domingo, 21 de agosto de 2011

UNA LUZ EN MI VIDA


Cuando recuerdo que soy un hombre soltero, aparece en mí una alegría infinita. Me doy cuenta que soy un hombre libre como el viento, que camino por la vida sabiendo que no tengo ataduras, y que nadie puede pedirme cuentas por querer enamorar a cuanta mujer se me antoje ,siempre y cuando esté disponible. Pero por otro lado, cuando llego a esa ciudad y la veo esperándome en medio del mal clima con un abrigo, una chalina y una gorra de lana para mí; considero que sería injusto, idiota e inexplicable el quedarme solo en esta vida existiendo ella. Muchas veces he querido evadir este momento, he querido olvidarme de pensar en todo esto y seguir con mis días como si nada pasaría. Pero encuentro una foto de ella en algunos de los cuadernos que están desparramados por esta mesa, y me resigno a pensar en ella y en pensar en la decisión a tomar sobre los dos. Luego me acuesto y sueño que esta frente a mí, que conversamos, que nos reímos y que entendemos que el destino nos tiene preparada toda una vida para andar juntos. En otro momento, recuerdo su voz y me imagino que en alguna hora de la madrugada me llamara por teléfono. Me siento atraído por ella, pero no por su hermoso físico y su linda cara. Sino porque es la mujer que de seguro esta predestinada para iluminar mi vida y ayudarme a superar la poca o mucha oscuridad en la que viven algunas veces mis días.
Siempre tengo la inseguridad si volveré o no a ir visitarla a su ciudad. Pero al final, termino llegando al mismo aeropuerto, y ella está ahí esperándome en medio del clima frio para abrazarme y hacerme sentir que me extraño mucho, tanto como yo a ella. Su voz tan pasible y sus cabellos que adornan mi sonrisa cuando la abrazo, son las características mas saltantes del momento en que ambos nos encontramos, del instante en que nos volvemos a ver y de los minutos en que ambos pensamos en silencio si alguna vez estaremos juntos para siempre.
Cuando la veo de lejos, me pongo a pensar si ese ángel que llego a mi vida de una manera inesperada es demasiado premio para mi esfuerzo y también, del porque aun sigo confundido entre saber si estoy o no enamorado de ella. Por último, imagino que quizás su paciencia se le agote un día, y ella decida ya no esperar más o, simplemente, dejarme de llamarme. Y recién en ese momento quizás reflexione sobre lo que perdí.
Más tarde iremos a ver una función de teatro. Me cuenta que es esa la obra donde algún desea participar. Le digo: “que es donde estoy seguro alguna vez la veré actuar, y yo solo seré un espectador mas que la admirada”. Sus estudios artísticos y su gran capacidad histriónica le permiten ocultarme cuando está enfadada conmigo o, mejor dicho, decepcionada de mi. Porque aun sigo con esta actitud confusa, insuficiente para lo que ella espera de mí, e intolerable desde todo punto de vista de seguir pensando en otra persona. Soy un incauto al creer que aun Karolina me llamara. Creo que yo mismo me complico la vida, yo mismo me autoexcluyo de la felicidad, y por eso me siento el hombre más atorrante del mundo al seguir jugando al misterio con la chica que verdaderamente me quiere.
Pero ella es tan maravillosa que no me guarda rencores. Es simplemente la mujer más dulce y noble que he conocido. Al día siguiente vamos juntos a desayunar al restaurante de siempre, mientras lo hacemos nadie habla de planes individuales: compartimos una misma agenda para ese día, y yo creo que para toda la vida. Por un momento somos ilusos; ella sabe que estamos en el barrio que más me gusta de su ciudad, y en el cual me gustaría vivir. Por lo que me anima a recorrerlo y visitar los departamentos que están en venta. Y a pesar de las fortunas de dinero que cuestan uno de esos, escogemos uno y disimuladamente soñamos con distribuirlo para los dos y para algunas personas más que completaran nuestra familia. Nunca me niego a jugar ese agradable juego de planear una vida juntos, ni mucho menos, en pensar por un instante en hacerlo realidad. Cuando llega siempre la hora de partir y volver a mi ciudad, siento que no fue suficiente le tiempo que pasamos juntos y, también, me culpo por no haberle dicho lo que siento por ella. Solo me queda el esperar por otro viaje, esperar otra oportunidad o mirar pasiblemente como se marcha la felicidad.
Los días siguientes para mí son de ansiedad, necesito volver a verla, necesito ahora si decirle la verdad. Llego de viaje a la ciudad donde trabajo, ordeno de una manera apurada mi mesa de trabajo. Solo necesito encontrar sus fotos para verla mientras empiezo a contar los días que faltan para volverla a visitar. Me sorprende por un momento la sensación que no la volveré a ver, que empezara su gira de teatro y que no tendrá tiempo de esperarme. Me empeño en fijar una fecha para viajar ahí, busco su teléfono en mi agenda para comunicarme con ella y decirle que me espere, que coordinemos fechas , que antes que salga de viaje podemos encontrarnos y contarles tantas cosas que no me anime a decirle anteriormente. “te esperare, todo está calculado, hay tiempo para los dos y para que me cuentes eso que quiero escuchar”: me responde por teléfono.
Me siento el hombre más feliz del mundo, eso que me contesto por teléfono ayer, encendió mi ilusión. Ahora estoy seguro que la quiero y que no existe otra mujer como ella. Hoy comprendo que no estoy destinado a quedarme solo, más bien, que estoy gratamente destinado a estar al lado de la chica más noble, maravillosa y bonita del mundo. No soy yo quien eligió mi destino, pero si soy el que tiene que hacer todo lo posible para aprovechar al máximo las oportunidades que se me presentan.
Hoy más que nunca cuento los días del calendario, hoy más que nunca no me importa cuánto costara mi ticket de viaje para ir a verla. Y hoy, estoy más seguro que nunca que seré feliz.


