domingo, 12 de abril de 2020

CUANDO YA NADA SERA IGUAL


Y hasta que un día la vida nos dijo que ya era hora de estar en casa, de estar con los nuestros, de hacer un alto para tomarse un descanso; porque ya muchos años venimos viviendo en un mundo agitado, donde no dábamos ventaja para nada y tampoco, quienes estaban a nuestro  alrededor no las daban. Este momento, que estamos viviendo, es irrepetible, pues casi todos estamos en una para general: en nuestros hogares, apenas saliendo para comprar lo necesario, y cuando lo hacemos observamos las calles, plazas, parques y avenidas vacías; todos esos lugares hasta hace poco transitables, puntos de reunión. Nos embarga la tristeza, la preocupación y también la alegría. Tenemos, en verdad, sentimientos encontrados. Hace tiempo necesitábamos un receso, no solo por el bien de nosotros, sino también para el bien de la naturaleza, especialmente de la diversidad de la vida. Pero quizá no lo deseábamos de la manera inesperada como llego. Este es el momento, no habrá otro, para estar en casa con la familia, haciendo las cosas más simples durante el día: contemplando cada detalle en el hogar, y las costumbres aquí, que pensábamos ya las habíamos perdido. Estamos cara a cara con la esencia de nosotros, con aquello donde pertenecemos. Estamos también utilizando nuestro tiempo de ocio para hacer aquellas cosas que estaban pendientes hace mucho tiempo en casa; e incluso, para no hacer nada. Todas alternativas válidas. En todos los casos estamos disfrutando de un momento que malo que bueno es nuestro. No sabemos con certeza si faltan pocos días o muchos más para que este forzado descanso se termine, lo que sí sabemos es que en medio de la incertidumbre de lo que sucederá - también en materia económica- tenemos que conservar la calma y tomar en cuenta que esto no solo nos está sucediendo a nosotros, sino al resto del mundo. Hoy observamos que en todo el planeta compartimos la misma tristeza y estamos llorando por el mismo motivo: familiares y amigos en estado de gravedad, o quizás algo peor para con ellos. Es una pesadilla para gobernantes de todo mundo toda esta situación, y para nosotros también, pues no se trata de algo que sucede en determinados países, se trata de todo nuestro planeta. Todo esto nos deja una enseñanza: la vida es una sola y hay que vivir sin postergar nada, sobre todo si se trata de demostrar amor por nosotros mismos y por quienes decimos amar; además de solidaridad y respeto por los demás. Para quienes no lo sabían-algo raro-, hoy ya conocemos que este mundo está hecho es de injusticias y de miserias. Qué bueno que muchos estamos creyendo   que, si salimos de esta tragedia, ya no debemos ser los mismos, sino mejores personas, empezando por quienes dirigen el mundo. La mejor distribución económica quizá sea la promesa que se debe de cumplir ante ese ser superior-sea de cualquier religión que creamos-, que ojalá y acepte darnos una nueva oportunidad para regresar casi, casi a la normalidad. Aunque todos sabemos que nada volverá a ser como antes.

Planeta, cúrate, por favor…Pues creo que todos ya entendimos la lección y nos estamos empezando a curar, aunque sea de a poquitos



pAnChItO.