miércoles, 5 de mayo de 2010

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA:Informar críticamente o cambiar de rubro


Si las respuestas a un accidente como el que acaba de protagonizar la British Petroleum (BP) están enfocadas exclusivamente en resolver el desastre generado, estamos ante un grave problema. Si no somos capaces de poner la misma energía en preguntarnos por qué se producen estos accidentes y en adoptar una postura crítica que no esté supeditada a los intereses en juego, estamos condenados a repetir la historia. Hoy, no lo duden, existe más el mismo empeño en minimizar los hechos que en resolver el drama. Lo descomunal del acontecimiento no permite, por ahora, taparlo con un dedo, pero vendrá el tiempo en que solo será un registro histórico con escasos señalamientos sobre la responsabilidad de sus autores. Vean si no lo que ocurrió con el huracán 'Katrina’ y cómo los relatos ocultan, piadosamente, el comportamiento canalla de la camarilla del entonces presidente Bush y las grandes empresas inmobiliarias. Se atrevieron a decir, vía un congresista, que Dios había hecho lo que ellos no se habían animado a hacer. La acción divina era destruir los predios donde se alojaba la población más pobre de la ciudad. Ante acontecimientos como el que hoy mancha de negro las costas de Louisiana, nuestro papel como prensa no es, naturalmente, defender un potencial cliente publicitario, sino insistir para que los organismos técnicos competentes evalúen la viabilidad medioambiental de cualquier proyecto que pueda afectar la vida y el equilibrio sobre el planeta. Y, en el caso del 'Katrina’, el rol es desnudar los intereses que aún no han permitido que mucha gente regrese a sus hogares y la desidia gubernamental que permitió el deterioro de las eventuales defensas que habría podido oponer la ciudad de Nueva Orleans. Si esa actitud de testigos de nuestro tiempo es supeditada a intereses materiales, nuestro trabajo habrá perdido definitivamente el sentido para el que fue creado o el que le supimos dar cuando comprendimos el peso que tiene informar adecuada y críticamente a la opinión pública.

Hoy escucho decir que desde los medios es poco lo que se puede cambiar. Por poco que sea, nuestra obligación sigue siendo la misma. Alienar ordenando mentiras para que todo siga como está es la cara opuesta a la responsabilidad que hemos asumido. El cuarto poder –que la prensa debe representar– deja de ser tal cuando no se ejerce. Y se convierte en una prostituta, con perdón de las mismas, cuando se ejerce para defender otros intereses que no sean los de informar críticamente. Podemos equivocarnos, pero lo que no podemos hacer es vendernos o asociarnos con grupos de poder económico o político. Ese maridaje eclipsa, como pecado moral y social, al mismísimo incesto.

Sugiero a los estudiantes de Ciencias de la Comunicación que aprovechen la desgracia del accidente de la BP para seguir el hilo de la noticia hasta que esta desaparezca de las primeras planas. Luego escarben, escarben y escarben hasta saber quiénes realmente pagaron pato en este caso concreto del imparable carnaval de la irresponsabilidad humana que ha generado la sociedad actual.

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