martes, 17 de mayo de 2011

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA : Resistencia al cambio



Escribíamos el viernes sobre la resistencia al cambio. Subrayábamos, a partir de un texto de Edgar Morin, que “nuestro sistema de ideas no solo está sujeto al error sino que protege los errores e ilusiones que están inscritos en ellos”. En suma, ser crítico frente a la propia concepción de la realidad tiene casi el carácter de una hazaña. Y así como ayer lo vimos con quienes apostaban al comunismo y convertían el supuesto gobierno del proletariado en una inmensa y anquilosada burocracia, hoy lo apreciamos en quienes apuestan por el neoliberalismo y son incapaces, luego de haber provocado la crisis más grande desde 1929, de formular una crítica seria y sensata a sus objetivos y métodos.

No ha aparecido hasta ahora el Gorbachov neoliberal que acepte que el sistema marcha hacia una vía muerta y que, además, amenaza con aniquilar lo que queda de nuestro medio ambiente debido a la explotación desproporcionada y contaminante de los recursos naturales. Hay algunas personas, por ejemplo, que se ufanan porque el parque automotor limeño aumentará en 100,000 unidades este año o porque los vuelos, que destrozan la capa de ozono, se multiplican.

Piensan en crecer sin pensar jamás en las consecuencias, lo que indica un grado de alienación vecino a la imbecilidad. Se trata de una lógica que subvierte la tendencia elemental de toda especie viva que es la de seguir viviendo. Y para seguir viviendo es imprescindible tener un hábitat. Para la muchachada que se entusiasma con el desarrollo al estilo capitalismo salvaje ese es un tema menor. Ni siquiera se lo plantean y cada vez que lo hacen a nivel internacional posponen la respuesta para la próxima reunión. Decía Morin: “El logro del siglo XXI debe ser que los seres humanos no sigan siendo juguetes inconscientes de sus propias ideas y de sus mentiras”. ¿Lograremos avanzar en ese sentido? Lo dudo. Sobre todo viendo la endeble estructura moral que sustenta el quehacer de los medios de comunicación y su tendencia suicida a privilegiar los intereses coyunturales por sobre los principios.

No hay comentarios: