Hoy es un
lunes especial, algo se celebra, o se celebran muchas coas. Esas celebraciones
me contagian, me hacen sentirme más vivo que nunca. En la mañana muy temprano
mientras estoy haciendo algo de ejercicio, un grupo de personas se reúnen a un
costado de lugar y a ritmo del ‘happybirthday to you ‘le celebran el cumpleaños
a una señorita. Deseo unirme a la reunión, pero veo que ya están cantando ‘queremos que partan la torta,
queremos que parten la torta!!! “, y veo que no es el momento más indicado para acercarme a
dicha celebración. Entonces, decido seguir haciendo los ejercicios físico que pensé hacer y esperar que termine la repartición de la
torta para acercarme. Pero todo se complica más, ni bien hacen la repartición de
la torta, empieza la música para bailar. Son los nuevos ritmos que ahora baila
la juventud. Veo contorneándose a todos ellos y me doy cuenta que no podría realizar
ninguno de esos bailes; y si lo trataría de hacer quedaría en ridículo. A pesar
que no me a acerque, me alegra haber podido ver tal celebración en este primer día
de la semana.
Cuando
regreso a casa, me vuelvo a sorprender, la vecino de la casa contigua a la mía o a la de mis padres, está
escuchando música del Brasil; eso me anima, me recuerdo los buenos momentos que pase
escuchando esa buena música mientras
enamoraba a mi ex chica brasileña.
Presiento que de repente es un buen indicio, que de seguro ella me va a llamar, que de seguro retomaremos
nuestra relación. Cuando estoy entrando a la ducha, por las ventanas se cola el
olor a escabeche que provenía de aquella
casa vecina. Me di cuenta que hay iba a haber una fiesta a ritmo de música del Brasil
y de ese delicioso plato de comida que era uno de mis preferidos desde pequeño
en que mi abuela lo preparaba para las fiestas.
Sentí que
las fiestas estaban por todos lados, que de repente debía participar en esta; y
si no era así, debía el organizar la mía.
Pero papa estaba recuperándose de un problema
de ‘presión arterial’ que lo tuvo
mortificado todo el fin de semana, cosa que a todos nos tuvo tensos en casa. Y a pesar que esa recuperación era una gran
noticia, no era oportuno organizar una celebración interrumpiendo su tranquilidad.
Al final no
participe en ninguna de las dos fiestas, pero mi sonrisa y alegría por ellas permanecía
en mi. En casa, escuche un poco de música.
Mientras mama se comunicaba por teléfono con mi hermana, salí al mercado a
comprar toda clase de frutas para el almuerzo. Presentí que estas dos celebraciones en pleno día
lunes eran una señal que esta semana seria para mi inolvidable, quizá llena de
buenas noticias. Que de seguro, el día miércoles por la noche la volvería a ver
y que al fin me atrevería a hablarle; y que en nuestra primera salida nos animaríamos a comer torta
y a bailar, sin temor yo a hacer el ridículo,
el regaetton del momento.
Viva la alegría!!!!
pAnChItO.
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