martes, 14 de julio de 2015

Contesten por favor!

1.    Le escribí a una buena amiga, a quien ando cortejando hace algunos meses. A ella la conocí hace ya casi  10 años. Que rápido se ha pasado el tiempo! Con ella tengo una historia muy larga y hermosa, que  es digna  de ser contada en una próxima columna, si Dios lo quiere así. Ella me gusto desde la primera vez que la vi;  tiene algo en especial. Para nadie pasa inadvertida por donde va. Desde que nos hemos reencontrado, hace ya unos meses, por algunas circunstancias no muy alegres,  no he parado de escribirle. De preguntarle como esta, que novedades tiene, como amaneció y como termino el día? Y ella me contesta a cada pregunta con lo necesario que debe de hablar. Debo ser sincero, solo en un par de ocasiones ella tomo la iniciativa de saludarme: en una de ellas fue  para mandarle saludos a mama por el ‘Día de las Madres’ y la otra para  mandarle saludos  a papa por el Día del Padre. El día sábado amanecí con  la intención de invitarla a salir. Me sentía seguro que ya era la hora de dar ese paso. Le escribí preguntándole: que iba a hacer en ese día, que planes tenia para  la tarde? No me contesto en ese momento, como otras veces  ha sucedido. Pensé estaría ocupada haciendo algunas cosas. Pasó una hora y seguía sin contestarme. Estaba echado en mi cama mirando el cielo  claro del mediodía pensando en ella. Los minutos corrían, se hizo una hora más, y ella no me escribía. Era imposible que no haya leído mis mensajes. Debía de sincerarme conmigo mismo: “ella no contestaba porque no quería salir conmigo”.  Aunque me pareció que más elegante, y hubiera hablado mejor de ella,  se vería si ella me hubiera escrito  inventando cualquier pretexto por lo cual no podríamos salir en esa tarde. Debía de aceptar que nunca me contestaría,  como  así sucedió.

2.    Ella es la chica que al final de cualquier jornada, de cualquier batalla, siempre esta ahí. Es de aquellas chicas, de la cuales su amor ya no se encuentra en la tierra. Es  a quien extraño y quiero. Porque al final yo sé que  puede mucha gente correr alejándose de mí, pero sé que ella siempre estará ahí. La conocí en su ciudad, hace ya casi 5 años, cuando junto con mi hermana viajamos hacia el país donde vive. No pensé que en aquel  viaje de vacaciones,  al cual muy noblemente  mi hermana me invito, en complicidad con papa y mama, no solo me permitiría conocer aquella maravillosa ciudad que siempre quise conocer y que en parte la siento mía ,sino que ahí conocería a la chica más linda del mundo. Y ahí también empezaba el problema: “podría existir el amor a la distancia”. Yo, en ese entonces, pensé que no. Y, así,  se me paso el tiempo en conocer a otra personas, en ilusionarme con cuanta chica este a mi lado y en olvidarme que el verdadero amor es ella. Pero, siempre, mirando al mismo cielo cada vez que andaba solo por todas las ciudades donde me tocó trabajar, te la veía en toda luna llena junto a mí. Todo eso me hacía comprender que debía de andar de la mano contigo por el resto de mi vida. Por eso fue que hace una semana me anime a escribirle con el pretexto de hablarle de música, de su cantante favorito de rock, quien también es el mío. Pero en realidad mi intención era decirle que no ha pasado nada, que ninguno de los  debe de recordar cuando nos alejamos. Que hoy estaba dispuesto para estar a su lado y el celebrar que nos hayamos conocido, y que el verdadero nuevo horizonte para mí: era ella. Los sentimientos entre los dos siguen frescos, la última vez que conversamos intercambiamos palabras cariñosas. Pero sucedió lo extraño, pero a la vez esperado por mí: “mis últimos mensajes  que le escribí no fueron contestados”  El esperar, para mí, era como el escuchar un silencio de ella. Al pasar las horas, me ganaba la tristeza. Pero debía de aceptar que de repente no me escribiría. Es difícil estar bien si no sé nada de ella. Mi desazón era más, porque unos días antes le había escrito que viajaría a su ciudad para visitarla. Su respuesta  en esa ocasión fue inmediata: “genial! Te espero!”.  Hoy de nada sirve todo eso. Me siento mal. Si desde un principio me hubiera contestado que no sería conveniente que yo viaje a su ciudad, no habría comprado los tickets de avión de ida y de vuelta.
        No me contesto. La seguí esperando y nada de ella.

