viernes, 25 de marzo de 2011

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA : Rústicos y prepotentes


La Casa Blanca, a pesar del 11-S y del asesinato de Kennedy, solo confía en su capacidad cuando de seguridad se trata. Obama llegó a tierras sudamericanas rodeado de agentes y diplomáticos que, para cuidarle, llegan a la grosería hasta con los dueños de casa. En el almuerzo ofrecido por el canciller brasileño al visitante, los miembros del gobierno invitados por la presidenta tuvieron que someterse a una humillante revisión antes de entrar al salón donde 25 mesas esperaban a los 150 invitados, cuyos nombres igualmente fueron aprobados previamente por el protocolo de la Casa Blanca. Dice un periodista brasileño: “Como respuesta, varios de ellos se negaron a saludar a Obama y a su esposa. Y al menos uno, luego de saludar a Dilma Rousseff, prefirió volver a casa sin el insípido almuerzo ofrecido al norteamericano”. Lula agradeció la invitación pero no asistió.

Ya en Río de Janeiro, ni el gobernador de ese Estado ni el alcalde de la ciudad fueron autorizados a acompañar a Obama en su visita al Cristo Redentor, ni pudieron invitar a quien ellos querían al almuerzo de bienvenida sin pasar por el protocolo de seguridad de la Casa Blanca.

Otro hecho que expresa la falta de delicadeza, en este caso del propio presidente de EE.UU. y no de los robots que lo rodean, fue dar la orden de atacar a Libia mientras Obama estaba en su reunión privada con Dilma Rousseff en la sede del gobierno brasileño. “A cierta altura del encuentro, que duró 40 minutos, un asesor se acercó al presidente y le entregó un papelito. Obama pidió excusas y allí mismo, por teléfono, dijo un alto y claro 'procedan’”. Minutos después empezó el bombardeo de la flota naval gringa sobre Libia.

Lo único que no pudieron hacer los gringos es escribirle el discurso a Dilma y esta le lanzó una estocada diciendo que “una relación comercial más justa y equilibrada exige que se rompan las barreras que se levantan contra nuestros productos” y abogando por “reformas urgentes en el FMI y el Banco Mundial”.

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