miércoles, 29 de julio de 2015

La casi, casi felicidad

Hace unos días recibí un mensaje de una persona que había leído este blog. En ese momento, me sentí contento de  que las columnas escritas en este blog causaban algo en los pocos o muchos lectores de este. En esta ocasión quien me escribió me preguntaba del  por qué siempre suelo recalcar que no creo en la felicidad absoluta, y más bien, siempre escribo,   ‘la casi, casi felicidad’. Como ya en otras ocasiones había recibido también algunos comentarios sobre esta creencia de la ‘no felicidad plena’, decidí hoy el ocuparme de explicar, a mi manera,   en esta nueva columna o publicación, porque pienso así.

Entonces, si darle tantas vueltas, procedo a explicar el por qué  pienso así. Y dejo a todos, quienes me leen, que escriban  sus sugerencias, e inclusive si estas afirman o  indican que estoy equivocado.

La felicidad es un término muy ligero. A mi parecer, algo casi inexistente desde el punto de vista que la vida es vida porque lleva consigo obstáculos que debemos de resolver a diario, para así conseguir la tranquilidad que buscamos. Puede que este trabajo  nos tome horas, días, meses y hasta años. Y es ahí cuando el criterio, que todo llevamos con nosotros, hace su aparición   para que   tengamos la paciencia suficiente para ver que las cosas se arreglen o la decisión  para  poder acortar el camino hacia las posibles soluciones, pues toda espera innecesaria  atormenta.
Sin embargo, por el hecho que la felicidad no exista a ciento por ciento, no se pude hablar de una  tranquilidad, una alegría y una paz  inalcanzable; esa  misma  que todo ser humano anda buscando y que bajo ciertos principios si la llega a alcanzar. Si, esa felicidad a la que muchos llamamos:’ la casi, casi felicidad’. Para nadie es un secreto que entre eventos afortunados y desafortunados transcurren nuestros días. Y que no existe   alguien que  diga  que su camino o ruta hacia su objetivo fue del todo fácil. Que para él o ella  no existe esos  días en que se   tiene la sensación que algo no camina bien o  que las cosas no terminaran como uno la espera. Pues, en esta vida, todos los días son así. Ni siquiera en los días  más festivos uno deja se sentir algo de temor y nervios por como saldrán las cosas. Ya que  siempre   hay la sensación  que las cosas  salgan mal.
 Quien logra entender todo eso y aprende a convivir y controlar todas esas  sensaciones;  es quien está apto para vivir una vida plena. Reconozco que muchos aun andamos en ese proceso. Y  que aún  nos quedan  las viejas costumbres de vivir el día a día en preocupación  por lo que podría suceder, por lo que no sucede y por lo que de todas formas sucederá. Sin embargo, hoy en el ejercicio de buscar vivir una vida plena, poco a poco nos estamos sintiendo más libres de una vida de innecesarias  preocupaciones. Ojo, las preocupaciones también son parte de la vida. Ya  que a   bases de ellas se resuelven problemas y  se obtienen logros. Pero  estas nunca pueden ejercer el control de nuestra vida y tampoco no todas están a la altura de poder tomar parte de nuestro tiempo y de  nuestra salud.
Todos hemos buscado la felicidad en algún momento de nuestra vida. Otros la siguen buscando, aun,  bajo ese término. Y es por eso que la mayoría de personas piensa que no es feliz, por lo cual  se sienten frustrados en mayor o menor medida. Como decía anteriormente, no existe la ‘felicidad’ en toda la dimensión de la palabra.  Existe la posibilidad, y al alcance de todos, de estar cerca de ser felices. Y eso  ya es  bastante, claro está. El mundo nunca funciona como uno lo soñó, ni nosotros debemos sentirnos mal porque las cosas no pueden salir como uno quiere. Escuchamos a diario historia de personas felices, ya sea porque ostentan diversos grados académicos, grandes conquistas del sexo opuesto, familias constituidas, grandes fortunas, objetos valiosos, viajes y todo lo demás. Pero la vida para alguien común y corriente no es así, y por eso no se puede hablar de que estén lejos de ‘la casi, casi felicidad’. Porque ni con todo lo material y todos los reconocimientos, ellos  han alcanzado la felicidad deseada. Porque a mi parecer, lo repito, nadie la va alcanzar. Pero puede ser que a su manera, ellos  si hayan alcanzado  ‘la casi, casi felicidad’ .Pero lo bueno e increíble es que todos podemos alcanzar la ‘casi, casi felicidad’. Esta  no está negada para nadie. Ni nadie es el patrón de esta para  otros. Ni muchos menos  de nadie depende que nosotros tengamos ese sentimiento que estemos tan cerca de la felicidad.
Solo hay que partir del punto de vista que la vida consta de problemas, de días de constante lucha, de fracasos y todo lo demás. Y estemos donde estemos, con quien estemos y tengamos los recursos que tengamos, siempre deberemos de resolver problemas y ser conscientes que muchos de ellos no tienen la solución pero tampoco el poder suficiente para derribarnos del todo. Y es ahí cuando empezamos el camino a la ‘casi, casi felicidad’. Una sensación que no es estática, pues  siempre  anda en movimiento. Así, hay días que no son tan alentadores, que lo mejor que hemos alcanzado parece no ser suficiente para mantenernos en buen ánimo o en tranquilidad. Pero ahí está nuestra capacidad de lucha,  nuestra habilidad de poder negarnos a la destrucción por parte de nuestras ideas  que solo son un reflejo de lo que sucede en el momento.   Pero lo bueno es que también para los malos momentos se cumple el dinamismo de los sentimientos negativos .Por lo cual siempre volverán los buenos momentos.
A mi parecer, existen ciertos puntos que podemos practicar para estar casa vez más cerca de la felicidad. Y no necesariamente en este orden:
1.     Valorar todo lo  bueno con lo que contamos. Y  basar en eso nuestra alegría.
2.     Dejar de lado esa falsa idea que  muchos somos mediocres o conformistas porque nos sentimos contentos con lo que hemos conseguido. Quizá, para otros  es poco lo que hemos logrado, pero esto  para notros es suficiente para nuestra ‘casi, casi felicidad’
3.     Entender que en esta vida para conseguir ciertos objetivos, hay que trabajar y sacrificarse. Pero hay cosas,  en la cuales  que no vale la pena en invertir energías.
4.     El sentido de responsabilidad será una clave fundamental para que los tuyos, sobre todos tus descendientes, estén bien. Por tanto hay que aprovechar las oportunidades que se nos presentan. Siempre es bueno algo de disciplina. Pero tampoco hay que matar la salud.
5.     Nunca está de más el hacer un plan de las cosas a  realizar o resolver. La vida es un constante estrés. Quizá, podríamos luchar contra esta enfermedad si practicamos el orden, la planificación. Y sobre todo si sabemos el prevenir cualquier mal tiempo que podría darse.
6.     Una sonrisa nunca está de más. Es verdad que hay momentos en la vida de seriedad. Pero también hay momentos en que debemos de sacar nuestra mejor carta que llevamos de bajo de la manga: una sonrisa.
7.     Nadie es tan importante como para que pueda condicionar nuestra ‘casi, casi felicidad’. Ese sentimiento depende de nosotros. Y si existiera una excepción a la regla: ellos podrían ser nuestros  familiares más cercanos. Siempre que estén pasando un mal momento, y eso por ende nos afecte.



     pAnChItO







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