martes, 25 de mayo de 2010

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA : Antanas Mockus o la fiesta verde


La primera vez que escuché hablar de él, comenté por radio que iba a ser difícil olvidarlo porque tenía un nombre muy pegajoso. Y luego se habló, y mucho, de este filósofo y matemático, devenido alcalde de Bogotá, por el extraordinario trabajo que desplegó en su ciudad. Hoy es candidato a la Presidencia de Colombia, y el oficialismo, que hasta hace poco confiaba ciegamente en el triunfo de Santos –su candidato–, comienza a mostrarse preocupado. A tal extremo que el presidente Uribe, quien antes condecoró a Mockus por su eficacia al lograr rebajar sustancialmente los índices de homicidios y violencia en la capital, dice ahora que descuidó la seguridad durante sus dos mandatos de alcalde. “Uribe no solo miente y se contradice, sino que incurre en delito. La Constitución colombiana le prohíbe hacer propaganda política en campaña electoral”, señala el periodista Restrepo. El ex corresponsal de Televisión Española en Bogotá recalca que “no es ningún disparate pensar que a Uribe le espera en lontananza el banquillo de los acusados por los crímenes y desafueros cometidos por su gobierno”. Para colmo, el alcalde más exitoso de la historia de la ciudad de Bogotá tendrá, como compañero de fórmula, a Sergio Fajardo, también matemático y también exitoso y querido alcalde, en este caso de la ciudad de Medellín.

Según el corresponsal Joaquim Ibarz, “defender las instituciones y combatir la ilegalidad es la propuesta política más importante que se ha hecho en Colombia en los últimos treinta años; ninguna otra iniciativa sería tan beneficiosa para la vida de los ciudadanos. El fenómeno Mockus permite pensar que la supuesta altísima popularidad de Uribe, que desde hace años le daban todas las encuestas, pudo estar hinchada desde el propio poder; los sondeos de estas semanas evidencian que muchos colombianos sienten que el país no marcha bien y que es el momento de enderezar el rumbo”. Las elecciones se realizarán el próximo 30 de mayo, y todo indica que el Partido Verde –que encabeza Mockus– podría pasar a la segunda vuelta e, incluso, ser ganador en la primera.

Suponemos que el nerviosismo de Uribe habrá contagiado al Departamento de Estado de Estados Unidos que, desde hace años, y practicando una distracción que ya es clásica en ellos cuando de socios se trata, se ha hecho de la vista gorda frente a las numerosas violaciones a los derechos humanos que apuntan, con sólidos fundamentos, hacia la actual administración colombiana.

Uribe se juega mucho en estas elecciones y, entre otras cosas, su propia libertad. Podría sucederle lo mismo que a Fujimori o algo peor, pues “en Colombia son más de dos mil los jóvenes inocentes muertos a sangre fría por el Ejército, a los que luego les colocaban uniformes de guerrilleros para hacerlos pasar por terroristas”, como se lee en un informe. Sin esa historia de violencia interna que permite obviar desaciertos y atropellos, Uribe difícilmente hubiera completado sus mandatos. El 30 de mayo, Mockus puede recordárselo a Colombia y a América Latina.

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