domingo, 8 de noviembre de 2020

Gordito pero feliz.

 

"Sí.Desde antes de la pandemia venía comiendo un montón, ya había subido varios kilos de peso y en los exámenes médicos del trabajo me sugirieron acudir a un nutricionista para que me ayude a recuperar mi peso normal. Luego vinieron esos días de confinamiento en casa, ningún especialista en la materia   atendía, todos estaban prohibidos de trabajar. Esos días estuve entre comiendo -en posición horizontal-, leyendo, viendo la tv, escuchando música y durmiendo más de lo normal. Creo que la depresión por el futuro incierto, pues estaba a punto de quedar desempleado, contribuyó a todo ese desorden alimenticio. El único ejercicio que hacía-ya que estaba prohibido el salir trotar al parque, que es lo que desde hace años práctico- era el hacer a diario los quehaceres de limpieza en casa, subiendo y bajando las escaleras de un piso a otro. Hoy estoy gordo, esa es la verdad, lo reconozco, aunque agradezco a mis familiares y amigos de opinar-cuando se los pregunto-que estoy un poco 'gordito’. Simplemente estoy gordo. Los años no pasan por gusto, no sé si será esto una forma de justificar mis kilos demás o el adelantarme a que es poco lo que yo pueda hacer para lucir tan delgado como cuando era un joven de veinte y pico años”

 

 Si se habla de que el amor nace de dos personas que se llevan bien, que se tienen simpatía, y de que a pesar de tener puntos de vistas distintos y personalidades distintas coinciden en mucho: nosotros si  éramos el uno para el otro. Entonces, ¿por qué ella y yo no terminamos siendo pareja? Desde que la vi sabía que un día iba a terminar enamorándome de ella, no lo podía evitar porque desde ese momento me gustó mucho. En aquella oportunidad aún era ella muy joven, por lo que yo preferí esperar un poco más de tiempo para dar el siguiente paso. Yo la vi hacerse una mujer en el día a día, observándola sin mirada maliciosa, pero embrujado por su belleza. Me alegro que me dijera que se sentía muy bien a mi lado, que la pasaba de lo mejor. Es bastante la diferencia de edad entre nosotros, pero cuando me decidí a conquistarla ella ya era mayor de edad, así que no tendría que luchar contra ningún prejuicio en la vida. Caminamos mucho por la ciudad, sonreímos bastante, y nos acompañamos madrugadas enteras-vía el teléfono o la red- en aquellas noches en que no podíamos dormir. Hablábamos de todo hasta que en un momento uno de nosotros caía rendido por el sueño. Nuestra primera Navidad fue fantástica, la pasamos entusiasmados buscando árboles propios de la fecha con sus respectivos adornos, ya que a ella le gustaba armarlos, y yo era observándola e imaginándome que algún día ella lo haría en nuestro hogar. Pasamos también momentos tristes, ambos con problemas familiares, pero entre los dos supimos apoyarnos y superar todo eso. La magia se terminó hace ya varios meses, cuando empezaron a aparecer amigos o admiradores de ella. En ese momento yo sentía que debía apurarme y dar el golpe final, ése de oficializar lo muestro. Pero ya estábamos en épocas de pandemia, empezó el aislamiento en casa y aunque la comunicación vía la red fue continua entre ambos al principio, después no sé qué pasó, dejamos de comunicarnos. Yo le escribía, ella leía mis mensajes y no los respondía. Quería saber que sucedía, y me di cuenta que no tenía la suficiente confianza o agallas para preguntárselo.

