viernes, 28 de enero de 2011

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA : ¿Narcotráfico forever?


Hay analistas que afirman que el 95% de las ganancias de la cocaína se quedan en bancos de Estados Unidos y que tan solo el resto retorna a las mafias latinas. También afirman que si hoy se detuviera ese tráfico, las economías de Nueva York y Miami se verían en problemas. Son solo afirmaciones pero su verosimilitud es alta, pues se corresponde con el poco entusiasmo y dinero que se invierte en crear alternativas novedosas a la lucha contra este flagelo y la indiferencia casi patética a tomar la decisión para estudiar en profundidad la legalización de las drogas que comercializan los narcos.

Las raíces del problema son tan hondas que cualquier propuesta puede sonar superficial. Simultáneamente es fácil colegir que intereses muy poderosos en sectores influyentes de la sociedad impiden intentar una solución que no sea la hasta hoy empleada y que evidencia, de acuerdo con los resultados obtenidos, poca o ninguna disposición a resolver el problema.

Otra visión, también compatible con la realidad, es que la llamada “guerra contra el narcotráfico” es una cortina de humo que permite a Estados Unidos, aduciendo el manido tema de su seguridad interna, presencia e intervención en otras regiones del planeta. Resulta, cuando menos, curioso, que Afganistán, primer productor mundial de opio, haya recuperado ese sitial luego que Estados Unidos y la OTAN desalojaron a los talibán del gobierno. Existen incluso investigaciones, prontamente silenciadas, del Senado de los Estados Unidos sobre utilización de dineros provenientes de la droga para que su país financie operaciones encubiertas en otros estados. Basta recordar el caso Irán-contras que sumió a Nicaragua en una larga guerra para concluir que debe haber muchos otros igualmente graves.

La humanidad posee recursos y tecnología suficientes para resolver problemas como el mencionado y muchísimos otros ligados a la salud y la alimentación. Si no lo hace es porque detrás del poder visible hay intereses económicos a quienes perjudican estos cambios.

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