miércoles, 12 de agosto de 2015

HASTA SIEMPRE, Sra. Mía.

No sirve hacer cuentas del tiempo con tanto ahínco, después de todo siempre lo perdemos en algo y otras veces lo aprovechamos. No sirve hacer notas en un papel de lo que sucedió, salvo que eso nos sirva para ganar experiencia. Lo importante es hacer algo distinto en el presente, aunque a veces eso cueste. Se me hace difícil dejar de pensar en ella: todas las tardes me hago el propósito de olvidarla, de embarcarme en un nuevo camino; y al final me termino diciendo que mañana será otro día y la olvidare. Pienso, como siempre, que es difícil olvidar a alguien de la noche a la mañana,  inclusive, en meses a veces no se logra eso. He jurado muchas veces ante mí mismo y por mí mismo, que la olvidare; pero termino viendo sus fotos y su sonrisa me termina de envolver y otra vez estoy pensando en ella. Siempre fui un enamoradizo, a cualquier edad. Pero todos esos amores desaparecían con un pestañear de ojos, con una aparición de una nueva chica y con ello una nueva ilusión. Esta vez las cosas son distintas, parece que el flechazo del amor, si eso fuera así, me agarro en el punto. No vi ninguna evidencia por  fuera, pero por dentro ya estaba atrapado por su amor.  Hoy no quiero ni puedo pasar a una nueva página de mi vida sin pensar en ella. Sé que puedo perder, y eso papa me lo ha advertido. Pero ella con su sonrisa y sus palabras me hizo resurgir de las cenizas, de aquellos desmayos que provocaron en mi cada rechazo y desprecio de otras chicas de quien me enamore o creí enamorarme. Nunca voy a olvidar aquella noche de domingo, del último mes de marzo, cuando, en Lima, me cruce con ella por primera vez. En aquella ocasión creí   que ella era una de esas chicas que uno ve por la calle y puede mentalmente rondar el pecado y luego de satisfacer sus instintos olvidar todo. Pero por cosas del destino, aquel que sabe por qué hace las cosas, me impulso a  acercarme a ella  y con  solo las primeras palabras que intercambie con ella, reconocí a aquella mujer que es tierna, la que te hace cambiar de aire, la que te demuestra confianza y tanta hospitalidad que uno se siente seguro que quiere verla todos los días por el resto de su vida. Esa noche no me importaba volver a casa, solo me importaba encontrar más motivos para seguir conversando con ella. La había abordado bien, no podía poner ningún pretexto para no hablarme a pesar que yo  era un desconocido. Cuando nos tocó despedirnos, lo único que me dije para mí mismo: es que ella ira  conmigo así yo iría solo por la vida, porque una persona como ella no podría salir de la mente de nadie. Y así ha sido hasta hoy. En todos estos meses pasaron tantas cosas, pero nunca hubo una tarde , así anduve fuera de la ciudad, de dejar de  sentarme cinco minutos y observar el cielo y pensar en ella mientras veía  las estrellas fugaces.
Lo digo categóricamente: fracase, no pude olvidarla. Y aunque nadie se alegra de sus fracasos, yo me alegro de no poder olvidarla. Es una mujer diferente. Repito que no es de  esas  mujeres con las cuales uno sabe que puede beber a tragos el placer, es aquella que lleva consigo el fuego en el cual todos quieren arder, porque su compañía es vida y complemento. Sé que muchas cosas sucedieron en los meses previos a conocernos, por eso, quizá, no sería para mí. Pero un día ella me lo contó todo, me  confeso que se equivocó, la vi llorar, la abrace y le dije que no me importaba nada, que yo estaría a su lado y que ella y ellos tendrían en mí a un aliado para toda la vida. Pero como siempre los seres humanos, presionados por la sociedad, y por otros motivos,  terminan alejándose sin decir nada; así  lo decidió ella y yo tuve que comprender la situación, mas no aceptarlo. Nunca sabre si fue bueno quererla, si fue bueno el enamorarme tanto .Sé que al final las cosas sucedieron  como tenían que suceder,  y nunca estaremos juntos. Quizá, papa tenga razón, y las cosas serán mejor así para los dos.
Yo sembré ilusiones en ella, lo reconozco. Nunca le mentí, estaba dispuesto y hasta  hoy lo estoy de formar un hogar con ella y con ellos. Pues no solo ganaba a una gran mujer, sino a dos buenos amigos.  Tengo que reconocerlo: estoy muy enamorado de ella, pues  me regalo todas las estrellas que la vida me debía. Sin embargo, por el bien de los dos, y como ella lamentablemente ya lo empezó a hacer, hace muchos días no nos hemos vuelto a encontrar. Mañana  la invitare a tomar un café, como lo he hecho algunas veces en estos últimos meses, y le diré que comprendí lo que sucede entre los dos.No la presionare mas, la dejare de buscar.

Al final le daré un beso en la mejilla y me alejare despidiéndome: buenas noches, Sra., mía.  Por UD.,  yo tendré una historia que recordar para toda mi vida.



pAnChItO.

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