sábado, 16 de octubre de 2010

CELESTE

Ella me había saludado de una manera muy fría cuando nos cruzamos por pirmera vez cerca a lala plaza principal de la ciudad.Luego cuando regresaba de hacer sus compras en el supermercado no volvimos cruzar y me ofrecí a ayudarla con los paquetes de los víveres que traía en ambas manos; a lo que ella se negó de una manera poco amistosa. Era definitivo que no quería nada conmigo, que estaba cansada de que siempre ande detrás de ella por una oportunidad o por quien Dios sabe que yo quería. Pero esta vez yo solo quería darle un beso de despedida- a pesar que no creo en las despedidas, pues todo el mundo debe guardar las esperanzas de volverse a ver-, sentía que al despedirme de ella podía dejar atrás esa historia bastante rara en la cual algunas veces ella me dio esperanzas y en otras simplemente me dejo con la difícil tarea de resignarme a no tenerla. Cuando le conté que por la tarde regresaba a lima, me miro y trato de descifrar si en mi mirada encontraba sinceridad, si yo no le contaba esto solo por estamparle un par de besos uno en cada mejilla. Pero me conocía bien y concluyó que en verdad yo partiría, que de seguro ya no nos volveríamos a ver. Entonces olvido toda la frialdad que me mostro hasta ese momento, dejo los paquetes que llevaba en cada brazo y me abrazo fuertemente y se anticipo a mis deseos dándome un beso en la mejilla. Yo no le di muchas explicaciones sobre mi partida, pero veía en sus ojos que ella quería saber que sucedía, que desconocía cuales eran los motivos por los que yo volvería a casa. Se llama Celeste, y aunque me cueste debo aceptar que aun cuando la recuerdo tengo mucha nostalgia y me dan ganas de volver a viajar hacia donde ella esta. A ella la conocí la primera tarde que salí a pasear por la plaza central de la ciudad donde nació mi abuela, y en la cual estaba trabajando yo por esos días. Era un día soleado, el clima muy bonito y más bonito aun fue cuando ella paso por la banca donde estaba sentado. Me impresiono, me pareció una chica muy guapa, reconozco que no fue la mejor manera en la que me presente, pues la seguí, se dirigía al supermercado. Un par de policías que cuidaban el banco de la plaza central se alertaron de mí, luego comprobaron que solo quería conocer a la chica más linda de la ciudad y con una sonrisa dejaron que continúe con mi cometido. Al estar cerca de ella la salude, le pregunte como se llamaba. Lejos de ser mal educada conmigo- cosa que hubiera estado justificada- me respondió de una manera amable: me llamo Celeste-dijo-, pero siempre conservando su distancia y midiéndome hasta donde quería llegar. Y yo solo quería llegar a ser su amigo, pues todo lo demás para mí en verdad ni importaba.
En la noche cuando salí a pasear por la ciudad presentí que ella volvería a pasar por aquí, que al igual que todos los que vivían en esta ciudad, ella también transitaba por la plaza principal hasta muy noche. Una canción de “The Corrs” sonaba en el restaurante en donde me pare para observar su llegada. Llego, me observo de lejos, no oculto que me había visto. Dejo que la abordara. Converse con ella, le invite un café. Ella se rehusó, pero parece que le caí bien, que mi insistencia sana reflejaba que solo quería ser su amigo, así que nos tomamos un par de tazas de café y degustamos un par de pasteles e inmediatamente nos despedimos. La acompañe hasta la esquina de su casa; vivía cerca a el hotel de mi tía en el cual yo me hospedaba. Llegue y me eche a dormir. La chica más linda acababa de compartir mesa conmigo, estaba contento. Cuando amanecí al día siguiente sentí que tenia suerte porque había mucho mas de conocer de aquella chica, así que pensé en buscarla saliendo del trabajo, en buscar la forma de soñar con un final feliz. Las cosas entre los dos fueron mejorando. Cuando le conté, o mejor dicho, le evidencie que quería ser su enamorado. Las cosas empezaron a cambiar, el clima de la ciudad de el cual estaba yo encantado, por su sol radiante