sábado, 5 de marzo de 2011

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA :Las tretas del FMI


El Fondo Monetario Internacional (FMI) insta a apoyar la devaluación del dólar frente a las otras monedas. Lo que no explica es cuáles serían los costos de esta medida para los países ahora llamados emergentes abaratando las importaciones en dólares. Si los países del área latinoamericana accedieran a revaluar sus monedas, los productos de los EE.UU. tendrían más chance de ingresar en los mercados locales y desplazarían la producción local, o lo que de ella ha dejado en pie la fiebre neoliberal. Ayudaríamos de este modo a que la superpotencia, que gasta miles de millones en guerras absurdas y en bases militares distribuidas por todo el planeta, se vuelva más competitiva comercialmente. Mientras que, dice un experto, “a los exportadores latinoamericanos se les tendría reservado el impacto inverso: más dificultades para entrar en países del 'área dólar’ porque sus productos se encarecerían respecto de los locales en esos mercados.”

La otra propuesta del FMI es ponerles techo a los precios de las materias primas, lo que significa que los países exportadores sacrificarán sus precios en beneficio de sus compradores, entre los que se encuentran, además de muchas naciones pobres, no pocas naciones muy ricas. La idea sugerida al G20 no resultó. Nunca hubo una preocupación semejante cuando los productos manufacturados se encarecían permanentemente y las materias primas, hoy en alza constante debido al ingreso de nuevos consumidores, se devaluaban y sumían en el hambre y la desesperación a decenas de naciones pobres.

La postura del FMI y de otros organismos internacionales revela la esencia de su compromiso inalterable con un sistema que ha multiplicado, en medio de la riqueza, el número y la dimensión de los focos de pobreza. Para ellos, la solución sigue siendo la transferencia de ingresos en favor de los países centrales. Total, nosotros ya estamos acostumbrados a la pobreza.

Felizmente la correlación de fuerzas ha variado y lo que ayer nos hubiese sido impuesto, hoy queda estancado en su propio absurdo.

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