miércoles, 11 de agosto de 2010

La siesta

La siesta para mi es más que esa costumbre europea – específicamente en España-, para mi es la forma más natural que existe para recuperar fuerzas y continuar con lo que queda de la jornada en el día. No recuerdo como, pero solo sé, que hace muchos años la practico, y cada vez que estoy en casa luego de el almuerzo me entrego a ese placer de quedarse dormido y desconectarse de el mundo; e inclusive de los sueños y todas las fantasías realizadas que pueden suceder en estos.
Esa es la verdadera característica para mí que tiene la siesta: ahí, uno no está durmiendo como cualquier día , no está luchando por aprovechar al máximo las pocas horas que se tiene para dormir- ya que muchos vivimos en días agitados- , sino, que es una verdadera pausa que se hace en el día y que lleva el sabor de estar efectuando una escapadita de el mismo día y sus enredos , una huida pasajera de cualquier cosa por resolver en este día. Para someterse a ese placentero sueño que se siente y que sorpresivamente te va aislando de todo. Y cuando regresas en si, te sientes con las fuerzas necesarias para seguir en esta rutina y para enfrentar, una vez más, a estos problemas que hacen jodida la vida, pero paradojamente también divertida.
Científicamente dicen que hacer una siesta por el lapso de 30 minutos durante el día mejora la salud en general y la circulación sanguínea y previene el agobio, la presión o el estrés. Yo estoy de acuerdo con todo eso, pero también yo le agrego la magia que en si lleva consigo el hacer una siesta. Como escribía líneas arriba, la siesta tiene el poder de hacer descansar tu mente al 100%, ya que en ese lapso de 30 minutos- que confieso en mi caso pueden ser 40 minutos o más, y si es así, bendito sea Dios- no vives ningún sueño, no experimentas la realización de ninguna de tus ilusiones, es mas no resuelves ningún problema que tienes pendiente. Pero descansas como nunca lo has podido imaginar, y cualquier cosa que ande mal en la vida al incorporarte a ella, luego de la siesta, la asumirás como parte de la rutina y, por supuesto, como parte de tu existencia como ser humano en este mundo bastante complicado y precisamente por eso interesante.
Hace tres semanas que he regresado a la práctica de esta maravillosa costumbre de hacer mi siesta luego de el almuerzo. Creo que las circunstancias me lo permiten hoy, pero he llegado a la conclusión que en un futuro, así estas no me lo permitan, me las ingeniare para realizar mi impostergable siesta. Hoy día muy temprano empezó para mí el día, estuve en constante actividad física durante la mañana, en constante actividad mental después, pensando en que decirle a la chica que me gusta y luego de una hora de estar manejando ininterrumpidamente el auto llegue a casa con la idea de terminar de escribir algo, y así lo estaba realizando, hasta que llego la hora de el almuerzo ( el preámbulo para la hora más deseada por mí de el día), una reunión en familia , intercambio de ideas y posteriormente a hacer mi hora de siesta que con mucho orgullo fue así. Si, hoy fueron 60 minutos de olvidarme de todo y entregarme a ese sueño que de a pocos te lleva a el paraíso. Para luego levantarme y escribir esto, y sentirme feliz por haberlo olvidado todo durante una hora.
Parece una mentira, pero es así, son simple las palabra que he utilizado aquí para describir cual es el momento mas placentero de el día; el momento quizás mas estratégico para descansar el cuerpo y mente y, así, asegurar un mejor rendimiento en la segunda parte de el día. Y si no fuera así, si nuestro rendimiento no mejora luego de una siesta. Al menos estaremos más lucidos, con más ganas para hacer las cosas. No sé el por qué de tanta verticalidad por parte de algunos jefes, maestros o autoridades para mantenerse al frente de cualquier actividad a una persona de manera corrida y sin pausa- o en todo caso, solo para almorzar-, si al final lo único que ocasionan es deteriorar la salud. Y estoy seguro muchos de ellos no solo realizan una pausa en el día, sino, que viven realizando una pausa toda hora de el día, con todo el derecho de precaver su salud. Pero también que piensen en la de los demás. Por eso solo puedo cerrar este artículo, que de seguro para muchos, me revelara hoy como un holgazán o al menos como alguien que invita a serlo. ¡que viva la siesta!
pAnCho

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