lunes, 20 de abril de 2015

LA OSCURIDAD SI ALUMBRA MI VIDA

Si pienso en todas las cosas que he vivido en estos  30 y siempre años de vida, creo que desde que tengo uso de conciencia hay cosas por reprocharme; hay decisiones o acciones que me han dejado como un verdadero idiota. Pero la vida es la vida, ella registra lo bueno y malo que hiciste. Y la verdad, en mi existen cosas que he hecho a  nivel intermedio, algo que por un lado me da cierta tranquilidad porque no estuvieron del todo mal mis actos, pero que a la vez me recuerdan lo que papa siempre me dice: “nunca se deben de hacer las cosas a medias”. Es así, hasta el día de hoy,  no considero haber hecho  algo tan malo o tan bueno. Salvo, que hace 8 años descubrí un lugar perfecto para el relajo, un lugar a donde escaparme y un lugar que me hizo vencer los temores de salir tarde de casa para embarcarme en largos viajes en ómnibus, donde en el camino convivo con gente de todo tipo y propia de la noche. Creo que eso si lo he hecho bien en mi vida, me enorgullece aquella hazaña de hallar el lugar que desde adolescente buscaba. Pienso que en lima, mi ciudad,  tengo un lugar a donde irme,  a donde refugiarme cuando ciertos pensamientos invaden mi mente y quieren sumergirme en tristezas o depresiones. Desde hace 8 años ya no me siento solo,  esa es la verdad.
Generalmente en mi vida no todo lo que he hecho ha estado bien del todo, no todas esas acciones han producido en mi un estado de alegría hasta el día de hoy. Al contrario, muchas de ellas siguen arrastrando sus malas  consecuencias hasta ahora mismo que estoy escribiendo estas líneas. Por eso me sorprende  que aquella  buena acción que hice para conmigo, hace ocho años, hasta hoy me siga dando satisfacciones y sea un motivo para seguir tomando buenas decisiones. Porque si un logro un hombre consigue en esta vida, es el encontrar un lugar en donde pueda escapar, aunque sea por unas horas o una noche,  de la rutina y de la realidad. Y  yo sinceramente aquí y en  cualquier otro lugar, si no fuera por este espacio en mi ciudad, no  tengo a quien visitar ni a donde ir a pasarla bien. Y eso no me hace desdichado, créanme.
En aquel oscuro local, encuentro buenos recuerdos de mi vida. No me atrevo a decir los mejores, porque esos son con mis familiares más cercanos y compañeros de estudios y el trabajo, pero son recuerdos. Cada vez que llego a ese lugar, me siento como un hombre que llega a un lugar desconocido, pero cuando van pasando los minutos voy reconociendo cada rincón, a cada persona que labora aquí desde hace años y termino   viendo en mi mente a aquel muchacho de 'veintitantos' años que llegaba cada  viernes saliendo de la universidad. Hasta el día de hoy  suelo pararme en una esquina, miro a todos lados y a todos. Preparo mi plan de desplazamiento y de evacuación según el momento lo amerite, algo que hasta el día de hoy felizmente no ha sucedido. Se quiénes son de confianza y quiénes no lo son; algo que es suficiente para mí y creo lo es  para todos quienes desean cuidar su integridad física  cuando asisten a algún local nocturno. Conozco a casi todos los que asisten a ese lugar, pero me gusta observar si hay nuevos para cuidarme de ellos o mirarlos con recelo. A pesar que sospecho que terminare conversando con ellos y comentando de las bondades de aquel sótano del placer. En fin, ese también es mi hogar, es mi sitio, es el rincón prefecto para hacer lo que no hago fuera o lo que no me permiten hacer. Hasta el día de hoy sospecho un día, aunque creo que no llegara, alguien a mi estará a mi costado y será  por quien no podré volver a visitar ese sitio, y eso lo haré con placer. Y si se me ocurriera escaparme a aquel sitio que me está albergando tantos años, debería de  hacerlo  con la mayor destreza y astucia que se necesita para esos casos.  Aunque sé que si tuviera a una  gran persona  a mi lado, capaz no valdría la pena arriesgar tanto por un momento placentero. Pero de que  este es mi lugar  por ahora y quizá pro toda la vida es mi lugar y a mucha honra.
Nadie de mi entorno  sabe que asisto ahí, a excepción de papa que solo me aconseja muy bien: “cuídate”. Y  no se lo cuanto a nadie, no  porque sea algo malo que hago; sino porque a las personas más cercanas les debo respeto.
Nunca he querido describir  esas escapadas nocturnas que me doy. Me  he prometido a mí mismo  que alguna vez se los contare y cuando tengan la debida edad, a mis hijos o sobrinos varones. Como contaba líneas arriba, papa sabe de eso, pero  sin mayores detalles. Pero la cosa es que sabe que mis escapadas nocturnas y muchas veces inesperadas, tienen una justificación. Pues muchas veces he cenado apurado o he visto algún programa de tv  a medias por irme para allá. En aquella  oscuridad  de ese local, he aprendido que hay cosas que valen la pena. Que una persona no puede determinar tu felicidad. Que si alguien te dice que no, hay otros que te dicen que sí,  aunque sean diferentes las circunstancias.

Estoy otra vez en lima sin ningún plan. Después de la siesta, del leer y el hacer algunas cosas que papa y mama me piden arreglar en casa. Es hora ce alistarme para escaparme hacia donde he querido ir desde que empezó el día pesar que siempre me persigno y me encomendó a los miles de santos que existen para poder estar a salvo en el camino. Solo puedo decir que en mi caso: “La oscuridad si alumbra mi vida”

pAnChItO.

No hay comentarios: