domingo, 11 de agosto de 2019

CASI UN ESCRITOR


Hace casi 1 mes, a raíz que estaba por empezar la Feria del Libro en Lima, un grupo de estudiantes de literatura, de una Universidad particular, me contactaron para hacerme algunas preguntas como parte de un trabajo sobre este evento. Debo de reconocer que me entusiasmo la idea y me alegro que jóvenes estudiantes en letras se interesan en lo que escribo y sobretodo me vean como un escritor, pues así me llamaron. “Pronto lo seré” –les respondí a manera de no afirmar aun que lo soy y dentro de mi saber que puede o no que lo sea.  Accedí a reunirme con ellos y me dije a mi mismo que sería lo más sincero posible en mis respuestas. Llegando al restaurante, donde me citaron para la entrevista, los encontré con una grabadora de voz y todos con sus libretas de apuntes. Yo estaba algo nervioso, pero dispuesto a empezar la entrevista. Pensé que serían muchas las preguntas que me harían, que sería un cuestionario que pondría a prueba toda la experiencia de mi vida profesional. No estaba muy seguro de ser un gran periodista o escritor, pero si estaba seguro que podría decirles algo o muchas cosas de utilidad. Eran 2 chicas y 3 chicos, muy jóvenes todos, pero con mucho interés en su profesión y por ende en lo que podían aprender de mí. Sonaba bien eso. Eran tan aplicados que me intimidaban de solo ver como preparaban esa entrevista delante de mí. Yo estaba aprendiendo mucho de ellos y a cambio debía de darles las mejores respuestas a aquellos jóvenes ávidos de conocimientos. Yo quería contribuir en algo a su trabajo de investigación, a su vida profesional y quizá a ellos como personas. Como decía líneas arriba, debía de contestarle todos sus preguntas con sinceridad- eso incluye decirle que no sé cuándo sea así y  averiguarlo, investigarlo y ponerme en contacto con ellos cuando tenga la respuesta; quizá para discutirlo, porque de seguro ellos ya tendrían la respuesta para ese entonces-. Sin más preámbulo empezó la entrevista y de las pocas preguntas que me hicieron, definitivamente esta fue la mejor: ¿A un escritor lo podemos conocer como persona por lo que escribe? Mientras miraba si ya llegaban las empanadas y los jugos surtidos de frutas, que habíamos pedido, les dije que era una excelente pregunta y aunque nunca me la habían hecho anteriormente, tenía el 99% de la respuesta conmigo. Ya con los pedidos en la mesa y luego de darle el primer sorbo al jugo de papaya y naranja, mientras también exprimía el limón sobre mi empanada de carne, les dije que creía que un futuro escritor empieza a escribir por el gusto de hacerlo, por el gusto de expresar algo que nos molesta, que nos duele en el alma o nos enfurece, y también por lo que nos pone contentos. Paralelamente, un escritor también es un lector empedernido que anda detrás de información, del entretenimiento, además que su cerebro se vuelve una esponja que absorbe todo vocabulario, técnica y demás de como escriben los autores que está leyendo. El escritor es consciente de que mucho de lo que calla, o mejor dicho lo que no escribe, le seguirá dando vueltas a la cabeza, persiguiéndolo constantemente hasta que sentirá que no puede   ir en contra de sus   principios al querer escaparse de la realidad en sus escrituras y termina contándolo en muchas líneas . Muchos soñamos con ser escritores y siempre en nuestro día a día encontramos la materia prima para seguir con este oficio. Podemos escribir sobre lo que nos sucede o sucede a nuestro alrededor, algún acontecimiento sorprendente o extraño y  siempre expresamos ,muchas veces, inconscientemente lo que pensamos; siempre  tratando de no manchar honras, ni dejar heridos con ese lápiz que muchas veces puede ser más peligroso que un puñal. Eso sí, para escribir algo o llegar a ser escritores debemos de ser lo más exigentes que podamos con nosotros mismos a la hora de escribir, porque puede que muchos que se estén iniciando en la lectura al leernos toman nuestro modelo de escribir como referencia para crear su propio estilo. Las empanadas y los jugos ya estaban por la mitad y pensé que había tardado mucho en darles una clara respuesta. Concluí que a un escritor se le podía conocer en gran parte por lo que escribe, porque quien escribe cuentos, novelas o columnas de opinión no puede escapar de sí mismo, inclusive aquellos que siempre cuentan algo que alguien les contó o le dijo que cuenten. Algo así como un cocinero que por más que vea una receta y diga que la puede hacer al pie de la letra, siempre dejara algo de si, su propia sazón, su característica; lo que de seguro será del gusto del comensal, la razón que los harán volver a ese lugar para seguir consumiendo ese plato. Cuando termine de hablar, no sabía si había dejado satisfechos a los 5 estudiantes que estaban enfrente de mí. Ya no había más preguntas, la entrevista había terminado. En sus rostros note que deje el mensaje, que me pude expresar de la manera más correcta. Estábamos a punto de despedirnos cuando una de las chicas abrió su computadora portátil y en unos segundos me mostró en la pantalla una de mis últimas columnas que había escrito y me dijo, con una sonrisa: “ya sé quién es el protagonista de estas líneas”. Me puse colorado, les dije que ya conocían al personaje. Entre todas nuestras carcajadas, yo sentía que había contribuido mucho con ellos al aceptar que me entrevisten. Llego el momento de la foto, todos sonrientes, casi como lo que ya éramos: amigos. Les pedí me hagan llegar una copia del trabajo para tenerla de recuerdo y me retire diciéndoles, con una pícara sonrisa, que si en una de mis próximas columnas creían aparecer uno de ellos o todos, era pura coincidencia. El solo pensar que esta experiencia me había dejado mucho de que escribir me llenaba de adrenalina. Felizmente siempre llevaba conmigo mi libreta de apuntes. Saliendo del restaurante ellos se iban hacia su facultad universitaria y yo a mi hogar para seguir escribiendo. Mientras iba camino al paradero, para tomar el bus, sentí que no era descabellado empezar a ser un escritor en todo el sentido de la palabra. Sabía que tomando ese bus llegaría a casa para ponerme a escribir. Ya estaba en camino a ser un escritor.



pAnChIto