sábado, 6 de febrero de 2016

APRENDICES DE LA VIDA

Sentía que la vida me era esquiva. Todo era un desastre porque veía una combinación de malos eventos en mí día a día; y a todo esto se sumaba un dolor de estómago que de seguro era producto de la preocupación y la ansiedad de que las cosas mejoren. Aunque debo de reconocer que siempre he cometido el error del comer un montón y en desorden. Con aquella dolencia física y mi dolencia en el alma trato de sobrevivir día a día y en las tardes, la situación  es peor: es ahí donde empiezan a morir todas las posibilidades en que las cosas mejoren. Otro día se terminara sin ninguna novedad.
Después de tanto tiempo en esta situación, he empezado a sobrellevar las cosas de la mejor manera, pero hay momentos en que me siento mal y trato de envolver en esto a alguien o a muchos, para así  poder arremeter contra ellos. Es cuando empiezo a cuestionar  a todas aquellas chicas que nunca me habían hecho caso y rechazaron  el tener alguna relación seria conmigo;  ya que creo que si alguna ellas estarían a mi lado en estos momentos, las cosas serían más llevaderas; porque vería en su rostros tanto amor y tanta esperanza en que las cosas mejorarían. Pero como yo soy un hombre que cree mucho en el destino y en los designios de Dios, al final  acepto todo lo  que me sucede, incluyendo la falta de compañía para estos malos ratos.  No me queda otra que repetirme una y otra vez la frase: “Por algo suceden las cosas”. Y es cuando acepto que  con nadie debo de desquitarme por lo que no  sale como yo quiero.
Lo que más me molesta de todo esto es  que esta historia se volverá a repetir el día de  mañana y yo volveré a maldecir al destino para luego aceptarlo y terminar hablando con la luna, antes de acostarme, en  que un día las cosas cambiaran. Después de todo, ya lo sé: “El destino es caprichoso”.
Ya he vivido mucho de esto y sé que hay cosas que no puedo cambiarlas, pero aprendí de ellas. ¡Quizá algo valioso en medio de todo! Hoy ya se lo que debo de hacer y lo que no debo de hacer para la próxima vez en que me encuentre en una mejor posición en esta autopista, la cual es la vida, en la que aún  no encuentro algún vehículo que me quiera movilizar  hacia el lugar deseado. Debo de reconocer que esta sorpresa que me preparado el destino no me la esperaba, por eso de mi enfado en demasía. Fue un error de mi parte en pensar que todo lo que uno consigue en la vida es seguro y duradero. Otra enseñanza que jamás olvidare.
Cuando las cosas empezaron a verse más complicadas y sin solución, reconozco que tuve que bajar el rostro, pero luego me di cuenta que no había cometido ningún delito, y esto le puede suceder a cualquiera. No me fue tan fácil el comprender que no debía perder el brillo de los ojos a pesar que las cosas no andaban bien, y sin fecha de que estas mejoren; hasta el día de hoy todo sigue igual, pero yo hago mi mayor esfuerzo para no dejar de sonreír.
En todo ese proceso de aceptar las cosas como son, era inevitable el desear haber sido el otro, ese quien siempre soñé ser  y no quien soy, pues pensaba que por ser así, no conseguía lo que quería; o más bien, no buscaba nuevas alternativas para mejorar. Siempre lo he tenido claro: yo soy un soñador que gusta de vivir escribiendo todos los días y con la idea de que un día las cosas que se me vienen a la mente se volverán realidad. Pero también, acepto la realidad: "me aferro a la tierra, por lo que siempre que salgo a volar, nunca desato la cuerda que me ata al piso". Sin embargo, muchas veces me alejo bastante de lo real, como hace algunos días en que imaginaba que en este nuevo año estaré  presente en la Feria del Libro de mi ciudad  presentando mi Opera Prima, firmando autógrafos y departiendo cafés con grandes escritores. Pero no puede ser así, porque  lo mío es otra cosa y  el  tiempo que invertiría en tanto arte  crearía un conflicto con mi verdadera profesión. A estas alturas de la vida ya sé que no puedo perderme en el camino, que las cosas ya están marcadas en la vida de cada uno, y es mejor seguir aquella ruta que nos trazó el destino y Dios. Muchas  actividades pueden acelerar los latidos de mi  corazón, pero yo sé que lo mío va por otro lado. Al final, uno entiende que la vida es una cuestión de descifrar las cosas que nos suceden, esas evidencias que marcan las oportunidades que debemos de aprovechar. Yo fui  un descuidado en todo aspecto de mi vida académica y laboral,pues nunca supe que era lo bueno para mí, ni  lo que en verdad era importante para mantenerme en lucha. Hoy  las cosas ya están hechas, no hay vuelta que darle, pero, al menos, he aprendido un poco a descifrar las cosas. Hay días en que me despierto como el hombre más feliz de la tierra, eso me preocupa porque yo creo que nadie es feliz del todo, sino  la vida ya no tendría sentido. Además, en los últimos meses no he tenido motivos verdaderos como para amanecer con tanto entusiasmo, pero es buen síntoma que uno amanezca así. Otras veces me levantaba  con la moral por los suelos, con una sensación que nada mejorara y que yo voy de mal en peor. Pero como he vivido muchos años y he ganado experiencia, me pongo a pensar que las  cosas no pueden ser tan malas del todo. Muchas veces me sentí derrotado, perdí la ilusión porque las cosas mejoren, pero siempre me cuide de no mostrar aquella imagen. Hoy ya no tengo que ocultar nada, pues no me siento derrotado ni he dejado de creer que vendrán mejores momentos. E inclusive, en las relaciones afectivas cada día descubro motivos para no preocuparme ¿Por qué extrañar a alguien quien nunca estuvo aquí? La vida es así, las cosas suceden porque tienen que suceder. Uno conoce a muchas personas, tiene interés por ellas,pero llega un momento en que uno debe de expresar sus sentimientos,y ello no implica que la otra persona sienta lo mismo. Es un   alivio en haber tentado suerte con alguien, en haber expresado tus sentimientos y el haber sonreído por un posible resultado positivo con ella.
 Si, en general, las cosas no cambiaran para bien, yo  podría hacer algo para cambiar en cierto punto todo esto. Eso sí, sin  dejar de lado el tener paciencia, porque  la vida es la misma que estaba escrita para cada uno y  las cosas se presentan cuando les toca presentarse: “ni antes, ni después”. Si habrá que mejorar, mejorare.No me sentiré mal por lo que sucede o lo que no sucede. Sé que no debo de recrear tanto el destino, que nunca viene mal un poco de realismo y eso sí, nunca ausentar de mi rostro la sonrisa. Soy y seré la misma persona, suceda lo que suceda. Yo seguiré aprendiendo de la vida; porque  lo  mejor que he aprendido de todo esto es que todos seremos siempre  unos aprendices de la vida.


pAnChItO.