pAnChO.

domingo, 14 de agosto de 2011

BUSCANDO EL VERDADERO AMOR

Desperté con la sensación que ya no era el mismo. Corrí a verme en el espejo de la vida y comprendí que los años habían pasado, que cada etapa era única. Y que cada momento vivido ya estaba vivido, y por tanto no había por que lamentarse de lo que ya estaba hecho. Si bien, aun era relativamente joven, y hasta hoy lo soy. Cada etapa tiene su magia, su hechizo; y cada circunstancia nos hace mover como debemos movernos para la edad que tenemos. Muy lejos de temer por hacer el ridículo, por parecer un viejo en un cuerpo de adolescente. No tenia las ganas de emprender ese camino que de seguro podría traerme buenos resultado o, a lo mejor, no. Solo quería sentirme tranquilo, y era ese desgano en hacer las cosas lo que termino dominando mi actitud. Me quede sentado observando desde mi mesa todo lo que sucedía. A esos adolescentes yendo tras de ella, enamorando a la chica que me sonreía en cada momento que iba ahí. Algunos mayores preguntándole a ella por su número telefónico. Y yo preguntándome: “si en verdad ya había llegado a la plena madurez, y por tal me aburría todo ese espectáculo” Ella volteo a mirarme, creía que estaba en actitud vigilante hacia ella, y en verdad, no era así. Esta vez me sentía extraño, fuera de la fiesta, fuera del rito de querer conquistar a la chica más bella del lugar. Creí que podría animarme al ver sus lindos ojos mientras ella me miraba disimuladamente. Pero esa noche despertó en mí el adulto que alguna vez busque, pero del que siempre he huido inconscientemente. Apareció en mí aquel jinete que cabalga por la vida y que en un momento comprende cuando ya no está en su territorio la presa, y por tanto ya es hora de dejar la ilusión por la caza. Cuando mi compañero, con quien compartía la mesa se decidió a preguntarle por su nombre y coreo electrónico. Preste atención en este dato, y ahí reflejaba su edad. A leer en año en que ella había nacido, se me vino a la mente esos momentos donde mama, papa, mi hermana y yo comíamos un delicioso pollo a la brasa y conversábamos de tantas cosas. Recordé cuando aun todos vivíamos juntos en casa. Y por último, acepte que yo era de otra generación y decidí mantenerme distante de toda tentación a enamorarla.
Quizás, el haber perdido a el amor de Karolina, el haberla perdido de vista, me hizo comprender que el enamorarse de una chica mucho menor no era la mejor manera de ser feliz. El que ella haya perdido todo contacto conmigo, el que se haya marchado de mi vida, quizás es una razón muy importante como para por fin pisar tierra y comprender que ya no soy un chiquillo. Ahora sé, que el enamorarse de una mujer menor que yo es un juego que yo no debería jugar, ni mucho menos creer poder ganarlo. Me puse mi casaca, me envolví el cuello con la chalina y decidí salir de ese lugar. Quería caminar por ahí para seguir reencontrándome conmigo mismo. Para meditar un poco cerca del monte. Cuando voltee a ver desde lejos aquel restaurante, la vi parada en la puerta de este. El cielo de la noche que estaba lleno de estrellas iluminaba su silueta, y yo creía que debía volver. Ella posiblemente salía solo por mí. O a lo mejor, porque se había cansado de ser acosada por tanto hombre intrépido allá adentro.
Era mi primera noche de tantas en que aceptaba que ya soy un adulto, por lo cual mis decisiones se regirán en base a esa condición.
Al día siguiente volví ahí para desayunar. Salió ella, ambos cruzamos las mismas sonrisas de siempre. Un espíritu de madurez vivía en mí por esos días. Comprendí que ella era una potencial una buena amiga, que no todo ilusión hacia alguien es verdadero amor. Y por último, que uno de aquellos jóvenes contemporáneos con ella quizás ya le habría robado el corazón, y que aquellos tira y aflojas conmigo era producto de la coquetería propia de su juventud. Y que si yo alguna vez le habría seguido la cuerda era producto de mi inmadurez que creo había llegado a su fin.
Por la tarde volví temprano ahí para cenar. No era una hora habitual para hacerlo. Pero tenía hambre y, además, quería volverme a enfrentar a la tentación, a la invitación a volverme a ilusionar como tantas veces para luego comprobar que estaba solo en la vida. Era imposible evitar ser amable con ella, era casi injusto portarme como un extraño con alguien que me había brindado toda la confianza desde el día en que nos conocimos. Sonreí ante su saludo. Me imagine que eso seria todo. Pero me pregunto: “ Por que tan serio, que le sucedió, algún problema”. No tenía las palabras exactas para evadir esa pregunta. Pero una sonrisa picara de parte mía no cayó mal en esos momentos. Rio, creo que sabía que yo comprendía su pregunta. Que me imaginaba que ella pensaba que yo pudiera estar mortificado por lo de anoche, por los tantos caballeros que la cortejaban y aquellos jovencitos que al parecer recibían su aprobación. Le hable de otras cosas, le hice comprender también que todo andaba bien, que en la noche regresaría por un café y unas galletas. Que conversaríamos mucho, incluso, más que antes. Cuando salí de ahí me fui inmediatamente a mi habitación, abrí mi correo electrónico y no encontré ningún email de Karolina. Tenía la esperanza que ella me escribiera, que acepte mis disculpas, que entienda que estaba enamorado y por eso le declaré mi amor. Pero como no lo había hecho, comprendí que era hora de deshacerse de ese hábito de ilusionarse con tanas chicas lindas y jóvenes. Que la bella mesera del restaurante donde como todos los días debía seguir con su vida, que esa ilusión que nacía entre ambos era solo eso, una ilusión. Me prometí a mi mismo no volver en la noche, no verla, no rozar mi frente con sus cabellos cuando pasaba a mi lado trayéndome un exquisito plato. Pero a las 8 de la noche el hambre sorprendía a mi estomago. Me abrigue bien y decidí salir al mismo lugar donde desayuno, almuerzo, ceno y me ilusiono o me enamoro. Llegue y estaba lleno este lugar. Me acomode en una mesa junto a algunos compañeros de trabajo. Vi otra vez que llego aquel joven de negro, quien según me cuentan fue su compañero de colegio. Vi en ella una sonrisa de amor hacia él. Luego volteo hacia mí, y en su mirada coqueta vi que era mejor mantenerme al margen de todo y mirar simplemente todo eso como un ambiente propio de jóvenes adolescentes jugando al enamoramiento, y quizás algunos de ellos conociendo el verdadero amor. Termine mi café y mis galletas, y comprendí que era hora de entrar a jugar entre los adultos, y quizás encontrar el verdadero amor.


