miércoles, 26 de septiembre de 2018

ESTADOS DE ANIMO


Francisco todavía no podía ser capaz de manejar su estado de ánimo, parece que el sentimiento de fracaso, de culpa y de que algo que faltaba en su vida, seguía apoderándose de su ser cada cierto tiempo. Lo que podía ser un simple traspié para cualquiera, aceptable y superable, era para él lo peor que le podía suceder en la vida y a veces no veía la solución para eso; y en esos momentos se sentía como que ya no vivía, solo respiraba. Con ese estado de ánimo le costaba salir a la calle, continuar con sus planes y ser productivo en su trabajo u oficio. Felizmente que ese tipo de depresión no era frecuente ni tampoco era algo duradero, ya que de un momento a otro él volvía a encontrar las ganas de vivir y aceptaba que algunos errores lo llevaban a estar en una mala situación, pero enmendando estos las cosas podrían mejorar. De repente se hacía necesario que Francisco requiera de ayuda psicológica, pues si bien esa depresión no lo venía hundiendo del todo ni tampoco le hacía pensar en desaparecer del mundo, ese sentimiento lo inmovilizaba en un día cualquiera y lo convertía en un hombre perdido en el sentido vivir y sin ganas de hacer nada. Los motivos que a Francisco lo deprimían eran tontos, pero comprensibles. Sin ser psicólogo uno podía entender que él siempre quiso vivir una vida que no vivió y no vivirá porque los designios de Dios siempre saben llevarnos por caminos distintos. Francisco no recordaba bien quien fue la primera mujer que lo rechazo, quizá fue en el colegio, pero si recordaba quien lo hizo cuando era ya un adulto. Fue una chica a quien conocía de vista en la universidad, coincidían al tomar el mismo bus cuando ambos salían de estudiar. El día que Francisco, después de mucho tiempo, se armó de valor y le hablo, ella fue cortante, y cuando le insistió, ella le dijo que tenía enamorado, que no la moleste. Era lógico que no podía hacerle caso-si era verdad que ya tenía pareja- , pero a Francisco esto le pareció el fin del mundo, creía que no encontraría una chica como ella en su vida. Siempre eran los días viernes que ambos tenían los mismos horarios y salían al mismo paradero para tomar el bus, y él planeaba tantas cosas para los dos, pero al final no sucedió nada entre ellos. Luego Francisco fue conociendo a otras mujeres y cometió los mismos errores, pues hizo evidente su interés por ellas, y así algunas se aprovecharon de ese interés    para obtener favores, otras terminaron espantándose y alejándose definitivamente de él.  Una semana antes del último cuadro depresivo que experimento Francisco, vivió otra vez el rechazo de una mujer. No vale la pena el entrar en detalles, solo decir que volvió a cometer los mismos errores y la cosa fue simple, nada para alarmarse ni esconderse para toda la vida: fue una vez más  rechazado. Lo que muchas veces ha sido un pequeño traspié para cualquiera, para Francisco ha significado el fin del mundo; quizá porque está buscando al ‘amor de su vida’ o mejor dicho a alguien que este a su costado