y su calor moderado, se empezó a transformar en días fríos. Coincidentemente la tarde en que sentí su rechazo llovió fuerte, mojo toda mi ropa de la azotea donde las tendía, pero fue la tristeza que sentí la que mojo mis mejillas con lágrimas que solté. Al menos rescato que en ese instante me sentí libre, sentí que podía continuar caminando en el mundo sin el peso de estar pendiente si algún día será mi chica, ya que conocía lo que en verdad sentía por mí. Concluí que no valía la pena seguir pensando en ella, sin embargo no quería quedar como una persona rencorosa. Así que cada vez que nos encontrábamos la saludaba, muchas veces no me respondía el saludo, u otras veces los hacía de una manera casi obligada. Quizás fui un tonto en seguir saludándola a pesar que ella casi me ignoraba. Pero sentía que debía continuar siendo cortés, que no tenía porque reflejar mi resentimiento.
Creo que al decirle que regresaba a lima y que posiblemente ya no me volvería a ver por un buen tiempo .Ella también recordó al igual que yo como nos conocimos y como fueron sucediendo las cosas entre los dos. Veía en su rostro que ella pensaba que lo hacía por ella, que me había cansado de insistir y que por eso decidí alejarme. A pasar de haber sido un tonto por haberle aun dirigido la palabra después de tantos desaires que me hizo cuando la salude, no lo era tanto como para dejar mi empleo en la ciudad para regresarme a casa y no volverle a ver la cara. Le dije la verdad: que mi contrato de trabajo acababa de vencer, que mis practicas profesionales habían culminado y que si ya no había nada por hacer aquí, lo mejor sería volver a casa después de mucho tiempo – aunque confieso que este fin de contrato me vena bien, pues no tenía ganas de seguir mirándola-.Faltaban un par de horas para salir de viaje, pero quise volver a mi habitación a terminar de preparar mis cosas. Nos abrazamos, ella me dijo que no me olvide de llamarla, que ya tenía su número – y si, sus números telefónicos y su correo electrónico los llevaba en mi agenda de trabajo- . Todo eso más que a un gesto diplomático, me sonó a una frase cachacienta, pues si nunca quiso mantener el contacto conmigo cuando he estado aquí, menos lo haría a la distancia.. Llegando a mi cuarto prendí mi reproductor de ; una canción en japonés empezó a sonar, no sabía lo que decía, pero el coro en ingles decía “lonely” (solo). Y en verdad estaba solo, pero era mejor estar así , al andar acompañado y solo llevarse decepciones ante el mal humor que ella siempre me mostro. Prepare mi maleta y deje mi agenda para guardarla en mi equipaje de mano que llevaría en la cabina del ómnibus que me trasladaría de retorno a casa. El taxi que llamo mi tía llegaría puntual en dos horas. Tome una merienda de despedida con mis tíos, luego regrese al cuarto y me cepille los dientes. Me acosté sobre la cama y sorpresivamente me quede dormido. Mi tía me despertó, me avisaba que había llegado el taxi. Salí apurado, me ayudaron a meter las maletas al auto y me despidieron. Camino al terminal observe la cuidad, recordé de lo lindo que hablaba mi abuela de esta su ciudad cuando me lo contaba de pequeño. La sentí que ella venia conmigo, como siempre había sido desde que nací. Ya viajando en el ómnibus hacia lima quise buscar en mi agenda el nombre de una canción que apunte ahí un día mientras que trabajaba la escuche, y uno de mis colegas me dijo como se llamaba esta melodía. Al buscar la bendita agenda no la encontré en mi maleta, la había olvidado en la mesa de noche de mi habitación. En realidad no tenía cosas muy importantes ahí, además de que mi tía la guardaría hasta cuando yo vuelva a ir por allá. Pero recordé que ahí estaban los números telefónicos de Celeste, pero pensé que en realidad por dignidad nunca la pensaba llamar. Antes de abrigarme dentro del ómnibus y acomodar mi cabeza sobre la almohada sentí que era muy buena la del destino de haber hecho que me olvide dicha agenda en esa ciudad.
pAnChO

No hay comentarios: