domingo, 18 de octubre de 2015

La llamada telefónica que si suena: la de mi conciencia.

No sonaba el teléfono por mucho tiempo y algo en mi mente, por momentos, me decía que de repente ya no sonaría. Igual, yo seguía esperando cada mañana y hasta  las primeras horas de la tarde (luego del almuerzo) que lleguen las buenas noticias. Aunque, a veces, también, esperaba que esa llamada se pueda dar en horas de la noche, algo inusual pero posible. En los primeros meses me causaba bastante dolor y decepción el que llegue la noche y me dé cuenta que ese día fue uno más  sin ninguna novedad. Pero cuando fueron pasando unos meses más, mientras veía que cambiaba la estación y así iba avanzando el año, comprendí que cualquier cosa podría pasar y eso implicaba  que la mala fortuna podría continuar por mucho tiempo más. Acepte que no podía ir en contra de lo inevitable. Todo lo que estoy viviendo, no es nuevo para mí; aunque siempre pensé que nunca volvería a suceder, pero sucedió. Debo de admitir que he sido fuerte para llegar a estas alturas y no haberme vuelto loco ni haber caído en la toma de decisiones por desesperación, algo que sería muy fatal , porque nunca he acertado cuando tomo decisiones en esa situación. Sé que el poder conservar la tranquilidad no es una gran hazaña, pero, para mí, es un signo que uno madura y acepta las cosas como son, como vienen y deja que el destino haga lo suyo. No sé si mañana llegaran las buenas noticias. Ya no quiero pensar mucho en eso, no quiero ocupar mi mente en algo de lo que   ya no es tan seguro que sucederá. De repente y todo cambie en los próximos días para bien, porque no creo que pueda hacerlo para mal. Sea lo que sea, yo estoy conforme. La vida es como debe de ser. Después de tantas semanas de estar esperando por esa llamada, que me de cierta  tranquilidad, no creo que suceda algo nuevo mañana, aunque uno siempre espera el factor sorpresa y que las cosas cambien como uno lo desea , pero , en mi caso, ya no lo espera. Encontré la tranquilidad que siempre busque, pues, así todo este mal, yo me siento bien. Al menos, tengo la alegría del que no me haya  deprimido  por todo lo que no sucede y no sé si sucederá. Hasta donde he llegado  de buscarle el mejor lado a todo esto, que me pongo a filosofar de mi conducta al esperar la llamada que  no han hecho y que ya no  me duele el pensar que  posiblemente jamás  harán. Estos últimos  meses no sé si fueron productivos, al menos hubo momentos en que anduve contento, y eso es mucho decir en un mundo donde pocos alcanzan la  casi, casi felicidad. He vivido peores épocas y supe salir airoso. Hoy tiene que ser igual. Por tanto, debo de recordar los momentos no tan alegres que viví  para no sentirme mal. Ya que al final de todo: “nunca morí” A veces se me viene a  la mente el pensamiento de  lo que pudo haber sido de mi vida si hubiera tenido mejor fortuna hace  unos años atrás. Pero como la vida es vida, y esto- a mi parecer- implica el vivir ciertas situaciones con dificultades para resolverlas o no, creo que lo que paso tenía que pasar y lo que pase ahora, pasara. No hay vuelta que darle, creo en el destino y su conducta bastante rara para determinar lo que sucederá en el momento menos inesperado. Y lo más importante: “creo en mi sobre todas las cosas” Muchas veces he querido renunciar a muchas cosas en la vida y nunca pude hacerlo.  Al menos, creo, renuncie al tumbarme a la cama y deprimirme por lo que no es y yo quiero que sea. Ese logro, también, me hace casi, casi feliz.  Ayer empezó una nueva etapa en mi vida, la cual me ha incentivado   al decidir  renunciar a ciertas actitudes que me hacen daño  y rogar a  que Dios me de la fuerza de voluntad para hacerlo. Porque esta vez sí voy a hacerlo aunque yo mismo, alguna vez, perdí la confianza de cumplir con lo que me  he prometido. Bueno, soy un hombre de escribir  un montón y de aprovechar ciertas circunstancias de mi vida para hacer una columna, algo que definitivamente me aleja de alguna inspiración pasada de ser un buen escritor. Por tanto: ¡Acepto a que no me llamen escritor!


Ahora volviendo lo  mío: “Hoy ya es hora de olvidar todo y seguir adelante, aunque a veces  eso cueste y parezca que es imposible el lograrlo. Esa llamada me ha detenido muchas veces en el tiempo dejándome sin ganas ni fuerzas para hacer otras cosas. Felizmente las cosas en la actualidad son distintas. En cierta forma, esa espera  me hizo mucho daño, pero hoy ya no es así. Aun mis manos sudan cuando pienso en el tiempo perdido, pero poco a poco estoy superando eso, también. Creo que este malestar que aun provoca en mí el no poder recibir las buenas noticias, es lo poco que ha quedado de las épocas en que para mí  algo externo determinaba el bienestar en mi vida. Hoy veo las cosas con más claridad y me doy cuenta que hay cosas que están pendientes y que si están a mi alcance el  poder resolverlas, las  haré. No sé por qué no las he resuelto en su debido momento, como tenía que ser. De seguro es que  me quede inmovilizado esperando esa llamada y  entregando así mi vida a esa ‘mejora de vida’ que no se si llegara, pero ya no me importa más el esperarla e, inclusive, el verla como algo lejano a mí. Quizá es el momento de hacer todo lo que tengo pendiente y esperar, sin ninguna preocupación y tensión, a que  suene el teléfono. Y si no suena, será para bien. Por algo suceden las cosas y de seguro otras cosas llegaran. Entonces, detrás de ese hombre filosofando en que me he convertido, he concluido que me acercare a la felicidad haciendo  todo lo que está por hacer, que es lo que está a mi alcance y a fin de cuentas lo único que puede otorgarme bienestar por mí mismo. Estoy seguro que pasaran los días, los meses y se terminara el año. Y yo estaré más convencido que el paso del tiempo es inevitable, pero lo que si podre evitar es no dejar de aprovechar  mi tiempo en hacer tantas cosas que estaban pendientes  y, así,   podre echarme cada día a dormir convencido que he dado un paso más  en mi vida; ya que cada vez tendré menos cosas de que lamentarme por no haberlas realizado.


pAnChItO.

No hay comentarios: