martes, 23 de enero de 2018

EL CALOR ENCIENDE

El calor enciende el día, pero también enciende los ánimos de las personas para bien o para mal. Hoy en Lima amaneció con un sol fuerte y el calor parece que puede  aumentar. No voy a decir que me muero de calor, pero si se nota que es verano.  No es un verano intenso, las cosas están dentro de la normalidad, pero he observado comportamientos extraños en las personas que están a mí alrededor, y en mí mismo, algunos para bien y otros para mal. Creo que mi actitud para esta temporada no está del todo mal, aunque dejo que me juzgue el lector.
Con un día soleado desde muy temprano, parece que todo pinta para bien. Da la impresión que entre la luz del Sol y un pequeño viento, propio de las primeras horas del día, todos se desplazaran por las calles con alegría, intercambiando sonrisas, sobre todos los chicos con las chicas y habrán muchos motivos para ser feliz. Hasta este momento a todos nos gusta el verano. En mi casa, hace ya algunos días, están haciendo algunas unas refacciones en el último piso. Una de ellas consiste en levantar una pared que colinda con la casa del costado, en la cual habitan antiguos vecinos, quienes guardan una amistad de años con papa y mama, además que sus hijos con mi hermana y yo también nos conocemos desde pequeños. El último fin de año, luego de las doce, ambas familias nos confundimos entre abrazos y buenos deseos. Yo que me conozco con todos los chicos y chicas contemporáneos conmigo de esa familia-como lo decía-, aproveche la oportunidad para saludar a una de las chicas, a quien quiero, como solo ella lo sabe, por lo que esa vez, después de mucho tiempo, le pude estampar un beso en la mejilla, que para mí es inolvidable. Entonces parecía que todos andaba bien entre los vecinos; pero sucedió algo inesperado en los primeros días del año: el albañil y los trabajadores que levantan aquella pared, quienes también son del barrio, donde vivimos, y papa y mama los conocen desde pequeños, al igual que también lo hacen mis susodichos vecinos, parece no se percataron que al picar una columna antigua en la pared, esta soltaría desmonte que caería directo a la lavandería de la casa vecina.  Fue cuando unos de los miembros de la casa pego un grito, que mama escucho hasta la sala. Él se dirigía al albañil, un contemporáneo suyo y mío de pichangas futbolísticas, de cuando todos andábamos por los 10 años de edad o hasta menos. Si sigues picando sin cuidado, seguirá cayendo todo ese material a mi lavandería, y podrías lastimar a alguien que está tendiendo ahí, y yo te voy a demandar... ‘ctm’-dijo el muy enfurecido- Todos nos quedamos atónitos, desde el albañil hasta los vecinos de casas más allá, quienes escucharon tamañas advertencias. No lo podía creer, viejos amigos discutían, el amenazaba con demandarlos, pero   miraba desafiantemente a nosotros- mama y papa -, pues en realidad, si demandaría a alguien, seria a mis padres, quienes son los dueños de la propiedad. En ese momento salía de su casa, ubicada enfrente, el abogado de la cuadra, quien es también un vecino antiguo del barrio. Por los rostros de todos quienes estábamos ahí, yo estaba seguro que muchos pensábamos lo mismo: el seria contratado por el vecino para entablarnos una demanda. En fin, un silencio se apodero del ambiente y el mal momento parece que no paso a mayores. No falto alguien, por ahí, que dijo que todo de seguro era producto del calor, y por tanto no se volvería a repetir. Aunque sospecho, por la mirada del vecino abogado, que a alguien le hubiese convenido que la demanda se haga realidad. El  calor seguía haciendo de las suyas, y en esta oportunidad me volví yo una víctima de este .Mi nueva vecina, en realidad es así, porque hace no más de 4 años que se casó con un vecino de toda la vida ,por lo que se mudó a vivir aquí, sale a   pasear  todas la mañanas al parque  con sus mascotas, y  yo  que acostumbro a ir al mismo parque a trotar y a veces a correr-si así el físico lo permite-, por lo que  coincido con ella en el camino e intercambiamos saludos  para encontrarnos otra vez en el  parque y volver a saludarnos, aunque siempre de lejos.  Yo que pensaba que mi vecino, un muchacho tranquilo y callado como yo, y también con poca suerte con las mujeres, siempre andaría solo en la vida; pero hoy es considerado como un ganador por todos los varones del barrio, ya que  pensamos que está casado con una de las mujeres más lindas de la zona. No puedo resistirme más, simplemente, ella es una belleza de mujer, y por ese motivo no me importa el saludarla una y otra vez, así deje en evidencia que me vuelve loco. El calor de esta temporada me permite verla en el parque usando escotes, faldas o shorts cortos que le hacen resaltar sus bien formadas piernas, algo que enciende mis ganas de abrazarla y soñar que un día será mi pareja. Yo sé que es imposible que todo eso suceda, pero eso solo pasa por mi mente y me convierte, en cierta forma, en un mal vecino y en un felón, aunque todo nunca se lleve a cabo, pues soy un hombre inofensivo y que ya hace un buen tiempo aprendió a atar bien los pies sobre la tierra, y también el evitar problemas.
Por último, un vecino algo mayor de años que yo, hace algunos días ha aparecido con una mascota, un perro grande y que, como todos los perros, gusta de meterse a los jardines de los vecinos para hacer sus necesidades fisiológicas, que por naturaleza también lo hacemos todos. Muchas veces, mama nos ha contado que ha sorprendido a esta mascota queriéndose meter al jardín que tenemos fuera de casa, pero ella oportunamente lo ha espantado, y este se ha ido a los jardines de otros vecinos para generosamente dejar un recuerdo ahí. Hoy por la mañana, como terminando de poner la cuota de no muy pequeñas discusiones entre vecinos, el perro cruzo al jardín de una vecina, quien vive a la vuelta de casa; no sabemos cómo ella supo que ese perro  fue quien destruyo su jardín sacando todo el gras con sus patas, luego de mear y defecar. Quizá ella estaba detrás de su ventana y observo todo. En fin, cuando mi vecino, dueño de la mascota, compraba en la bodega de la esquina, y su perro lo esperaba en la puerta, todo escuchamos  una voz que venía de la vuelta y  que le increpaba que no  meta  más a  su perro para que malogre el jardín .El vecino, quien ha vivido aquí desde hace muchos años y conoce de años a aquella vecina, salió de la bodega , se paró con firmeza  y dijo estas palabras que  a muchos nos dejó  sorprendidos y algo asustados por el tono amenazador : “¡Calla tu bocaza! No te consta que mi perro ha ensuciado tu jardín.  Voy a meter de verdad a mi perro a tu jardín para que ensucie y ahí puedas hablar con razón. ¡Déjenme tranquilo!, a mí todos me quieren hacer carga montón cuando hay muchos perros en esta zona que se meten a los jardines. ¡No me jodan, por favor!”
El vecino, como mucho de nosotros, también fue víctima del calor. Ese calor que no solo enciende los ánimos, sino también las pasiones que uno pueden llevar dentro, como me sucedió a mí. Hasta ahora no se si este golpe de calor, que me afecto, puede ser más peligroso y deplorable que el insultar o amenazar a un vecino.



pAnChItO.