miércoles, 3 de noviembre de 2010

La última despedida

Salí, y afuera había un sol radiante. Parecía que el verano se había adelantado, el clima pronosticaba que sería un buen sábado para todo quienes estábamos ahí. Yo pensaba si regresaría a ese lugar, sino sería esa la última vez que la veia a ella. Pero en un día tan soleado y habiendo cruzado con ella sonrisas solo podía pensar mas y mas en ella y olvidarme de lo que sucedería en adelante. Sin embargo, en mi mente persistía la duda de que si la volvería a ver, de que si volvería a ese lugar del cual acababa de salir sin haberme despedido de ella, sin haberle dicho algo- lo mucho que me gusta- , lo que siempre le ocultado y por lo que me siento muy tonto hoy. Me hubiera gustado despedirme de ella, pero la mala fortuna hizo que nos topáramos solo algunos minutos; los necesarios para intercambiar sonrisas y renovar nuestra amistad que ahora adquiere un futuro desconocido. También me hubiera gustado poder conversar con ella y mirarla a los ojos y darme cuenta- como nunca lo he podido hacer- si siente algo por mí, si era yo quizás quien demoro en el intento de construir una buena mas allá de la amistad entre los dos. Ahora estaba a punto de dejarla de ver sin haberle dicho nada, y otra vez me quedaba pensando en que ya es muy tarde para ser feliz, que la oportunidad otra vez se me escapo de las manos.
Hace diez años exactamente cuando vi por última vez a Mariel presentí por un instante que nunca la volvería a ver. Sin embargo me llene la mente con la idea de que conociendo su número telefónico y su dirección domiciliaria tendría el ánimo de buscarla, visitarla y retomar nuestra amistad que ahora- aunque ya es tarde- me doy cuenta iba camino hacia la felicidad. Nunca sucedió todo lo que pensé, no la volví a ver. Al año siguiente de que nos vimos por última vez, la llame por teléfono, al fin pude localizarla. Conversamos un poco y nos dependimos de una manera cordial y con el ánimo de volvernos a encontrar; e incluso quedamos en salir algún día- solo Dios sabe si ella tenía interés en mi para ese entonces-, en conversar un montón y recuperar todos esos días sin vernos. Pero las cosas se fueron enfriando, quizás el tiempo me demostró que él sabe castigar a quien no aprovecha su oportunidad, o a quien contempla los eventos con la paciencia que termina siendo una enemiga letal de la felicidad. Por eso, Mariel luego de unos meses sin vernos y mediante la línea telefónica ya no era la misma. Había mucha frialdad de su parte y me imagino que en persona seria ella sería un hielo total conmigo.
Por todo eso, ahora con el solo hecho de haber salido de ese lugar y no tener la certeza de volverla a ver. Pensaba que cualquier posibilidad entre los dos era nula. Todo eso me hacia recordar mi triste despedida con Mariel. Con esa mala experiencia que llevaba conmigo avizoraba lo que sucedería. Siquiera de Mariel pude despedirme y quedamos aquella vez en comunicarnos. Pero de esta chica no lo hice, además no sé nada de ella, ningún dato para ubicarla. Parece que nuestros encuentros cordiales, de bastante compañerismo hubieron haber terminado con una revelación de mi parte. Ahora no se de ella, sin no vuelvo ahí, no la volveré a ver. Nunca me anime a pedirle su número telefónico y correo electrónico, así que estoy total ente desconectado de ella. Aunque sé que mi corazón nunca lo hará.
Sería bastante oportuno el analizar lo que sucedió, el por qué siempre llego a esta parte de la historia y todo queda en nada. El por qué me voy con las manos vacías cuando creo haber encontrado la mujer de mi vida. Debo responderme a mí mismo con toda sinceridad, debo encontrar la respuesta a el por que deje que el tiempo se consuma entre los dos, entre esas sonrisas de cortesía y de cierto coqueteo entre ambos. Por que no destape el amor que llevaba dentro de mí por ella.
Hoy vivo una vez más esperanzado al destino, a lo que desee él. Como odio hacerlo, como detesto dejar que el maneje mi suerte. Pero ya pasó todo, no hay vuelta que darle ni lamento que cambie la historia para mí. Perdí mi oportunidad y asumo eso con la valentía que me falto para contarle toda la verdad a ella. Quizás con el correr de los días deje la ciudad, o quizás durante esos mismos días vuelva a ese lugar y la encuentre. No sé cual de ambos eventos tenga más probabilidades de suceder. Hoy todo corre por cuenta del azar, por cuenta del destino, y ya nada depende de mí en lo que respecta a si la volveré a ver. Si ocurriera lo primero; viajaría con mucha tristeza y llegando a la nueva ciudad donde me instalaría por muchos meses , y si, buscaría un espacio en mi mente para recordar los buenos momentos que viví ahí donde nos conocimos, donde mirándonos de lejos dejábamos imaginar nuestras mentes, donde conversando de el clima nos hacíamos mas amigos, donde alguna vez la tuve a mi costado y me tuve que aguantar para no besarla- cosa que si lo hubiera hecho seria valida con tal de demostrar mis sentimientos- .Y al final solo concluiré que la quiero mucho. Si sucediera lo segundo; tendría que esta vez aprovechar la última oportunidad, sacarle ventaja al tiempo e inventar la manera de comprobar lo que sienta ella por mí. Y si todo es positivo, lanzar sobre la marcha esa pregunta de la que siempre he huido en hacer y de la cual hoy estoy convencido debo hacérsela.
En mi mente veo poco probable el momento de tenerla frente a mí, de mirarla a los ojos y pedirle su número telefónico y de prometerle que nunca dejaremos de comunicarnos. Que es más, si ella quiere nuestra comunicación puede ser diaria y para toda la vida.
Estos días venideros dirán cual será mi futuro, cual será quizás mi castigo por dejar que las oportunidades pasen, que mis temores sigan controlando mi felicidad. Si debo alistar las maletas, las hare con la sabia enseñanza que no todos somos eternos en un mismo lugar. Si debo quedarme aquí y volver a ese lugar, sabré que ahora si debo expresar todo lo que siento y que cada momento debe ser de mucha importancia para todos, aun más, si eso implica en ser feliz.
Que venga lo que Dios y el destino quieran. Pero que bueno sería que esta sea la última despedida.
pAnChO

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