jueves, 28 de octubre de 2010

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA : Documentos suman una culpable más


Los diarios Le Monde, New York Times, The Guardian y Der Spiegel –de Francia, EE.UU., Gran Bretaña y Alemania respectivamente– tuvieron acceso, antes de su publicación en Wikileaks, a los 400,000 documentos e informes del ejército de los EE.UU. en Irak. Wikileaks es una organización que se especializa en la publicación de documentos confidenciales. Se trata, en este caso, de informes sobre incidentes ocurridos en Irak, redactados por oficiales estadounidenses que operan en ese país. La sigla que engloba esos documentos es SIGACTS ('Significant activity’) y se refiere a la actividad de las fuerzas armadas gringas entre enero del 2004 a diciembre del 2009. Se trata de un conjunto de documentos que describen día a día los atentados, los intercambios de disparos, las búsquedas de armas, los arrestos y la violencia contra los civiles.

Aunque 'confidenciales’, los informes sobre incidentes no están clasificados como secretos de defensa. Los documentos publicados por Wikileaks no contienen los informes de las fuerzas especiales de EE.UU. ni los memorándum de los servicios secretos.

Los mayores acontecimientos evocados en los documentos referidos a seis años de ocupación –como por ejemplo la muerte de cuatro mercenarios de la empresa Blackwater, que desató la terrible batalla de Faluya en abril de 2004– están allí mencionados de manera breve e imprecisa.

El interés real de este conjunto de documentos lo constituyen los 400,000 informes que permiten una nueva mirada sobre el altísimo costo que ha debido pagar la población civil a causa de esta aventura lanzada por Bush.

Los cadáveres de miles de hombres y mujeres víctimas de ejecuciones sumarias han sido descubiertos por los soldados americanos que, a su vez, han asesinado al menos a 600 civiles en los puestos de control abriendo fuego sobre los vehículos que consideraban una amenaza. Un número indeterminado –y, además, minimizado– de iraquíes han sido las víctimas colaterales de los ataques aéreos estadounidenses contra los insurgentes.

Los documentos muestran igualmente que la violencia de la policía iraquí, generalmente amparada por los gringos, es una realidad cotidiana relatada por soldados que han sido testigos de torturas practicadas en gran escala y encubiertas por los altos mandos de la propia policía. La violencia de los soldados de EE.UU. y la de las empresas privadas de seguridad también es citada en estos 400,000 documentos. Los documentos ponen de manifiesto una barbarie alimentada por el aburrimiento, el absurdo y el estrés cotidiano de los soldados.

La secretaria de Estado Hillary Clinton debió callar pues al condenar “en los términos más claros” las filtraciones de cualquier documento que pongan en riesgo la vida de estadounidenses, se hace cómplice de esas aberraciones.

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