sin importar si ella siente también lo mismo por él. También tiene algunos problemas económicos, como muchos, que no son para alarmarse, pero los ve más grande de lo que son. No le ha pedido dinero a nadie, aun le alcanza para sobrevivir unos meses más, mientras encuentra un empleo, pero él cree que así como está la situación le será imposible mantener una familia. Si se le tuviera que reprochar algo a Francisco, habría que empezar a hacerlo por decirle que es una persona poco decidía y eso juega en contra de su inestabilidad emocional, debe de tomar la decisión de olvidar el pasado y cambiar en cuanto a su actitud de querer conseguir lo que desea. Que se ilusiona mucho con las personas que están a su alrededor, sin conocerlas bien. Que no sabe esperar a que las cosas se concreten, desea que todo sea rápido. Y, por último, aun cree que una sonrisa de cortesía puede ser una señal de que alguien tiene interés por él. Francisco debe de conservar el buen ánimo, pues cuando le llega la depresión se siente fatal. Su niñez fue buena, sus padres le dieron mucho amor y todo lo necesario para que pueda desarrollarse, y en gran parte lo ha hecho; solo que él siente que le faltan cosas por cumplir, que son mínimas, pero las ve muy complejas como para lograrlas alcanzar. .Francisco ama el arte, escucha música y también la hace; quizás es esto es lo que lo mantiene vivo, porque más de los días está creando algo. También gusta de leer y escribir y nunca le falta un lápiz y un papel para registrar algo que le dicta su inspiración. Viéndolo desde un punto de vista exterior es sencillo: “es un hombre que por gusto se complica la vida, a todos les pasa esas cosas”. Francisco tendrá que superar sus problemas con mucha fuerza de voluntad. Es cierto que el amor es necesario en la vida de todos, y él tiene el amor de sus padres, de su hermana, de sus amigos y algún día tendrá el de su pareja. Francisco debe de entender eso. Muchos más amores podrían aparecer en el largo camino que le falta por recorrer. Francisco ha experimentado cosas buenas, y muchas, pero él prefiere quedarse pensando en las malas, en creer que no podrá superarlas .El tiempo sabe ser cruel y muchas veces se convierte en el peor del enemigo del hombre, pues pasa muy rápido y con el suele llevarse oportunidades, pero a la vez siempre nos deja enseñanzas que paradójicamente no ayudaran a evitar a que este siga jugando en contra de nosotros en el futuro. El tiempo es quien le exige a Francisco que mire lo bueno del presente y trabaje por algo mejor en el futuro. El pasado no se olvidara, pero es posible aprender a verlo como algo que ya ocurrió y no es posible dar marcha atrás para remediar errores. Francisco hoy está empezando a mirar al mundo de otra manera, de seguro como siempre hubiera tenido que mirarlo. De seguro habrá momentos en que quiera regresar al pesimismo, pero ahi estarán quienes lo quieren para ayudarlo a seguir viendo la vida con optimismo, pues hay personas que en realidad si están muy mal y no se deprimen tanto como Francisco.