pAnChO

domingo, 7 de agosto de 2011

MIS VIERNES

Creí que todos mis viernes serian iguales, pero me equivoque. La vida siempre nos prepara una sorpresa hasta para el más incrédulo. Si, para ese que no da crédito a que el destino cobra vida junto a nosotros cuando ya estamos en el vientre de nuestras madres.
Había pasado todos los viernes de estos últimos 5 años fundido en el reniego y la decepción de que este día previo a sábado jamás volvería a ser para mi divertido. Me mate pensando que era lo que me faltaba para que pueda volver a tener un gran viernes. Pero no encontré la explicación, me canse y me resigne a pasar triste todos los viernes de mi que me quedaban en la vida; sintiendo un vacio y perdiendo la oportunidad de gozar dentro de mis límites más entusiastas.
Una noche de este año, sentí la más profunda tristeza. Pareciera que el peor de todos los viernes recién lo vivía y por qué no, lo padecía. Esa noche decidí que ya no esperaría otros viernes pésimos, pues ya otro dia peor a este no podia existir. Pero me equivoqué otra vez: quise creer que ya lo había vivido todo. Hace ya 8 viernes que me he mudado a esta ciudad, el mismo número de días que he comprobado que un viernes puede ser como cualquier día de semana. Que siendo un inicio de fin se semana, no necesariamente tiene que tener esa magia que antes la vi. Y que hoy, solo lo veo como un montón de horas destinadas a los quehaceres diarios, pero con diferentes matices que terminan haciendo de este día algo parecido a lo divertido. Si retrocedería el tiempo, si caigo en ese pensamiento inútil y propio de los imbéciles, ya que el tiempo no regresa, de seguro festejaría cada viernes que deje pasar por la melancolía que me invadía, por la sensación de soledad y fracaso en la vida que me apretaba el cuello hasta dejarme medio moribundo. Estoy seguro que ya no hubiera perdido tanto el tiempo en pensar en tonterías, en condicionar a la presencia de otras personas mi felicidad. En dejar que manipulen mi vida aquellos recuerdos que siendo muy lindos y dulces, solo te ayudan a deprimirte cuando ya no tienes nada de eso.
Pero ahora vivo este momento, ahora paso por esta prueba, y en estos días he comenzado a descubrir el lado divertido de cada cosa que se presente en la vida. Allá quedan en el recuerdo aquellos viernes súper divertidos que viví en la niñez y también quedan en el recuerdo, pero en un recuerdo de los momentos más jodidos de mi vida, aquellos últimos viernes que viví deprimido y pensando en ella como un idiota. Cuando quiera rescatar buenos momentos de los viernes que he vivido: pensare en aquellos de mi niñez. Pero cuando quiera rescatar algunos viernes de enseñanzas, de lección, de una verdadera cátedra de lo que es comportarse como un especialista en idiotez: recordare todos esos viernes de miércoles que me toco vivir tan triste, y que solo fueron por culpa mía, por no vivir la vida. Felizmente la vida se choco conmigo, me llevo a su campo, a su cancha y me puso la lucha tan complicada que aprendí a ver lo divertido de de cada día, y lo más dramático que es descubrir que cada uno nace para ser feliz a su manera, en las inmediaciones de muestras posibilidades. Y entender una vez por todas, que todos podemos vivir en las proximidades de la felicidad, mas no en ella. Pues si estaríamos habitando ahí, todo seria aburrido, ya que no tendría la vida sentido sin problemas y obstáculos que nos impiden ser felices. He decidido no estar a la defensiva ante las pruebas que el destino me ponga, actuare según mis convicciones y según lo que me diga mi instinto. Pero ahora estoy seguro que no volveré a tener un día triste por culpa de otras personas ni mucho menos por recuerdos que deberían convertirse desde hoy para mi, en imágenes vagas de un pasado que no fue genuinamente bueno.
Ninguna actividad en mi vida ha sido suspendida para mí, pero prefiero abstenerme de experimentar la melancolía y, más bien, prefiero escapar a ese sentimiento innecesario con las nuevas vivencias, con las nuevas luchas y con una renovada esperanza de que todo sea mejor en los días venideros. Mas no tengo que decir sobre mis días viernes, al fin cambiaron, al fin los veo como los debo de ver siempre de aquí en adelante. Les llaman sábados chicos, les llaman e los verdaderos últimos días de las semanas. Yo ahora los llamo los días maravillosos que viví durante mi niñez cuando salía del colegio y ya no tenía que hacer las tareas (aunque había épocas en que no las hacia ni los otros días de la semana) y me dedicaba a escuchar música o a jugar con mi hermana a ser estrellas de la música. Y también los días en que hay una esperanza de que son los últimos de la semana en que uno tiene que acostarse tarde y levantarse muy temprano al siguiente día, pues aun el día sábado yo trabajo. Las demás calificaciones para este día tan importante de la semana, llegaran como quiera el destino que llegue.




pAnChO