viernes, 29 de agosto de 2014

SÁBADO DE MIER...COLES

Amanecí sin ganas de levantarme. Salte de la cama solo para tomar desayuno y luego volví a entrar a ella. Me puse a leer un libro,  me entretuve con este texto casi una hora. Me vestí de deporte, sospeche  que ese no sería un gran sábado, que los planes se irían al carajo. No sabía  por qué, pero algo sucedería. Y yo no podría hacer nada contra eso. Igual fui a correr al parque, bueno trote, luego empecé a acelerar de a pocos. Estando ahí me encontré con un familiar a quien no veía hace tiempo, lo salude de lejos; acelere el paso, no tenía ganas de conversar con nadie. Además, note que el también no tenía ganas hacerlo con nadie, o al menos conmigo.
Esa mañana amanecí cansado, no fue una buena idea el ir al parque a correr como todas la mañanas cuando estoy en la ciudad, pero me llevo el deseo de verla, el deseo de querer hablarle y al fin vencer esa cobardía  que otras veces no me ha permitido hacerlo. Ese día  ella no llego, eso me mortifico. Mi inconsciente me susurro al oído que  yo había ido por gusto, que mis energías, esas mismas que hubieran estado a buen recaudo en la cama, se gastaron en  ese frió parque donde nunca aprecio ese ángel que me motiva  a volver todas las mañanas a correr. Esa  mañana de sábado de  por sí ya estaba jodido con ese primer acontecimiento. Volví a casa, cuando estaba a punto  de ducharme me llego el mensaje tan esperado de aquella chica que solo se recuerda de mi porque le debo de pasar algunas fotos que tomo ella con mi cámara en un paseo que realizamos juntos, ya que la suya estaba con la batería baja. En ese mensaje solo decía un hola para luego pedirme que  por favor le termine de pasar, vía mail, las fotos que faltaban. Con eso veía que se seguía jodiendo la mañana, que definitivamente ese no sería un buen inicio de fin de semana. Eso me hizo irme a la ducha y remojarme con agua fría para así  refrescar mi cerebro. Estaba enfadado, no podía aceptar que solo por una tonta foto alguien podría estar detrás de mí. Luego  de baño y  con la mente más fresca decidí que era una buena oportunidad  para aprovechar en forma disimulada invitarla a salir ese sábado por la noche. Le pregunte qué planes tenia  para esa tarde o noche? No recibí ninguna respuesta,  en mi quedo una expectativa. De seguro que estaba arreglando sus horarios y  mirando el periódico para  escoger que película  podíamos ir a ver o a que discoteca iríamos a bailar.
Esa mañana siquiera había una ilusión en mi,  un esperar con posibles resultados positivos según yo.
Almorcé con papa y mama, estaba muy contento. Le dije a mama que no me  sirva por tercera vez, como siempre se lo pido, porque tenía que guardar estomago para lo que degustaría con aquella chica. Además, de poder  estar  ágil para el baile que haríamos por la noche.  Terminamos de compartir la mesa con cambio de impresiones, anécdotas que habían ocurrido  en el día anterior o durante la mañana  para luego yo dirigirme a mi habitación  para hacer lo que siempre hago luego del almuerzo cuando estoy de descanso en casa: fingir que me echo a leer el periódico para terminar durmiendo, entregándome a los brazos de Morfeo, o más bien en este caso  a los brazos imaginarios de la almohada con el rostro de aquella chica con la cual yo daba por seguro saldría esa noche. Cuando estaba en lo mejor de mi sueño, me despertó el timbre del teléfono móvil, era un mensaje. Salte de la cama, imagine que podía ser ella. Y si, era ella.  Yo esperaba  buenas noticias, por eso me apresure para  leer su mensaje: “Lo siento, ya tengo planes para hoy en la tarde, saldré con unos amigos, discúlpame. Mas bien, no te olvides de enviarme las fotos”.  Textualmente esos decía.
No solo me despertó la bandida, sino que termino con mis sueños: “esos que yo mismo los fabrique en esa jodida mañana  y se extendía hasta la tarde”.  Buscaba culparla, pero era en vano. Yo mismo me había ilusionado por gusto.
