miércoles, 20 de abril de 2011

Una muy buena noticia

Pensaba que aun estaba a tiempo para comprar mi ticket de avión y así programar mi viaje cuanto antes y embarcarme en ese avión que me llevaría directo a esa ciudad que hoy más que nunca necesito recorrer para olvidar tantas cosas y, sobre todo, para asistir a aquella feria en la cual por unos minutos me encontraría con todos a quienes admiraba a través de sus escritos y me reconocería a mi mismo como uno más de ellos.
El dinero no está botado para nadie en estos días, aunque tengo la certeza que para unos puede que sí. Pero no es mi caso; necesito desembolsar una cantidad no muy baja de dinero para así poder viajar y ser asistente a esa tan esperada por mi “feria del libro”. Otra vez no planifique las cosas, otra vez el evento me gano y otra vez me detengo unos minutos para comprender que los deseos y sueños que llevamos con notros no siempre se pueden realizar, o al menos, no de un día para otro.
Hoy no ha sido uno de mis mejores días; quizás no haya un día en mi vida al que pueda llamar de completa felicidad. Pero entiendo que esa es la vida: una serie de eventos, una serie de días buenos y malos y un montón de horas con miles de actividades que terminan por alternar tu buen humor y tu mal humor. Y lo que cuenta al fin es que aprendamos a aproximarnos a quienes dicen ser triunfadores, pues ellos lo mejor que hacen- y eso es digno de admirar e imitar - es saber manejar esas variables de carácter. Son unos duchos en buscarle el término medio a las cosas y gozar a plenitud de cada día, así todo ande al revés.
Esta semana sabía que no podía ser diferente para mi: ayer comenzó todo con cierta tranquilidad, hoy empezó otra vez el enredo de siempre; la pesadilla que me despierta casi de madrugada y me hace permanecer y minutos en cama antes de levantarme para interrogarme a mí mismo por lo de que no conozco su respuesta y creo nunca lo sabré. Igual, con todas esa dudas ya familiares para mi, consigo cada día levantarme de la cama y mojarme la cara con el agua helada sin el tonto temor que llevaba conmigo de niño de resfriarme. Me refresco y dejo atrás esos pensamientos reflexivos y torturadores sobre el por qué no hice esto, por que si hice lo otro y por que hoy estoy en el mismo lugar. Mientras desayuno vuelve a ocupar mi mente aquella feria de libros que se inicia el día mañana. Mi imaginación me hace vivir mentalmente pasajes en los que me paseo por ese lugar lleno de libros y en el cual diviso el mío y por el cual debo contestar una serie de preguntas que por fortuna se no me hacen fáciles de responder y termino como todo un hombre famoso autografiándolos para esos nobles compradores de estos. Pero la realidad es otra; estoy aquí sentado hincándome una vez más con las lamentaciones del por qué no estoy ahí entre ese incalculable número de libros y personajes literarios. Reniego conmigo mismo por no tener el dinero suficiente para comprar los tickets de avión, hago mis cálculos mentales rápidamente y concluyo que si decido ir en bus demorare una eternidad.
Salgo temprano, llego a la estación central de buses como casi todas las mañanas. Se a donde me dirigiré. Pero hoy tengo ganas de cambiar mi rumbo por solo el hecho de subirme al mismo ómnibus con aquella chica con quien comparto banca en la sala de espera casi todos los días del año. Lo hago, hoy estoy más rebelde que nunca, no me entrevistare con esa señorita que me promete una buena remuneración y de quine sospecho que al llegar el fin de mes me dará solo las gracias. Entonces subo con la chica de mis sueños y presiento que entro a un confesionario. El ómnibus allá adentro esta gris como la mañana que aun no ve el sol .Me decido a contarle lo que nunca antes lo había hecho. Me contesta rápidamente que no, que está comprometida y por tanto es imposible algo entre los dos. Decido seguir el trayecto con ella, mi cara se pone tiesa, ya no sonríe, no encuentro motivo para hacerlo. Pero igual la acompaño. De regreso tomo otro ómnibus hacia la agencia de viajes. Insisto en ver los precios, espero un milagro, no lo hay. Siguen aun las mismas tarifas de vuelo que vi por la red. Esas cantidades en dólares son inalcanzables para mí en este momento; me hacen pensar que fue muy buena idea la del faltar a ese trabajo con etiqueta de explotación, donde ya me han hecho perder muchas semanas y muchas monedas entre pasajes y refrigerios que no han sido reconocidos y no lo serán.
Nada peor me podría pasar en este día: definitivamente no viajare a aquella ciudad y también definitivamente ella no será mía. En conclusión, puedo decir que ahora ando tranquilo: ya nada me tumbara, ya lo escuche todo. Regresando a casa como a manera de consolarme y saber ,para mi mismo, que algo de escritor tengo. Decido desempolvar mis cuadernos de apuntes y mis folders buscando aquellas escrituras que alguna vez hice. Pienso que juntándolas y presentándolas en alguna fundación literaria puede que tenga la oportunidad de ir a la próxima feria de libro con todo pagado. En esta búsqueda solo logro reencontradme con viejas lineas y viejos recuerdos de historias similares a las de hoy, en donde una vez más me toco escuchar el no de la chica de quien pensaba era mi felicidad. Tengo que admitir que esta vez llegue tarde, que con ella quizás hubiera alcanzado la felicidad, pero el tiempo me jugó una mala pasada, o,capaz, el destino lo hizo asi y por algo será.
Como no me quedan ganas de nada en este día. Decido ser dueño de mi y arrecostarme en la cama a recuperar todas esas horas de que no dormí. A meditar en sueños de el por qué las buenas noticias no llegan para mí.
Oigo la puerta de casa: es papa y mama, regresan de la clínica. Papa me muestra sus resultados de sus análisis. Vuelve mi el rostro de temor. Quizás voy a escuchar lo más importante para mí y ruego que todo sea negativo. Y si, papa está bien, aquel tumor que lo aqueja es benigno. Los abrazo a ambos, es la mejor noticia que me han traído en le día. Regreso a mi habitación, miro a todos a todos lados y doy un salto de alegría porque si bien no iré a la feria del libro y no tendré como pareja a la chica más linda de mi país: S i tengo a papa y a mama en muy buen estado de salud. Y aun así me todavía pregunto por qué no llegan las buenas noticias?






pAnChO

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