 Wilmer es un amigo de mucho tiempo, nos conocimos hace ya 20 años en un curso de idiomas, importante para nuestras respectivas carreras. Wilmer estaba chiflado, y yo también, por eso creo que nos hicimos grandes amigos. Nunca perdimos el contacto, y fue así que hace un par de años salimos a buscar a todas nuestras antiguas amigas. Nosotros muy optimistas pensando que después de 10 años ellas no se habían comprometido o casado. Recuerdo recorrimos la ciudad buscándolas en sus domicilios, pero ya no vivían ahí, se habían mudado a sus respectivos nuevos hogares. Desde esa vez no volvimos a encontrarnos, creí fue un fracaso salir con él a buscar chicas del pasado, y peor aún el querer conocer nuevas. Wilmer por fin logro montar su consultorio propio, él es veterinario, e insistió en que vaya a la inauguración pues a pesar de la pandemia, cumpliendo todos los protocolos de bioseguridad, realizaría la inauguración del local. Yo no podía faltar, acepte ir. Ese día entre sus primeros clientes estaba una chica a quien yo conocía de vista, pues era amiga de la chica de quién hablo en este relato. Estaba claro que ella no me conocía, y si me había visto alguna vez, ya no me recordaba pues no me saludo; terminando la reunión le mencioné a Wilmer que la conocía, pero que no se sienta comprometido en hacerle un trato especial. Le pedí no le comentará nada para que todo continuará igual. A él le había enseñado fotos de la chica que me gustaba, mientras caminábamos por ahí.  Wilmer me llamo hace unas noches para contarme que la chica que me gusta llego acompañando a su amiga a su consultorio. Él las atendió normalmente, como se lo pedí. Me contó que mientras revisaba al gato de una de ellas, ambas hablaron del chico que le gustaba a la chica que a mí me gustaba, y fue en ese momento cuando su amiga le pregunto por mí; pues, aunque no me conocía personalmente, sabía de mi existencia y de esa relación no definida que hubo entre su bella amiga y yo. La chica que me gusta le respondió muy tranquilamente: “A él lo quiero como a un familiar, no confundo las cosas, él es divertido, me quiere mucho, pero es mayor que yo. Además, no es atractivo y también está muy gordito. Pero a pesar de todo lo quiero como a un tío o padrino” Me sorprendió lo que me conto Wilmer, pero no tenía por qué mentir, debía yo de aceptar que todo era cierto, que así ella pensaba de mí. Volvimos a salir con Wilmer   un sábado por la noche, esa vez estuvimos caminada cerca de la casa de la chica que me gustaba, y de la que venía a descubrir que yo no le gustaba, nos detuvimos casi enfrente de su casa, para después escondernos detrás de unos arbustos y observar   que llegó su admirador y ahora hombre afortunado. Ella salió contenta, lo tomo de la mano y fueron a comprar cerca de ahí para después regresar a la casa. Era alto, joven, algo atlético, y casi de su edad de ella. Esa edad en que para las chicas es muy importante el aspecto físico, más allá de valorar los sentimientos. Muy, muy importante, es el físico para ella-concluimos Elmer y yo- Luego nos fuimos a resolver el problema, pero el problema de mi tristeza, y lejos de averiguar para inscribirnos en un gimnasio, nos compramos un par empanadas de carne, dos para cada uno, con nuestras respectivas bebidas gaseosas…como quién desea seguir engordando. Hoy volví de descanso a mi cuidad y acudí al examen médico anual del trabajo, y me han recomendado hacer dieta estricta. He decidido empezar a hacer la dieta por mi salud y por mi trabajo también, ya que la edad me lo suplica. Pero no lo hare por mi cuenta, lo voy a hacer con la guía de un nutricionista. Decidido a realizar el tratamiento aborde un taxi para dirigirme a la clínica de nutrición,ya en  el vehículo, el chófer escuchaba en la radioemisora el tema ‘40 y 20’. Me sonroje al escuchar la letra de la canción, me identificaba con esa historia. Wilmer me llamo y me comento que sus emprendimientos empresariales continuaban, que pronto junto a su madre inauguraría un puesto de comida rápida: prepararían salchipapas, hamburguesas, alitas fritas y enchiladas. Me pidió una sugerencia para nombrar al negocio; le dije sonriendo;bautiza tu negocio como ‘El gordito bueno y feliz’. Ambos reímos sin parar y acordamos que volviendo de mi próximo viaje de trabajo iríamos a visitar a unas colegas suyas.


pAnChItO