domingo, 12 de enero de 2014

Planes y planes

Ayer caminaba por esas calles que no se parecen en nada a las que se muestran cuando llega la noche. Es curioso pero yo sentía más temor caminando por la tarde y a plena luz del sol  que  al hacerlo a esas horas donde solo caminan los valientes, los  orates y quienes tenemos alguna necesidad que no podemos complacer lejos de ahí. No es la mejor forma de empezar  el año pero que le puedo hacer, necesitaba ir por ahí, necesitaba hacer un plan para el fin de semana. Así como aquellos grandes  generales que arman bien una estrategia para que la misión u operación sea un éxito, yo debía hacer lo mismo para conseguir una buena noche de sábado. En realidad, no puedo ser ni general, ni líder, ni jefe, ni algo parecido; pero al menos hago mi mejor papel y estoy mejorando, no cabe duda de eso. Además, no  tengo a  un ejército conmigo para esta misión, yo solo participo de esta operación que tendrá como fecha de ejecución  este fin de semana y  será a beneficio propio.
En una tarde de verano en Lima  me paseo solitario por esas avenidas donde generalmente es mi ruta nocturna. Sé que  jamás dejare de hacerlo, he comprobado que es  lo mejor para mí, ya que  eso de caminar por ahí a plena luz del  día o la tarde no va conmigo. A  esas horas solo lo hacen todas aquellas personas que no le dan el verdadero sentido a esas calles, las personas que lo hacen por una simple obligación: “es su  ruta para salir de estudiar o trabajar”. En la noche caminamos  las otras personas que le damos vida a esa avenida que se convierten en laberintos  donde no hay salidas, y al menos uno no quiere encontrarlas hasta haber conseguido satisfacer el deseo que nos animo a ir por esos lares.
He llegado a la conclusión que  no debo volver a caminar por esas calles antes de  que llegue la noche porque siento que puedo encontrarme con alguien, que puedo chocarme con esa persona a quien he dejado de hablar, a quien he dejado de llamar por teléfono para intentar sacar a pasear y quien propicio  llegar a ser visitante frecuente de este lugar. Después de todo he comprobado que  el verdadero sentido de disfrutar esto es  cuando lo hago así  ‘solo’ sin nadie a mi costado. No es buena la soledad, eso lo sé, jamás alentare a nadie ni a mí mismo  al estar así. Pero hay momentos en  que necesitas reencontrarte contigo mismo, ser independiente para poder elegir lo que te puede convenir por esa noche sin tener que dar explicaciones a alguien. Quizá me defina como ‘el llanero solitario’, es algo que lo acepto y lo disfruto, ahí está la gracia de serlo. Debo dejar en claro que en estos tiempos de tanta delincuencia, no es recomendable caminar solo. Siempre es mejor hacerlo de dos o a mas personas. Pero  también es bueno hacerlo con cuidado cuando tengamos que hacerlo solos, cuando no nos quede otra opción o incluso cuando estemos acompañado, ya que muchos ojos ven más que dos.
Siempre el caminar por ahí muy de noche  me inspira temor, me hace recordar algún robo que sufrió alguna vez papa hace casi 20 años. Pero eso también me inspira a cuidarme más y demostrarle a él , aunque no sabe que me escapo aquí cada vez que puedo, que soy su hijo varón, aquel que ya es un adulto y que aprendió mucho de todas esas experiencias que me contaba cuando caminábamos pro aquí antes que llegue la noche.
Ayer he caminado  casi 2 horas pro esas avenidas, he dado miles y miles de vueltas planeando mi incursión sabatina  con un simple pretexto de buscar un libro, un CD musical o una agenda para el nuevo año. Estas calles revientan de gente de todas las edades. Como nunca puede faltar en lima, y por eso lo adoro, son las bellas chicas que camina por ahí; aquellas señoritas estudiantes que ya andan de vacaciones y, por el mismo calor, se pasean en shorts o  en minifaldas, un placer para mi vista. Pero despierto de tanta maravilla al ver que van de la mano con sus jóvenes afortunados enamorados

En fin, el destino siempre me tiene preparada una  sorpresa, agradable o desagradable pero  algo inesperado: “sin querer  queriendo  llego a una tienda donde si venden agendas”. Ya que pregunte por muchas de ellas en todo lugar alrededor de mi recorrido, me decidí a comprarla. En verdad no tengo mucho que escribir en una agenda, llevo cierto orden en mis planes que no son muchos : solo que el sábado será mi día, el  sábado me encontrare con todas esas princesas  que me harán  sentirme  tan feliz como aquellos jóvenes que llevan de la  mano a sus enamoradas enfrente de mí. No hay duda que cuando haces un buen plan, hay seguridad que las cosas saldrán muy bien, que los deseos son satisfechos y que lo que no se puede alcanzar, al menos sabes del por qué  no lo has logrado. Pero como no todo puede ser felicidad, también debo de escribir es esta libreta que dos días después de aquella maravillosa noche  debo de  tomar ese inevitable vuelo para volver a  mi lugar de trabajo a soñar con mi próxima incursión a esos lugares que ya no me dan miedo y que me provocan aquel placer que no puedo encontrar en nadie, o mejor dicho no he probado aun en alguien.


pAnChO.