lunes, 26 de julio de 2010

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA :Los negocios y el medio ambiente


Leía, en un artículo publicado en el suplemento económico de El Comercio, que las escuelas de negocios de todo el mundo ya están concentrando sus esfuerzos en el dramático cambio climático que estamos viviendo. Parece que se le está dando a este tema “un enfoque mucho más profundo y detallado”. Hay nuevos puestos docentes vinculados al medio ambiente y se llevan a cabo estudios de casos concretos.

Todo ello es bueno y elogiable pero, desafortunadamente, un tanto fuera de tiempo para las necesidades del planeta. Un profesor citado en el artículo dice: “Esto ha pasado, cuando yo estaba empezando a enseñar, de una especie de novedad, a convertirse en una parte central de nuestro negocio”. Subraya que el comité asesor de su escuela, integrado por ejecutivos de grandes compañías, le comentó hace poco “que los temas de sostenibilidad y medio ambiente deberían figurar entre los tres enfoques principales de la institución”. Y agrega: “Están profundamente comprometidos a hacer algo con respecto al cambio climático y necesitan un equipo que esté preparado”. Enhorabuena o quizá, para ser más justos, en hora tardía. Este tema, que el profesor citado consideró hace diez años una novedad, tenía ya en esa época un mínimo de veinte años de tratamiento en los foros científicos y en los organismos especializados del sistema de las Naciones Unidas.

Personalmente, he participado como observador de decenas de reuniones de científicos en las cuales se anunciaban los dramas medioambientales que estamos viviendo hoy. Tratar de difundirlos me aseguró el mote de 'despistado’, 'inoportuno’, cuando no de 'terrorista verde’. En ese tiempo nadie quería oír hablar de nada que perturbara los florecientes negocios mundiales. La prensa, obligada por su propio negocio, procuraba no hacerse eco de noticias que perjudicaran el entusiasmo de los mercados. Todo estaba bien, el progreso no tenía límites y solo los tontos, los saboteadores, los amargados o los dinosaurios de izquierda podían tener una idea adversa al maravilloso futuro que nos esperaba.

Hoy subsisten personas, cuando no personajes, que siguen chupándose el dedo y repitiendo el mismo anquilosado y falso discurso de entonces. Los glaciares se nos vienen encima, el mar sube, el calor activa nuevas bacterias y nuevas enfermedades, las lluvias devastan regiones otrora fértiles pero ahí están los optimistas de antaño repitiendo su evangelio de un futuro feliz. Ninguno de ellos, por supuesto, se plantea cuánta culpa les cabe por haber propiciado una impunidad total en el campo de los negocios y haber minimizado los controles que naturalmente deberían haber ejercido los estados. La factura del festival 'Hagan lo que quieran mientras produzca dinero’ es pesada y quizá al final de la misma pueda leerse el RIP que figura en los sepulcros. La codicia, asociada a una tecnología cada vez más eficiente, ha acelerado un proceso por el cual, sin exageraciones, las próximas generaciones tendrán enormes dificultades para sobrevivir.

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