viernes, 24 de septiembre de 2010

LA COLUMNA DE GUILLERMO GIACOSA :La industria del lobby en los Estados Unidos


Shamus Cooke, trabajador del servicio social y sindicalista y columnista en Workers Action de EE.UU., opina que las elecciones de noviembre en las que se renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes y los 100 escaños del Senado –además de 38 gobernaciones, varias legislaturas estatales y otros cargos– no le interesan a los ciudadanos de su país. Ese desinterés, según Cooke, es una prueba de cómo la población interpreta la importancia de la mayoría de 'sus’ representantes políticos. “Millones de personas entienden que ni demócratas ni republicanos expresan sus intereses en el Congreso”. Saben, como cualquier persona informada o sensible a lo que ocurre en su entorno, que hoy más que nunca los hombres del Legislativo gringo responden a los intereses de las grandes corporaciones.

Cita Cooke un artículo actual del New York Times y un artículo de 2008 del Wall Street Journal, que es un diario que sale del riñón de las corporaciones. Ambas notas periodísticas son patéticas desde la óptica de quienes creemos que la democracia es un sistema de gobierno que representa la defensa de los intereses de toda la población de un país y no solo la de los sectores económicamente influyentes.

Dice el New York Times (9 de septiembre, 2010): “Los lobistas, consultores políticos y reclutadores han aumentado significativamente el costo para los republicanos durante las últimas semanas, con salarios mínimos de 300,000 dólares que pueden llegar a 1 millón para posiciones en el sector privado [los lobistas corporativos]”. Y revela más adelante que las corporaciones gigantes, desde Walmart hasta los fabricantes de armas, “planean el cambio de las prácticas de contratación de lobistas, pasando de ex congresistas demócratas a republicanos, en preparación para el aumento de los escaños de los republicanos en las próximas elecciones en noviembre”.

El dinero que se invierte en este trabajo de 'cabildeo’ –que Cooke identifica como compra o soborno– es de 3,500 millones de dólares y el número de lobistas asciende a 13,000. A esto unamos el número de personas que además del personal burocrático se mueven, influencia, en el Congreso de los EE.UU.: 435 representantes, 100 senadores, 13,000 lobistas. ¿Qué defienden los lobistas? Defienden, salvo excepciones, intereses sectoriales que rara vez sintonizan con las necesidades del pueblo estadounidense.

El otro artículo mencionado pertenece al Wall Street Journal del 5 de noviembre de 2008: “La industria del cabildeo de Washington, que asciende a 3,000 millones de dólares, ha comenzado a despojarse de personal –político– republicano, comprando rápidamente operadores [políticos] demócratas. El cambio comenzó incluso antes del recuento de las boletas del martes y de que el demócrata Barack Obama ganara la presidencia”.

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