martes, 31 de mayo de 2011

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA : La 'imaginación’ del poder mediático



Pregunta: ¿Son los juegos de palabra una expresión de imaginación creativa o solo una travesura destinada a distraernos? Depende: si van más allá de lo evidente, puede llegar a ser creación pura; si se quedan en la gracia elemental pueden, más bien, causar cierta vergüenza ajena.

Leía a un aguerrido (cuando le conviene) periodista, devoto confeso del orden establecido y con una K (doble) gigante sobre su cabeza, referirse a la vocera de Gana Perú, Aída García Naranjo, como Aída García “Naranja Mecánica”. No es en absoluto ofensivo, pero sí ligeramente estúpido. Es como si yo escribiera Rafael Rey de Copas o Martha Chávez de Caracas. O como si jugáramos con las iniciales de los nombres de pila de los candidatos presidenciales. Decir, por ejemplo, que si gana K y sale segundo O, el país quedará KO, y que, por el contrario, si gana O y K sale segunda, el país quedará OK.

Fácil, sencillo, pero inútil. Distrae y entretiene, pero no educa. Rebaja el nivel del debate. No invita a la reflexión. No aporta nada a algo que muchos periodistas parecen haber perdido de vista: nuestro deber de contribuir a estimular la inteligencia y la vocación natural al pensamiento propio producto del libre albedrío de sus lectores, oyentes o televidentes. Este es un estímulo imprescindible si queremos construir una nación que no solo se destaque por sus logros económicos sino, básicamente, por su calidad de vida y su consiguiente crecimiento humano. Sin conciencia crítica, es decir, sin una capacidad elemental para percibirse uno mismo dentro de la sociedad y para percibir, simultáneamente, los condicionamientos a los que somos sometidos, no hay hombre libre y, por lo tanto, la democracia se convierte en una ficción. En una suerte de parodia donde un conjunto de titiriteros en posesión de los principales medios de comunicación manejan como marionetas a quienes prefieren vivir del pensamiento prestado y a quienes, creyendo ser independientes, repiten como papagayos los conceptos que diariamente se machacan sobre sus indefensos cerebros.

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