sábado, 16 de octubre de 2010

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA : El lucro loco o los locos del lucro


Según Kathy Kelly, quien escribió Mentes duras, corazones blandos, “el gobierno de EE.UU. dedica recursos voluminosos y mucha sofisticación para matar en Afganistán. Con muy poco que pase, realizar esas políticas está creando cólera… Un soldado de EE.UU. con sus botas en tierra de Afganistán cuesta cerca de 1 millón de dólares al año. Imagínense qué cosas buenas podrían hacerse con ese dinero para ayudar a la gente afgana. Un gobernador en Afganistán gana cerca de 1,000 dólares por año”.

¿Son conductas irracionales u obedecen a otra racionalidad? Me inclino por la última opción. Es imposible navegar permanentemente por la irracionalidad pues, en algún momento, el espejo nos devolvería la verdadera imagen y, entonces, todo estallaría. Y, como vemos, el mundo fabricado por el neoliberalismo estalla con frecuencia pero las piezas del rompecabezas, luego de saltar por los aires, vuelven a armarse. No representan nunca la misma imagen pero qué importa, para eso está la prensa, para ocuparse de adaptar nuestra visión a la realidad que quieren que veamos. Qué otro sentido tendría sino el apasionado matrimonio entre las corporaciones y la prensa.

Si luego de las catástrofes de las hipotecas sub-prime, más los fracasos de los países modelos en Europa, más la aparente retirada de Irak y la guerra imposible, casi de opereta, en Afganistán, las políticas marchan por el mismo cauce, es porque hay una racionalidad hasta en la locura. Es la racionalidad del lucro. Todo es lógico mientras produzca ganancias. Aunque el costo sea la destrucción del planeta, la concentración del capital en un número cada vez menor de personas, la necesidad de mantener guerras absurdas e, inevitablemente genocidas, y la posibilidad de que los estallidos económico-financieros, tipo hipotecas sub-prime se repitan. Como, de hecho, se repetirán. No hago apuestas pero para el goce lúdico puede guardar este artículo si quiere reclamarme en caso de error.

Veamos un ejemplo de 'otra’ racionalidad, a la que quienes tenemos una cosmovisión diferente llamamos estupidez y que se desarrolla en EE.UU.: El programa de atención sanitaria –que tanto se discutió y que llegó al colmo de ofender a Barack Obama tildándolo como socialista– costará en diez años tanto como cuestan en un solo año la defensa y la seguridad interior. “A pesar de ello, los presupuestos de defensa consiguen ser aprobados cada año sin un solo mitin del ayuntamiento, sin ninguna cobertura de los medios y, virtualmente, sin ninguna discusión en el Congreso”. ¿Qué significa? Solo que el ya mencionado matrimonio corporaciones-medios anda de maravillas y, en segundo lugar, que el individuo y la sociedad civil que componen la gran democracia del norte importan un carajo. Perdón, no tengo otra palabra y esta, además de sonar bien, le ayudará a recordar que no debe creer todo lo que le cuenta la prensa.

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