Existen personas a quienes solo las tenemos presentes en el momento, a
quienes solo las recordamos en el
instante en que estamos frente a ellas
porque no son importantes para nosotros. Yo sospecho que para muchas personas
soy así, solo existo en el momento en que estoy frente a ellos, sea por
trabajo, estudio u otra actividad. Pero existen otras personas que siempre las
tenemos presentes y aunque ya no las volvamos a ver, las recordaremos hasta el
final de los tiempos.
Llegue a lima hace ya un mes con la idea que conocería gente
nueva, que conocería a alguien en especial. Cuando pasaron los días, pensé que
lo que creía y presentía, no seria. Sin embargo, hace tres semanas me paso algo
por lo que debo de darle gracias al destino, a Dios y a papa y a mama (pues estos dos últimos me
animaron frecuentar nuevos lugares, a ir
a aquellos lugares a donde no había podido
asistir porque cada vez que llego a mi
ciudad, solo lo hago por una semana), conocí
a una persona que me robo mi mirada, que
me robo mi concentración y, por último, también el corazón. Era una chica a quien desde el primer
momento que la vi, sentí que ya me había hecho preso de mis pensamiento, que
todos eran para ella. Ella hizo en mí cambiar mi forma de pensar, romper mis
promesas y empezar de nuevo sin respetar las reglas que yo mismo me impuse por
las malas experiencias que viví. Simplemente, en convertir en mentira de que ya
no volvería a luchar en batallas que sé que serían perdidas. Me embarque en
aquel barco, con aquella persona que me
incentivaba a ser una vez más un adolescente y el acicalarme y prepararme de la mejor manera
para cada encuentro que tendría con ella. Todo esto era un misterio; las cosas
que sucedían me envolvían cada día, y todo eso me hacía casi un hombre feliz,
que en realidad es lo que importa. No pude disimular lo que sentía por ella.
Nunca fui un buen actor para esas cosas, y menos en esta ocasión en que
simplemente había sido flechado por aquella persona que una no conocía. Ella se
dio cuenta de mis miradas indiscretas y también, me empezó a mirar. Yo creo que
más por interés hacia mí, por saber quién se había fijado en ella, y que
posibilidades tenía. No sé hasta hoy si ella será parte de mi futuro porque he luchado
en tantas batallas y por experiencia quizá, vuelva a perder, o vuelva a tirar
la toalla en otra pelea en que me dé por
vencido. Pero el sentimiento que tengo por ella, el entusiasmo de cada encuentro, han
contribuido a mi alegría, a mis ganas de volver a salir de casa e incentivarme
a seguir mejorando en todo aspecto. Cada día, de todos estos que ha pasado desde que la conocí, me justifique a mí mismo
por qué siempre volver hacia donde ella esta.
Hace unos días, revisando mis
documentos, volví a la realidad y recordé que debo de volver al trabajo, que la
rutina esperan por mí: “el subirme a un avión con mis maletas para llegar a
otra ciudad y dejar de hacer lo que hago en mi ciudad”. No sé qué sucederá; pero lo que si estoy
seguro es que ella es de aquellas personas que la recordare por siempre, que
jamás la olvidares e identificare mi última estada en mi ciudad con ella. Ella vivirá en mi mente por siempre. Y que si por
una razón, que ni yo mismo se, me siento ya un perdedor, puede que el destino
esta vez juegue a mi favor y me haga un ganador al volver a esta ciudad en una
próxima visita y la vuelva a ver y si tenga el coraje que me falto para
contarle lo que siento, algo que sospecha, pero que necesita salir de mi para
ver su actitud hacia mí y el darme
cuanta cuantas posibilidades tengo.
Volveré a viajar. No quise pensar
en le día que me tocaría volver al
trabajo. Seguro si no la hubiera conocido, regresaría con la idea que esta
última visita fue como las otras. Pero todo ha cambiado, sé que existe alguien
que en verdad me puede volver a ilusionar, puede romper con todos los esquemas
y me puede brindar alegría. Debo de volver pronto, aunque sea solo de visita.
pAnChItO
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