viernes, 7 de enero de 2011

EN MI CORAZON

Que mal he quedado. Es lo primero que se me vino a la mente cuando desperté de aquel sueño que termino convirtiéndose en pesadilla. Que agoto todo mi tiempo y mi paciencia; y que me volvió a ubicar- si algo bueno saque de esta situación- en el lugar donde siempre estuve: la soledad, y del cual debo intentar salir solo con la seguridad que será para bien; que mi aventura en nuevos caminos no terminara en otro fracaso.
Una fría mañana de fines del mes de junio del año que paso ella entro a mi mente como quien atropella a todos los ocupantes de un ómnibus que ya está lleno. Y ese ómnibus que era mi mente se encargo de reducir el número de pasajeros hasta que este luzca vacía y solo pueda viajar durante mucho tiempo ella. Así fue como llego a mi vida, así fue como empezó este sueño que no solo se apoderó de mi mente, sino también de mi corazón. Aquella chica sin saber nada y ahora estoy seguro sin quererlo llego a convertirme otra vez en un hombre enamorado, en un hombre ilusionado y con mucha simpatía hacia ese tipo de amores que te ciegan tanto que te hacen pensar que lo imposible se puede lograr. Decidí desde aquella mañana del mes junio que debía emprender ese viaje que anteriormente me había llevado a lugares desolados, a guerras perdidas y sobre todo a desilusiones por montón. Estaba sumergido en un sueño por el que daba todo para no ser despertado, pero también por el que hubiera dado aun mas por hacerlo realidad. Había tirado por la borda toda esa experiencia que a mí mismo me decía tener sobre el no enmaromarse y jugar a perdedor. Toda esa sabiduría que creía tener sobre el amor era falsa o simplemente no servía para esta ocasión en que sentía que sospechaba que me enamoraría, me idiotizaría para creer en los finales felices. Tremendo error que cometí, este debía de pasarme una alta factura que en ese momento no la recibí, pero que hoy ya la estoy pagando.
En parte, yo tenía derecho a volver a ilusionarme y a dejar de lado aquella desconfianza hacia el amor que había llevado conmigo en los últimos 3 años. Pero no tenía derecho conmigo mismo- específicamente con mi corazón-, a ilusionarme y llevar toda esta historia a una utópica felicidad que término explotando esa mañana en que ella por primera vez me dejo de sonreír e impuso su seriedad para cortar todo tipo de esperanza que empezaba a crecer en mí. Algo digno de reconocer en ella, pues no quería seguir ilusionadme. Algo que ya había hecho sin querer.
Los casi 5 meses que viví incrementando esa ilusión en tenerla fueron de constante duda entre si sentía algo por mí, o si no lo sentía. Pero en esta mente ilusoria, errática y masoquista terminaba ganando la idea de que sí, que en su corazón empezaba a abrirse un espacio para mí; que esta vez estábamos predestinados a enamorarnos y por fin yo le confesaría lo que siento por ella con la seguridad que me daría un “si” como respuesta. Para mí- el mismo hombre ilusorio de toda la vida- cada mañana que nos encontrábamos en el parque e intercambiábamos un saludo, era una pequeña señal de que quería compartir conmigo algunos minutos de vida o quizás todos los de su existencia.
Fui un iluso, un tonto y sobre todo un irresponsable al exponer a mi corazón a esta nueva decepción. Pero aun más negligente al culpar de todo esto siquiera por un momento a ella. El culpable era yo por crear en mi cabeza medio loca la estúpida historia que ella que sentía algo por mí, cuando en verdad solo nos conocíamos de cruzarnos en le parque y otras veces en el paradero de ómnibus. Craso error el que cometí, no tengo disculpas para mí mismo, no puedo andar equivocándome todo el tiempo. Es más, no debo pasar esto de largo. Debo imponerme a mí mismo un tipo de sanción, algo que me garantice que no volveré a errar de esa manera y terminar derrotado y creyendo que las cosas siempre sucederán así.
Nunca debí pensar que en esa historia terminaría siendo un triunfador, que estaba asegurado mi éxito en el amor. Como tampoco, nunca debo darme por derrotado y dar por perdida una batalla. Solo debo aprender a tomar las cosas con calma, encontrando así en los acontecimientos que me suceden a diario un término medio entre lo bueno y lo malo. Debo guardar sonrisas para momentos en que en verdad las necesite.
Si existen planes que el destino esta guardando para mí en estos asuntos amorosos. Esta vez sí tomare las cosas con toda la tranquilidad posible; solo me embarcare en un proyecto en el que me sienta invitado e incentivado de una manera evidente por parte de ella – quien aun no se quine será, ni mucho menos si ya la conozco- y sin tener en mi aquellas dudas sobre si todo será verdad en el creer que también ella siente algo por mí. Por lo menos las mañanas aquí en lima ya son soleadas. El verano parece que llego con fuerza y con el algunas esperanzas que las cosas saldrán bien esta vez.
Hoy la vi de nuevo, en su sonrisa ya no encontré la misma esperanza que movió mi corazón y le dio de una manera bastante rara sentido. Hoy solo vi a una persona frente a mí que quería ser mi amiga, que me extendía otra vez su mano para ser grandes compañeros. Hoy por la tarde luego del almuerzo pensé que era dichoso en conocerla y en estar aun vivo después de ese intento suicida de querer conquistarla. Ahora en la noche mientras me preparo para dormir y mientras trato de terminar de escribir esta columna- con la duda de publicarla o no- me asomo al espejo que siempre anda frente de mí: me miro una y otra vez como si nunca me hubiera visto antes y trato de buscarle una explicación a todo lo que me sucedió con ella. Y no lo logro entender, no hay nada que decir, no me lo podre explicar. Pero ya que estoy frente a este cristal, que muchas veces reflejo mis sonrisas, me decido a repetirme algo a mi mismo mirándome en él: “con los años y la experiencia adquiridas esa intuición para saber quine te dirá que si, y quien te dirá que no ya no te ayudara para no volver a ser un gran idiota.
pAnChO

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