viernes, 9 de julio de 2010

Dulce libertad

Cuando quise establecerme en ese corazón, no encontré acogida, no encontré el calor de hogar y concluí por saber que no era bienvenido ahí. Siempre puse lo mejor de mí; y aunque suena muy ridículo- razón por lo que no gusto escribir esto, ni menos decirlo-, puedo escribir que hice bien las cosas como para parar el reloj de mi vida en ese instante que creí que era el esperado por mí en toda la vida y quedarme en ese lugar. Para luchar por esa morada que encontré y por la cual hubiera pedido a Dios todos los días para que siempre sea mía, para que siempre sea el lugar que me acoja cuando regrese de largas batallas. Pero así son las cosas, así me sucedió a mí, y no fue una desgracia, mala suerte o un desvió de mi verdadero destino. Son simplemente las circunstancias, son esas chances que te da la vida para que sigas haciendo las cosas sin ataduras.Con esa libertad que estarias a punto de perder si tu enlazarias tu vida con la primera persona de la cual creees estar enamorado; pero muy conciente que de repente esa libertad no será para siempre y algún día encontrare a alguien que me haga sentir esa dulzura de las cadenas, ese placer de ser un hombre ya reposado en un hogar con alguien a quien elegí como mi compañera de toda la vida. Sin embargo los días corren y debemos hacer honor a nuestro generación de personas apuradas, si, de personas de vida agitada, que andan con el reloj en la mano y ya no en las muñecas; porque hasta para ver la hora en esa posición se pierden segundos. Y por supuesto nadie de esta época estaría dispuesto a perder el tiempo en ponerse a pensar por que sucedieron las cosas, que hicimos mal - que en mi caso considero lo hice todo muy bien,al contrario, de repente peque de noble- para que la vida nos traiga estos momentos solitarios y muy lejanos a lo que se puede considerar felicidad. Esos minutos hoy los aprovechamos en producir, sea en el trabajo o en los estudios, y sino es así, lo utilizamos para dormir. Para echarnos a la cama y descansar, muy bien abrigados en esta época de invierno, y soñando que todo allá fuera está solucionado. Pero con una pizca de realismo que mañana volveremos a ese veloz tren de vida que precisamente hace que esta sea divertida y no aburrida como la idealizamos en nuestros más afiebrados sueños.
Quise elegir como quería que sucedieran las cosas en este determinado asunto, y olvide – o mejor dicho, recién aprendí- que cuando el destino decide jugar al azar, a buscar en sus gavetas cualquier historia de amor o desilusión que tiene ahí para dártela sin importar quine eres tú .Debes aceptar lo que te toca vivir , aunque tu otro yo , como un verdadero loco, te hace intentar cambiar el rumbo de las cosas y corres a un lugar escondido a ponerte a planear y a llorar cómo hacer para que todo te salga como siempre lo has querido , o al menos ver las cosas como tus ojos quieren verlas. Creí que podía yo mismo decidir vivir en su corazón. Pensé en mi cabeza con mucha inocencia que llegaría hasta el final con ella, que estábamos representando un cuento de hadas- esos cuentos que nunca tuvieron, ni tendrán cabida en la realidad- y solo me di cuenta que hasta el final de mis días no podía llegar con una persona como ella, que siempre sembraba dudas sobre ella en mi mente , que le hacía falta a la lealtad y sobre todo que nunca tuvo definido que quería también compartir su vida conmigo. Hace mucho tiempo me paseo por las calles que con ella soñé pasearme haciendo alarde de nuestra felicidad, de nuestra alegría por habernos al fin encontrado en la vida. Si, habíamos caído en ese juego de pensar que las relaciones pueden funcionar teniendo su origen en el amor a primera vista- al menos yo lo pensé así-, dejando de lado el conocer la profundidad de nuestras almas y hacer compatible nuestros corazones. Por eso hoy mi caminar, por esas calles soñadas caminando junto a ella, es tranquilo; respirando el aire fresco, protegiéndome de el frio y gritándole a al viento que pasa arrastrando hojas de esos antiguos arboles que hay alrededor, – soy tan libre como tú, y puedo arrastras así como tú esas malas hojas que quieren formar parte, pero no lo harán, de el libro de mi vida-. Cientos de carros que pasan a toda velocidad no notan que grito como un loco, y si lo notaran no les llamaría la atención; ya que saben que en esta vida todos andamos medios locos y algunos completamente locos. De regreso a casa y caminando por esta avenida que se hace interminable cuando uno quiere reflexionar, cuando quieres pensar un poco en resolver mis dudas. Decido que no intentare instalarme otra vez en otro corazón, tengo claro que no deseo entrar a esos lugares a la fuerza. Sino que esperare que las cosas se den sin darme cuenta, y que un día me vea a mí mismo dentro de ahí mirando los globos y carteles menbretados con la palabra “Bienvenido”. Ese será el momento cuando habré comprendido que el destino hizo su trabajo y me coloco en el lugar a donde tenía que llegar; a ese corazón que el escogió al azar de su gaveta para mí. No hay más que escribir, no hay más que contar. Solo pararme en la ventana de casa y mirar esos vientos que soplan las vidas de muchas personas hacia diferentes direcciones y que se burlan al saber que uno quiere ir contra su naturaleza devastadora, arrolladora, pero también aleccionadora.
Que los vientos te sean provechosos.
pAnChO

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