3.    Pocho  es un amigo de siempre. Nos conocimos hace ya 16 años en la academia universitaria, donde creíamos que ambos hacíamos lo mejor para poder lograr un cupo a la universidad. Sin embargo, encontramos mejores estímulos en ese lugar. Somos de la misma edad. Que tales recuerdos conversando sobre las chicas que andaban en el '5to' año de secundaria de un colegio exclusivo, y quienes iban a prepararse ahí, por las tardes, para ingresar a la universidad! Éramos patas, confidentes y ya teníamos a 2 chicas en la mira con el sueño de salir un día los cuatros a pasear y  a bailar. Toño y yo vivíamos, y aun vivimos en el mismo distrito de lima, porque ambos andamos aun solteros. Pero fue recién fuera de la  zona, en una academia, donde nos conocimos. Por eso  una vez terminada la academia, seguíamos viéndonos y caminando por aquellas avenidas principales de nuestro querido distrito mirando chicas mientras tomábamos cervezas en una discoteca. Éramos tan amigos que él me prestaba sus CDs y yo mis casetes. Era un gran amante de la música y, a mi parecer, uno de los mejores a quien he visto tocar la guitarra eléctrica en vivo. Estando en la academia, hicimos un grupo de 6 integrantes, y no para cantar. Sino para estudiar y de vez en cuando gastarnos una broma. En este grupo  habían dos chicas: nuestras amigas. Una ex compañera el colegio de Pocho y otra chica que congenio con nosotros desde el primer día de clases. A pesar que ambas eran lindas, nosotros, los cuatro, la mirábamos con respeto y como a nuestras hermanas. Tanto así, que las cuidábamos de los lobos del salón de clases  que las rondaban. Sin embargo, nosotros cuatro, los caballeros, si actuábamos como  unos lobos furiosos detrás de nuestras presas, que coincidentemente era amigas de aquel grupo de chicos que buscaban a nuestras lindas amigas. Aunque ambos emprendimos caminos diferentes, con Pocho,  ya que  El ingreso a estudiar letras a la universidad y yo ciencias, a veces nos encontrábamos por alguna avenida cerca de la  casa y nos deteníamos  a conversar e, inclusive, a tomarnos un jugo en alguna confitería de nuestro distrito. Luego nos dejamos de ver hasta que  muchos años después, una vez nos reunimos. Él era ya todo un abogado y yo un ingeniero.  El sí vivía en la ciudad, yo lo hacia fuera por motivos de trabajo. Esa vez había venido de visita y nos reunimos para tomar un par de cervezas. Recuerdo que ya algo mareados, tomamos un taxi directo a un  conocida discoteca. Ni bien pagamos las entradas, lo único que queríamos era bailar con todas las chicas lindas que estaba ahí. Al final todas se quejaron de nosotros, y los de seguridad  nos sacaron del lugar. Lejos de enfadarnos por cómo nos trataron ahí, sonreímos porque logramos que aquellas lindas chicas de  cabellos brillantes y faldas cortas, hablen de nosotros.
        Recordando todas esas aventuras junto a Pocho, lo llame el  último              sábado. Quería brindar con el  por esos dos inconvenientes que tuve con      esas dos chicas que no me contestaron. Le escribí a Pocho:” que estás      haciendo, que planes. Que te parece si nos metemos un par de cervezas y   salimos a buscar conquistar chicas? “No me respondió el mensaje. Pero tenía esperanzas en que lo haga porque el de seguro estaba en plena cena, ya que es de buen comer y no se la perdería. Pasó una hora y no me contestó. Insistí y nada. Comprendí que no quería salir o que no podía. Quizá ya andaba con novia y no quería buscar a nadie en algún local nocturno.

