viernes, 16 de diciembre de 2016

ESTOY VIVO

Cuando te ataca una pequeña depresión que es controlable y que tú sabes que, felizmente, no necesita de ayuda profesional pero  entremezclada con una pequeña acidez en el estómago por haber comido tanto por la ansiedad, te hace sentir morir,  y lo único en que piensas es que si acudes a un médico especialista en Gastroenterología -como te lo recomiendan tus padres-puede que te digan que tienes una enfermedad terminal ya avanzada; y el solo hecho de escucharlo hará que te consumas más rápido de lo que debieras. Mama te prepara una dieta especial y papa, cuando salió a tomar el aire fresco contigo, caminando por alrededor del parque, te recomienda que no te preocupes, que una mala racha la tiene cualquiera y está contento que estés en la casa, que esperes con calma a que te salga otra oportunidad para trabajar fuera. Es en ese instante es  que recuperas algo de vida y te das cuenta que así como cuando eras un niño, tus padres siguen siendo tus héroes y a pesar de la avanzada edad que ellos tienen, están ahí para darte aliento y en cierta forma el  protegerte. Ya por la tarde después del almuerzo, mientras lees el periódico, echado en la cama, recuerdas a alguien que hace mucho tiempo te dijo que no, y que hace poco-por tu insistente pregunta- te volvió a decir lo mismo, simplemente por la misma razón: tiene un novio desde hace 13 años, quien es muy cariñoso y además es un exitoso empresario de exportación de telas. Pero no puedes olvidar las últimas fotos que ha visto de ella en bikini y en minifalda, además que  la encontraste más hermosa que nunca, y en ese instante recuerdas todas las veces que anduviste con ellas por diferentes calles de la ciudad y nunca tuviste la habilidad-a pesar de que es tu amiga- de convencerla para entrar a uno de tantos hoteles que abundan en la ciudad y que pasan a ser o bien puntos de encuentros clandestinos, o escenarios donde alguna vez todos cometen  algún pecado  que puede pasar al olvido. Sabes que con ella todo es imposible, pero tú te has quedado con las ganas de explorar ese hermoso cuerpo, y    falta de ello decides coger el teléfono y buscar en la agenda los nombres de aquellas bellas amigas nocturnas que tienes y que te demandan un dineral por acompañarte una tarde por la ciudad, departir unos tragos contigo  , degustar unos piqueos y esperar una mejor oferta por ir a una habitación que debe de tener televisión con cable, baño con agua caliente y un pequeño bar. Haciendo cuentas ves que podrías cubrir esos gastos, aunque tus pequeños ahorros irán disminuyendo y podrías necesitarlos para cosas más urgentes en un futuro no muy lejano. Sin embargo, llamas a una de aquellas chicas en agenda, a la mejor de todas, aquella que labora por las mañana como modelo de una marca de repuestos para autos y que se traslada por toda la ciudad en taxis caros, que de seguro tu deberías de cubrir si cierran el trato de encontrarse. Pero por esos milagros que hay en la vida, ella te comunica que está ocupada, que más tarde estará libre, que la vuelvas a llamar para coordinar, y es cuando sales de tu habitación y te diriges a baño para tomar una rápida ducha  con lo que consigues que toda esa calentura se vaya de tu mente y otras parte de tu cuerpo. La quemadura en tu estomago ya ha cesado, te sientes mejor, completas la siesta que empezaste luego del almuerzo y enseguida vas al escritorio y revisas documentos, ves teléfonos de contactos de trabajo y  te topas con algunos antiguos  empleadores que podrían darte la posibilidad  para volver a trabajar fuera del  país. Entonces se te viene a la mente aquel país, donde trabajaste hace algunos años, y recuerdas su linda ciudad por la noche, toda esa bohemia que te hacía sentir tan bien con solo observarla. Y sin siquiera haber pedido el empleo, ya imaginas en los días libres paseando por esa gran ciudad usando aquellos caros zapatos que vistes ayer en la tienda y que hacen juego con tus jeans nuevos y con ese sombrero que lo tienes para estreno. Es cuando bajas a el primer piso para dirigirte a la cocina por un vaso con agua, y mientras piensas en cómo enfrentar ese gasto , ves en la sala  a tu mama leyendo el periódico y recuerdas cuando aún eras un estudiante universitario y te faltaba dinero para comprar algo y pedias un préstamo. Me acerco a mama y luego de muchos años decido pedirle un préstamo para comprar esos zapatos. Pienso que se los devolveré el mismo día que me paguen mi primera mensualidad, pero es cuando ella me recuerda de la gran inversión que están haciendo para refaccionar una parte de la casa, por lo cual ahora ella esta gastada y no podrá hacerme este préstamo. Además, me pregunta por todos esos zapatos que guardo en mi habitación y que están casi nuevos, y me hace reflexionar que esa compra aún puede esperar. Vuelvo a mi escritorio y decido el terminar de leer algunas cosas pendientes y luego el escribir. Es en ese momento que me embarga un entusiasmo del estar vivo, por lo que decido en ir al médico, para el día siguiente, pues es bueno que me examinen. Ya más tranquilo, decido salir a pasear cerca de casa, a caminar por aquellas hermosas avenidas por donde siempre pasan hermosas chicas. Antes de salir cojo mi cajetilla de cigarros y la de los fósforos, y me percato que ya no tengo muchos cigarros. Felizmente no suelo fumar más de un cigarro cada vez que hago un recorrido por la zona, por lo que será motivo de esta vez no fumar y así, también, celebrar que aún estoy vivo.

Mientras camino por las calles de mi distrito en Lima, me detengo a comprar algunos panes para tomar el loche con papa y mama. Cuando estoy saliendo de la panadería, viene la chica a quien mencione que me dijo que en dos oportunidades que no, manejando una camioneta moderna, y al percatarse de mí acelera el auto para pasar como si no me ha visto. Yo siento un alivio porque esa noche no quiero conversar con nadie, ya que solo quiero seguir soñando con el encuentro con la modelo de los repuestos de autos y con el día que comprare ese par de zapatos. Metas alcanzables, gracias a Dios.


pAnChItO.

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