Cuando un
sueño termina alegrándote la noche, cuando un pensamiento se hace realidad mientras duermes; te
despiertas con la sensación que todo es mejor, que eso que lo acabas de vivir,
mientras dormías, se puede hacer realidad algún día. Pero el placer que
sentiste aunque sea en sueños, es lo más importante. No importa si lo lograras
vivir ese sueño de inmediato, porque aquella escena que recuerdas en tu mente, te
devolvió el buen humor. Eso era todo lo que necesitabas para estar mejor.
No pretendía
que este día de domingo para mí termine con esa sensación de que todo está
mejor. Pero sucedió así, tengo ese alivio de ya no sentir el dolor y la
represión de aun no conseguir lo que ando buscando desde hace tiempo. En uno de
mis mejores sueños, el que soñé hoy, lo logre, y eso es lo que importa. Este
domingo, que ya se terminó, pintaba para
mí como un día cualquiera, con las mismas actividades de siempre, con el mismo predecible final : “dos horas de pura información de política
nacional y un ‘buenas noches’ a mis seres queridos”. Pero
no, esta vez el destino hizo lo suyo, esta vez este trabajo a favor de mí, como pocas veces lo ha
hecho, y me dio lo que me debía desde hace tiempo: “un
domingo diferente”. La mañana empezó con
lo programado por mí en el día de ayer: “limpiar
el garaje y retirar las bolsas de cemento
y arena que habían dejado ahí los trabajadores, para luego llevarlas hacia la azotea.
Luego, lavar mis pantalones de buzo para tener ropa limpia para el
diario. Y para terminar la primera parte
del día, darme un duchazo, afeitarme e ir a trotar al parque como quien mirando aquellos jóvenes rostros femeninos que
también trotan alrededor del parque como que mirando a alguien. Luego del
almuerzo, postergue mi siesta, debía ver el partido de futbol del equipo del
cual soy hincha junto a papa. Una tarde fría de invierno, pero inolvidable, comentando
las jugadas, los goles y renegando junto a papa por cada gol perdido que se
fallaban los jugadores de mi equipo de futbol favorito. Luego vendría el
impostergable momento de la siesta, y fue ahí
donde empezó lo mejor, lo que no sabía que sucedería, pero sucedió; al
quedarme dormido soñé con ella, no se aun
su nombre, ni vi bien su rostro, pero sabía
que era aquella persona que andaba por un lugar en el mundo y que al igual que tiene
la misma misión del encontrarnos para
formar aquella sociedad impostergable y que será un éxito basada en el amor y
la comprensión. No sé cómo empezó, pero estábamos ahí frente a frente sin realizar
el típico ritual del cortejo, de las bromas. Nosotros íbamos
al grano: ambos nos necesitábamos, ambos sabíamos que nos queríamos
desde vidas pasadas, y lo que seguía era el tomarnos de la mano e ir caminado
por ahí sin rumbo como un par de chiflados que lo más cuerdo que hacían, era el
amarse. Y así fue, me vi caminado con ella por aquella avenida por donde muchas
veces camine solo y sin dirección. Pero al hacerlo con ella,
también sin ningún rumbo, era estar en el cielo. El sentarnos en una banca de
aquella plaza, era el mejor premio que podía yo recibir por haber esperado
tanto tiempo por ella. En mi sueños veía la noche más iluminada que nunca, los
vendedores de tejas de chocolate, rosas y osos de peluche, acercándose a mí porque sabían que alguien estaba a mi
costado y eran a quienes yo quería comprarles todos sus productos. Esa banca fría, ya no la sentía así porque veía que ella poco a
poco iba acercándose a mí y de repente termino sentada sobre mis piernas despertando todo ese fuego
que quema. En ese momento, ya no envidiaba a todas las parejas que siempre se amaban
en aquella plazuela, donde yo solía sentarme solo a contemplarlas con cierta
envidia. En este sueño increíble, también veía que luego de ese momento de
descanso sobre una banca, continuábamos nuestro desconocido camino con una
larga sonrisa en nuestros rostros. No sabíamos si ir para la dirección izquierda
o para la derecha, porque sea donde sea que vayamos, estábamos los dos juntos,
y eso era suficiente. Además, que no nos perderíamos porque ya nos habíamos
encontrado. En eso, también, me vi
caminado con ella por aquella avenida en que los sábados por la noche está llena de gente alegre haciendo
juego con las luces de la ciudad, centros comerciales, casinos, discotecas
y hoteles. Y yo gritando fuerte lo que me salía del corazón:
‘La búsqueda ha terminado’. Y ella abrazándome y sintiéndose protegida, y protegiéndome
también. La vida se tornaba de buen color para mí, era un momento casi casi
feliz. No pretendía nada más, era suficiente para el primer día junto. Y fue
que entre tantos abrazos, alegóricos
gritos de casi haber conseguido la felicidad, llegaron los besos efusivos, las
miradas tiernas y provocativas, y me veía
con ella en el mejor de los
momentos del día, en ese a que toda pareja quiere llegar. Era todo lo mejor que
me podía suceder, nada se quedaba inconcluso entre nosotros; yo estaba muy
satisfecho por todo. Además, porque en su mirada sabía que su compañía seria
por siempre. En ese instante desperté, ya eran casi las 7 de la noche, me
encontraba en mi habitación con la luz prendida. Todo había sido un sueño, pero
fue un gran sueño, y no me quedaba la menor duda que era lo que
necesitaba para estar mejor, para terminar mi noche de domingo como nunca lo
había hecho. Si hoy me levante con la
sensación que debía de terminar de hacer algunas cosas que están pendientes, sí
que logre el hacer algo que estaba
pendiente desde hace mucho tiempo. Porque a pesar que fue solo un sueño, yo
creo que era una muestra de lo que me tocara vivir en cualquier lugar donde la vida y el destino me lleven.
pAnChItO.
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