pAnChItO

martes, 18 de septiembre de 2018

LA MUJER DE MI VIDA


Hoy no tengo dudas, después de tantas batallas, de donde mayormente he salido perdedor, sé que tú eres La mujer de mi vida. No sé por qué lo digo en presente; quizá porque eso sigues siendo para mí, después que he vivido tantas cosas en estos años en que te deje de ver. Sé que el destino me dice a gritos que ya no serás para mí, que ya te cansaste de esperar y decidiste, hace mucho tiempo, por olvidarme por completo .Tengo que aceptarlo, más aun cuando el año pasado que volví a esa ciudad-que lo hice principalmente por ti- y comprobé que ya existía alguien a quien amabas tanto, igual, o de repente menos de lo que me habías amado. Porque aunque se me parte el corazón y siento nostalgia, hoy me doy cuenta que me amabas un montón, quizá como nunca ninguna chica lo ha hecho y de seguro pocas lo intentaran hacer. No sabes toda la tristeza que llevo conmigo por no estar juntos. No te imaginas como me duele pensar en todos estos años perdidos en que ya hubiésemos estado junto, de seguro ya habiendo formado una familia y todo lo demás. Como me cuesta aceptar que todas estas derrotas que he vivido, en los años que nos dejamos de ver, son un castigo por como me porte contigo; que si bien no fue de ofensas ni violencia física, fue de indiferencia, de rechazo disimulado a ese amor que tenías por mí y que hoy me permitiría estar firme en la tierra, como trato de hacerlo y parece que no puedo lograrlo. Hoy vuelvo a casa, tras presenciar mi último fracaso, vi felices a dos chicas que me gustan con sus respectivas parejas. Ellas en su debida oportunidad me dijeron que no porque de seguro no sentían tanto amor por mí, como tu si lo sentías. Hoy comprobé que tú eras para mí y por tonto yo no quise ser de ti. Que persona como tú me ha querido tanto que me llamaba todas las tardes por teléfono para saber que tal había vuelto del trabajo. Que mujer como tú andando a mi lado, por las calles, en esos días de lluvia, abría su paraguas y me cubría. Recuerdo cuando me invitabas a tu habitación para ver vídeos musicales, y entre todos esos archivos tenías de mis artistas favoritos en inglés y me mirabas con interés cuando te explicaba de los orígenes de esas canciones, de que año eran y quienes estaban en los créditos. Era seguro que no te interesaba lo que te decía, que yo te parecía un melómano aburrido, pero sabias que si eso me relajaba, me escuchaba con placer. Por circunstancias, algunas vez conocí a tus padres cuando tú estabas de viaje y les cai bien, y ellos a mi también. Esa vez sentí que congeniaba con ellos, que quizá era una señal que emparentaríamos, pero ni por eso me anime dar ese primer paso. Cuando viajaba de descanso a mi cuidad, calculando que yo ya estaría tranquilo en casa, me llamabas para preguntarme como había llegado, que estaba haciendo y como estaban de salud mis padres. Eras una verdadera mujer que amaba a un hombre. Hubo noches en que se presentó la ocasión para hacer el amor; yo evite eso porque no quería hacerte aun mía, porque como idiota pensaba en otra mujer que ya tenía novio. Pero sabes, tenia deseos de hacerte mía y hoy me arrepiento de no haberlo hecho. Hoy me siento vacío, hoy me siento fatal. Hoy camino solo por las calles y al anochecer te extraño. Cuanto daría por esperar que llegue la hora para salir juntos a pasear, para llevarte de la mano y antes de morir el día los dos echados en la cama intercambiando opiniones. Estoy solo en la vida por mi culpa, de nadie más. Sospecho que Dios, el Destino y la Vida te pusieron en mi camino para que ser feliz, pero yo no lo supe entender. Estaba claro que sentía algo por ti, pues te admiraba por la gran mujer que eres, además que para mí eras la mujer más linda de la ciudad y tenías una magia en tu mirar que solo puede tener quien te ama de verdad. Tengo temor, amiga-si aún te puedo decir amiga-, de que nunca encuentre una mujer como tú. Mi vida hubiera cambiado contigo, pero ya es imposible que tu vuelvas a enamorarte de mí. Nunca llegamos a ser pareja, y eso fue por mi culpa. Recuerdo esa vez que caminábamos por esas calles oscuras en la noche y me dijiste si tenía algo importante que decirte, y al ver mi nerviosismo me dijiste que podía ensayarlo ,que podía hacerlo una y otra vez equivocándome, que no había problema, pues al final tú me darías la respuesta que yo sospechaba escuchar. Recuerdo a los dos sentados sobre una grande roca, en medio de una de una de los jirones más transitados de la ciudad, conversando de tantas cosas y yo te preguntándote por algunas inseguridades que tenía sobre me aspecto físico y tu me decías que no me preocupe, que yo para ti lucia bien,muy guapo y atractivo. Conversábamos de tantas cosas, del futuro, estábamos sin darnos cuenta planeando toda una vida. Te juro que me arrepiento que no lo pudimos concretar por mi culpa, por mi falta de decisión. A la larga, nadie me ha hecho sentir como tú. Hoy acepto que perdí, te perdí a ti, y perdí algo bueno para mi vida. Quiera Dios que encuentre a otra mujer como tú, que me ame de esa forma como tú lo hacías, que sea tan unida a mí y que me conozca también como hasta para tener galletas en las gavetas de su escritorio de su oficina y sacarlas, como lo hacías tu cuando yo te iba a visitar. Ahora que te estoy escribiendo no puedo contener las lágrimas de recordar todo esto, de recordarte a ti. Como se me pesa el no haberte dicho eso que querías escuchar, pues también yo lo sentía así. Estábamos destinados a estar juntos y sin querer me opuse a eso. Mientras me encuentro aquí perdido, siento que te quiero porque estoy seguro que eras ‘La mujer de mi vida’


pAnChItO


domingo, 9 de septiembre de 2018

Amor incondicional


Era un marzo del año 2004, y yo estaba internado en una clínica, en Lima, recuperándome de una operación quirúrgica, a la que había sido sometido, y miraba hacia techo de la habitación sin que se me ocurra nada para calmar mi dolor; y al ver a mi alrededor, ahí solo estaban mis padres, ellos que ya con más de 60 años de edad seguían siempre conmigo, como ha sido toda la vida. Solo con saber que estaban ahí me sentía mejor y ya podía aguantar el dolor. Pero me seguía sintiendo intranquilo, me faltaba ella. Se me hacía difícil aceptar la idea que solo tenía en el mundo a mis padres y a mi hermana, quien por problemas de trabajo no pudo estar ese día en la clínica. Yo creía que tenía también a mi chica, pero fue   una decepción que nunca me haya escrito, ni haya querido hablarme antes y después de la intervención quirúrgica. Dos años antes la había conocido y fuimos tan compatibles que no paso mucho tiempo para hacernos buenos amigos y luego enamorados. Solo bastaba la presencia de ella o la mía en nuestro día a día para que entre las cosas más tristes haya motivos para sonreír. Sin embargo, por esos días en que me sentía mal, un silencio por parte de ella se impuso. Nunca la quise alarmar, pero si le hable algo de esta intervención quirúrgica y jamás me pregunto por la fecha en que sería esta, y más bien se alejó sin mayor explicación. Me entere que decidió viajar lejos en esos días y jamás me llamo por teléfono para contármelo. Hasta una noche antes de la intervención, esperaba su llamada telefónica, quizá solo para que me desee que todo salga bien, nada más. Parecía que yo no le importaba. Parecía que ella no sentía el cariño que yo si sentía por ella. Esa mañana, en que iba a ser intervenido, me levante muy temprano, me duche, me afeite y mi hermana, antes de salir a trabajar, me estampo un beso en la mejilla y me dijo que todo iba salir bien; yo confiaba en sus palabras, pues desde pequeños ella siempre me decía lo mismo cuando estábamos expuestos a algún peligro o cuando yo no podía dormir pesando en algo malo que me había sucedido en el día. Mis padres estaban listos y los tres subimos a un taxi para dirigirnos a la clínica. Llegamos y yo aun con alguna esperanza de que ella me llame o me escriba un mensaje al teléfono móvil, pero nada, revisaba esta aparato sin ninguna novedad. Jamás hubiera imaginado que ella desaparezca así de mi vida, y justo en esos momentos. Daba la impresión que ella pensaba que de seguro debía de hacerse cargo de   mí durante mi recuperación. Cuando me pidieron que me desvista y me coloque la bata para entrar a la sala de operación, apague mi teléfono y comprendí que solo a mis padres y a mi hermana le importaría lo que me sucedería en las próximas cuatro horas. Desperté en la sala de recuperación muy adolorido y algo confundido por la anestesia. Divise a lo lejos a mis padres que me sonreirán y me daban ánimos. Les devolví la sonrisa y no espere mucho para ser trasladado a mí una habitación, donde ya instalado papa sintonizaba los canales para que escoja el programa que yo deseaba ver, mientras mama me acomodaba la almohada para que descanse más cómoda mi cabeza. En ese momento le pedí a mama que me alcance mi teléfono móvil. Al encender el teléfono aun guardaba una esperanza que aquella chica mi hubiera escrito para preguntarme como estaba, que de seguro se había enterado de la fecha por un amigo en común, pero nada. Ningún mensaje nuevo había ahí. Llego la noche y me dieron de alta, no me sentía muy bien, por lo que mi papa y mama decidieron que me quede una hora más. Cuando me sentí un poco mejor me vestí y con la ayuda de mama me peine y ya estaba con ganas de volver a casa para descansar ahí y luchar contra el dolor de la intervención quirúrgica y también la que sentía en el corazón. Papa trajo un taxi hasta la puerta de la clínica, lo abordamos y sabía que nos esperaba un largo viaje, porque la casa estaba lejos de ahí, además del congestionado tráfico que había a esa hora de la noche .Recuerdo que le pedí a mama que me dé el lugar cerca a la ventana para poder observar el cielo de aquella noche y reflexionar sobre lo que me había sucedido. Cuando veía en las calles a parejas de enamorados, novios o esposos me decía que nunca nosotros, mi chica y yo, seriamos una de ellas. Tenía que aceptar que ella no sentía nada por mí, de lo contrario no se habría portado así. En ese momento me sentía solo hasta que voltee y vi a mi costado a mama que me miraba con mucho cariño y mirando hacia unos de los espejos retrovisores delanteros veía el rostro de papa sonriéndome. Por fin y luego de un largo viaje llegamos a casa, aún me sentía débil por lo que mis padres me ayudaron a bajar del auto y del brazo me hicieron entrar, en la puerta me esperaba mi hermana, quien se unió a ellos para llevarme hacia el sillón de la sala. Los días siguientes de recuperación no fueron tan aburridos: leía, veía la tv y mi hermana me traía discos y casetes que los escuchaba para relajarme. En estos días, por momentos, me sentí desesperado por no saber nada de ella, pero luego decidí que no debía seguir esperando por nada. Fue así que llegue a la conclusión que debía solo de pensar en mi recuperación y luego en seguir conociendo gente nueva, y quién sabe si entre ellas aparecía la chica quien pensé tener y quien nunca tuve. Ese día solo empecé a soñar en encontrar a alguien quien muestre el mismo   amor incondicional que tienen mis padres y hermana por mí.



pAnChItO