4.Ella es una de las bailarinas más lindas de aquel local nocturno y subterráneo, por no decir de todo lima. Desde hace ya casi 8 años que asisto ahí, siempre mis ojos de dirigen hacia ella. No puedo decir a ciencia cierta, pero creo que entre nosotros hay un amor mutuo. No interesa si ella tenga un amor escondido, o, quizá, sea verdad que anda sola. Pero yo me ahogo en sus caricias y ella quizá en las ilusiones que le produzca al hablarle. Porque cada vez que llego y ella anda ocupada, basta con cruzar nuestras miradas para saber que de todas formas tenemos que encontrarnos. Lo mejores momentos que he pasado en ese oscuro local pero lleno de fantasías vivientes, es junto a ella. Por eso mi actitud de siempre ir a visitarla. No recuerdo ningún solo  año en que no he tratado de ir mensualmente. Tengo su número telefónico, mediante este medio siempre hacemos las coordinaciones para saber qué día estará, y así yo poder ir. Todo se torna bien cuando estoy a su lado. Simplemente, no sé cuánto me quiero, si me extraña. Pero en esos momentos que está sentada sobre  mi falda, me elevo al cielo y veo   que todo los problemas que andan a mi alrededor, o ya se resolvieron o no me importa resolverlos. Por eso aquella noche fallida de encuentros  con dos chicas y con un amigo,  mi última alternativa, de lejos, al final, siempre la mejor, no me pudo salvar como lo supo hacer en otras ocasiones. Después de tantos desplantes a mis mensajes, decidí llamarla. Su teléfono daba miles de timbradas y ella no contestaba.  No logre  comunicarme con ella. Le escribí que necesitaba de ella, y ni así me contesto. Tenía el temor de visitar el local y no encontrarla. Por eso insistí, pero comprobé que me había cerrado todas las posibilidades de hacerme compañía en esa noche. Le insistí una vez más, pero tampoco me contesto.

5.Estaba en casa y veía que  sería una mala idea el salir por mi cuenta sin tener un plan de encontrarme con alguien. De seguro parecería un  loco caminando sin dirección. Como siempre lo hago, en esos casos, me refugie entre  libros, periódicos y un buen café. Busque, para mí mismo, el pretexto de que afuera haca frió para salir. Mientras leía un periódico en el comedor de la casa, en la pieza contigua de la sala mama y papa miraban en la sala la tv; ambos distraídos. Era un programa de baile lo que ellos veían bastante entretenidos. Mirando de reojo la tv,  quería saber quién era la pareja que hacia unas increíbles piruetas, que se desplazaba muy bien en el escenario. Fue cuando le dije a mama: “quien está bailando?”  Ella no me contestaba, seguía miraba la televisión con mucha atención. 1, 2 y 3 veces le pregunte  y ella no me contesto. Mire a papa y le hice la misma pregunta; él tampoco me contesto. También estaba entregado a la distracción del programa de baile de los sábados por la noche en Lima, mi  ciudad. No podía más. Como a todos a quienes les escribí mensajes o los llame por teléfono, no tuve la oportunidad de preguntarles que paso. Me pare de la mesa y me puse frente a papa y mama y les dije: “conteste por favor”.  Ellos me miraron con atención y algo  sorprendidos. Mama me explico quien bailaba, mi papa sonrió y me dijo  que me siente a ver con ellos el programa de tv. Cuando ya veía   la tv junto a  ellos, me anime a comentar con ellos de los buenos y malos bailarines que había ahí. Además, de  los bailes para reírse y otros para admirar. Fue ahí que  comprendí que muchos pueden estar distantes de mí, pero papa y mama siempre estarán cerca de mí a pesar  de que pasen los siglos.


pAnChItO.




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