Ya despierto, casi las 4 de la tarde y sin ningún plan. Decidí revisar aquel periódico que mi madre compro  porque no encontró el que siempre compra. Ahí hay una cara entera  exclusiva para que aquellas  lindas chicas, jóvenes, no tan lindas ni tan jóvenes, ofrezcan sus servicios: caricias y algo más por unos cuantos billetes. Estaba con  pereza y sin ganas de salir muy lejos. Leí solo los anuncios que se situaban  cerca de la zona por donde vivo. Hice las llamadas respectivas, contestaban mujeres con  voces sensuales. Según la descripción del servicio que hacían, ese  encuentro era prometedor, mas no las tarifas que cobraban. Por un momento pensé que eran modelos de tv,  por el dinero solicitado por esos placeres, todo indicaba que era  así. En fin, el dinero a pagar no importaba, necesitaba desfogar todo ese sentimiento  que había inspirado en mí aquella chica con la cual saldría esa tarde. Necesitaba de la compañía de una mujer esa noche.
No me quedaba otra que levantarme de la cama, lavarme la cara, acicalarme y  alistarme para ir a visitar a una de esas chicas con las  cuales siempre puedes hacerte la fantasía que vas a visitar a tu novia, pues te recibirán con una sonrisa. Salí de la casa, vaya sorpresa; no llevaba mucho dinero en la billetera. Tenia que utilizar la tarjeta, esa en la cual guardo mis pocos ahorros. Entonces, decidí ir a ese centro comercial donde hay una agencia del Banco  en donde labora  como cajera aquella chica que conocí el año que paso cuando di apertura de  dicha cuenta. Ella era tan bella  que cada vez que yo llego a lima, busco cualquier pretexto para ir a esa agencia  y verla, y si no hay mucha gente, ser atendido por  ella y preguntarle cualquier cosa con tal de a su lado. Sentada con su bello cabello ensortijado y sus anteojos de estudiante aplicada, levanto la cabeza. No sé si se recordara de mí por tantas veces que he ido a hacerle cualquier consulta bancaria o que es lo mismo: molestarla.  Al verla, por un momento  paso por mi  cabeza acercarme y saludarla. Preguntarle con toda la frescura del mundo  a qué hora terminaba su turno de trabajo para así  esperarla e irnos a comer  algo o al cine. Y después, acompañarla a su casa y con un beso en la mejilla, si es que no le robaba uno en la boca, despedirnos. Pero había una larga cola  de espera de clientes que seguro harían una operación  y además no nos conocíamos tantos. Mejor regresaba a la realidad y veía en hacer mi operación, si bien no bancaria, pero si muy importante como tal. Me acerque al cajero automático para  sacar el dinero que necesitaba para satisfacer mis necesidades, para sentirme un hombre amado, un novio feliz y todo eso. Saliendo de ese centro comercial, vi a unas 3 o 4 modelos promocionando marcas de carros o celulares. Ellas me provocaron, me terminaron de hacer agua en la boca, porque ya se me estaba cayendo la baba al ver a la cajera del banco. Con más ganas fui hacia mi objetivo. Cruce el puente de aquella carretera para llegar al lugar, el cual me indicaron  por el teléfono. Ya no me interesaba nada, vi a un par de ladrones por ahí, me cuide de ellos pero seguí mi camino hacia ese lugar.
Llegue al lugar, subí las escaleras. Me indicaron que era en el tercer piso. Era una pieza elegante donde la recepcionista con solo verte desde su puesto te abría la puerta con un sistema automático. Mire a todos lados y no vi a ninguna chica, era lógico que estarían en plena faena.  Como era mi primera visita a ese lugar, la recepcionista me conto cómo funcionaba eso, cuan placentero iba a ser para mí el servicio. No me pareció una mala oferta, pero si me pareció que  aun era muy elevado el precio que cobraban por todo lo descrito. Pero ya no podía más, todas aquellas bellas mujeres que vi en el trayecto a este lugar  habían despertado mis ganas de satisfacer esos  deseos carnales. La recepcionista me dijo que una vez que se desocupen, todas vendrían a modelar frente de mí, que yo escogería con quien ingresaría a una de las habitaciones. Espere unos 10 minutos, cogí unos caramelos que habían en la dulcera de la mesa de recepción. Llego el momento esperado, ya estaban todas desocupadas y vinieron al salón de recepción para modelar para mi, y así escogí a una de tantas lindas mujeres. Escogí a una chica de cabellos pintados de rubio, era del oriente. Al ser de esa localidad, su servicio de seguro prometía mucho.

