no querían ya seguir en contacto conmigo, inventaban miles de pretextos para evitar el salir juntos. Debí  de comprender que por aquí no estaba la persona  con quien siempre he soñado. Estaba  más confundido que nunca. Si no son ellas las chicas que podrían corresponderme, ya que en algún momento de mi vida me sonrieron, aceptaron mis piropos y me siguieron la corriente a mis intentos poco disimulados de tener algún tipo de relación con ella, ¿Quién podrían ser? Desanimado del todo y consciente que me traicionaron tantas falsas esperanzas, que yo mismo deje crecer en mí, decidí descansar por un buen tiempo y ya no molestarlas. Hoy por la mañana, recibí la llamada de un directivo de una de las empresas, en donde labore hace algunos años. Se  había recordado  de mí y me dijo que mi perfil encajaba para un nuevo proyecto que tenía en la puerta del horno. Para esto debía volver a mudarme a aquella ciudad, en donde radique por casi 2 años. No la pase mal ahí: me fue bien en el trabajo, en  la comida y en  el costo de vida; aunque tampoco ahí pude encontrar a quien buscaba. Lima siempre será una ciudad especial para mí, una de mis predilectas para vivir; aquí nací y  pase la mayoría de años de mi vida, pero es hora de empacar maletas: “hay  trabajo allá afuera”. Debo de ser sincero, estaba   a  la espera de un nuevo empleo con la misma remuneración, que me pagaran allá afuera,  pero con  el plus de que será aquí, en mi ciudad .Pero dado todo lo que me ha  sucedido con todas esas desilusiones y principalmente con aquella chica que conocí apenas llegue a Lima, y  de la cual me enamore perdidamente, he aceptado volver a instalarme muy lejos de aquí. Quizá es una oportunidad que me da el destino para alejarme de ella, porque al estar  yo en Lima y el saber que nunca será mía, me entristece. Amo a mis padres y no olvidare esta temporada que he pasado con ellos. Felizmente ambos siempre apoyaron la carrera que elegí, y lo que implica del trabajar lejos de aquí. Hoy debo de salir de nuevo. Por más que quiera mentir y me diga una y otra vez que estoy contento de volver a salir a trabajar fuera, sé que ella aún se aloja en mi mente, y desde ahora ya  siento la  tristeza por estar lejos de esta ciudad, donde ella vive. Aun no entiendo al destino: me trajo aquí para encontrar al amor de mi vida-según yo- ,  y hoy  me vuelve a dar la señal que debo de irme porque  sufro por aquella chica que vive aquí y nunca será mía. De repente a quien yo  no entiendo es a mí mismo. No sé por qué motivo siempre me suceden estas cosas. Lo único que sé es que  esta vez  me voy por un solo motivo: “Aquí  no encontré lo que buscaba”


pAnChItO.