Entramos a la habitación, puse el seguro a la puerta. Me pidió que me desnude, ella hizo lo mismo. Vi sus  hermosos pechos, eso me encanto, me convencí que con tremendas montañas estaba pagado la mitad de lo que abone por el servicio. Me dijo que me tire en la cama, que ella emperezaría todo. Cuando estaba boca abajo sentí su peso encima mío, sentí  como cabalgaba encima mío, como rozaba sus pechos sobre mi espalda. Me excitaba, ella  buscaba que termine la sesión y que yo salga satisfecho de ese encuentro. Trate de aguantarme, pero no pude mas. Quise tocarla, me dijo que no, que la deje hacer su trabajo. Era lógico que buscaba  volverme loco. Lo consiguió, ya estaba vacío, en lo afectivo y en lo físico. Yo quede satisfecho por el lado sexual, pero por el lado  afectivo muy mal. Al terminar todo, me dijo que me vista. Era consciente que no había nada más que hacer. Era un duro golpe para mí, no encontré a esa chica que me sirviera como una compañera, aquella chica que me escuche, que se deje abrazar y besar para  ayudarme a olvidar el fracaso de ese sábado que se tornaba aun más oscuro. Vestido, le di un beso en la mejilla, le prometí que volvería pronto, en verdad creo que no lo haré. Salí raudamente con destino a la calle a tomar aire, quería asimilar que había gastado dinero solo por sexo y nada más. Pero no podía quejarme, ese era el aviso del periódico, otra vez yo como un  tonto me hice ilusiones, creo me estoy especializando en eso. Ya no tenía ganas de volver a pasar por el centro comercial, ya no tenía ganas de llamar a otra de las chicas que vi  en el anuncio. Preferí regresar a casa por el camino más directo, por aquel camino por donde muchas veces camine saliendo del colegio con  la preocupación de llegar a casa para hacer las tareas, pero esta vez  sabia que al llegar a casa no haría mucho. Otra vez la situación estaba jodida. Cuando llegaba a casa pase por la casa de otra de las chicas de mis sueños. Su auto estaba estacionado en la  puerta de su garaje  desde muy temprano. Ósea, no había salido a ningún lugar. Pensé del por  qué en vez de estar metida en casa, no me pasaba la voz para salir.  El sábado ya estaba destruido para mí, eran las 7 y 30 de la noche y no había nada que hacer. Llegue a casa, me saque los zapatos, el pantalón de calle y me puse el buzo y las sandalias. En la televisión no había nada bueno, salvo un  par de hermosas vestes bailando. Pero  ya estaba cansado de mirar a tantas mujeres hermosas. Era víctima de un día aburrido, un día en que  me sentía como un herido dejado en el piso. No había que culpar a nadie, solo debía decirme a mi mismo que no debo esperar nada de nadie. Que la vida es un constante juego en que muchas veces no  sabemos ganar. Decidí acostarme, ya no había nada que hacer. Solo me prometí al acostarme que jamás invitaría a salir a ninguna de esas chicas, las cuales describí en el relato. Pues , no son mis amigas. Esta claro que no sentían nada por mí, o al menos que sientan  antipatía, que viene a ser un sentimiento. De lo contrario,quisieran salir a pasear conmigo. No volví a ilusionarme con nadie en esos días. Gracias a Dios todo anda bien hasta ahora. Aun estoy investigando del por que de ese  lugar no salí tan satisfecho. Sin éxito  he llegado hasta el momento a la conclusión   que a esos lugares solo iría por sexo y para hacer tocamientos indebidos,  o mejor dicho permitidos; Y para eso tendría  que desembolsar más dinero. Cosa que si  podría hacer, ya  me voy a ahorrar todas esas supuestas  salidas con  aquellas tres muchachas que no quieren hacerlo conmigo, y con las cuales por mi parte  estoy seguro nunca lo haré. Por fin termino ese día sábado con olor a mier…coles.



pAnChItO.