Y ayer por la noche recibí una mala noticia: el profesor de
educación física de la primaria, Paco había fallecido. A principios de este
año, yo que estoy poco en contacto con mis ex-compañeros del colegio, recibí de
ellos la noticia que le habían detectado cáncer. Nunca supe a donde, solo me
imagine que de seguro aún era el
principio de esta enfermedad y que todo saldría bien y con un tratamiento
todo saldría bien. Recuerdo que aquella tarde estando fuera de la ciudad, pedí
el deseo que tenga pronta mejoría y salga airoso de esta batalla que empezaría.
El profesor, Paco siempre será uno de los profesores que voy a recordar, del
Colegio Primario o de toda mi vida escolar, con mucho cariño. Fueron 3 o 4
anécdotas que recuerdo de él conmigo,
las que lo convirtieron para mí en un
gran profe y en un buen amigo. Recuerdo la primera vez que llegue
al Colegio donde estudie toda mi primaria y secundaria. Era el colegio más caro
y con mejor infraestructura de toda la zona. Papa y Mama deseaban que yo fuera
ahí; pase los exámenes respectivos y obtuve una vacante para aquel prestigioso
colegio,que mis padres pagaron con mucho sacrificio. Ese día que empezaban las clases, estaba nervioso; era la
primera vez ahí: un colegio grande, lejos de casa y en donde no conocía a
nadie. Todos éramos nuevos, empezábamos el primer año de la primaria. A pesar
que mis padres me habían despedido en la puerta del colegio, para mí
tranquilidad seguía escuchando sus voces afuera del aula a la hora que empezaron las clases. Ya estando ahí
dentro, vi por primera vez la profe Paco; ahí estaba vestido con el buzo de educación física
que usaría también yo por todo el tiempo de mi etapa escolar primaria. El cargaba
las cajas de bebidas gaseosas pequeñas que la directora del colegio había
comprado para todos quienes empezábamos el colegio, como un acto de bienvenida.
Esa mañana de hace veintitantos años, me sentí mejor porque veía a el profe, Paco,
de quien aún no sabía su nombre, entrar con mi bebida gaseosa favorita. Los
días pasaron y llego el primer día de clases del curso de educación física. Ahí,
el profe hizo su aparición, se presentó con cada uno de nosotros. Y lo que siempre
recordare de él , en los 4 años que me enseño el curso de Educación
Física , fue que hacíamos solo 20
minutos de ejercicios básico y después dejaba que nosotros, los varones jugáramos
fulbito y las damas, voleibol. Que tales
días con el profe Paco y sus cortas
clases de educación física! Fue ahí, con los compañeros del primer grado que ya
empezábamos a conocernos, que formamos dos equipos de fulbito. Nunca voy a
olvidar cuando me escogieron para jugar como defensa central. Yo que siempre
había sido miedoso para jugar al fulbito en la inicial porque había sido sometido a una
operación apenas cumplido el primer año
de vida, así que estaba contento jugando en el primer año de la primaria. Que
tales partidos nos jugábamos! recuerdo que lo hacía bien y el arquero confiaba en mí. Y fue así que
todas las clases de educación física siempre era yo elegido como defensa de uno
de los dos equipos. Fue así que un día el ‘profe’ Paco se acercó a mí y me dijo que me veía muchas condiciones para el fútbol. Así, transcurrieron las clases de educación física, pasamos al segundo
año, al tercer año y llegamos al quinto año de la primaria. En ese año fue que en
la hora de educación física con 2 o 3 compañeros, quienes ya no jugábamos al fútbol, por cosas del destino, hablábamos de música y también de los dibujos
animados que pasaban por ese tiempo en la tv. Así que casi las 2 horas del curso de Educación Física
las pasábamos haciendo eso. Y el
profesor, Paco siempre mirándonos de lejos,
y con una sonrisa cómplice nos indicaba que comprendía que así la estábamos pasando bien,
por lo que no era necesario el interrumpirnos. Al año siguiente por políticas del
Colegio, relacionadas a los diferentes atentados terroristas, propios de la época,
los mayores pasamos a estudiar al turno
tarde; y fue ahí que el ‘profe’, Paco dejo de enseñarme el curso de Educación Física.
No volví a saber nada de él, salvo que para las actuaciones
del colegio siempre lo veía de lejos; hasta que para una entrega de la libreta de notas, cuando andábamos en el tercer año de
la secundaria, llego junto a un profesor quien nos enseñaba matemáticas. Él se acercó
al grupo de los pocos alumnos quienes habíamos ido con nuestros padres para
recibir las notas del colegio, como nos conocía desde pequeños, nos llamó a
cada uno por nuestros nombres e intercambiamos saludos. Sabía que el salón andaba
mal, que estaba en el último lugar en
disciplina y organización de las 5 secciones del tercer año de secundaria.
Nunca voy olvidar lo que nos dijo en esa ocasión, para mí el mejor consejo que
pude escuchar en ese entonces: “chicos, todos tiene un bajón en esta vida. Pero
recuerden que así como todo baja, también con esfuerzo puede subir’
Luego ya no lo volví a verlo. Como ya estábamos en los últimos
años de la secundaria, ya no asistíamos a las kermeses o actuaciones que
realizaban en el colegio. Los años pasaron y hace 7 años, cuando recién había salido
de la universidad y los días no eran muy
buenos para mí, ya que acababa de aplicar para un empleo en donde más que el salario que ganaría me importaba el adquirir experiencia
en aquella grande y transnacional empresa
que me convoco entre sus candidatos y al final,
luego de varias entrevistas, las cosas no salieron; por lo que creo que mi papa no se enojó, pero si se decepciono de mí; pues le conté que tuve
algunas fallas en el proceso de selección ; es así que ambos caminando por una avenida principal del distrito donde vivo,
fue que nos
cruzamos con el profesor Paco. Yo lo salude
y él se detuvo para estrecharme
la mano y también la de papa. Habían
pasado tantos años, pero ahí estábamos presentes los tres que en aquella ocasión
(casi dos décadas antes), habíamos participado de mi primer día de clases. En
esa ocasión el ‘profe’ tuvo una conversación corta con papa, pero recuerdo que
le dijo algo que yo sé que le salió del corazón:” Señor, lo felicito. Tiene a
un gran hijo” Papa le agradeció y supo ver que el ‘profe’ Paco se lo decía con mucha sinceridad. Luego de despedirnos,
esa noche volvimos a casa y yo pude ver
una sonrisa de orgullo en el rostro de papa. Y quizá, él se olvidó de aquella decepción que se llevó de
mí por haber yo perdido la gran
oportunidad laboral de mi vida.
Por todos esos motivos el ‘profe’ Paco se convirtió en uno de
los mejores que tuve en mi vida. Y si, quizá nunca me enseño muchos ejercicios físicos
para hacer, hoy que los necesito, pero me enseño tantas cosas importantes: uno
de ellas es siempre levantar el ánimo a quien lo necesita , sabiendo decir en el momento preciso lo que uno necesita
escuchar, sin causar falsas esperanzas pero tampoco desanimarlo del todo. Que
Dios lo tenga en su gloria, ‘profe’. Yo ya sé que uno debe de andar por el
mundo con las palabras exactas para el momento en que deba de decir algo.
Qué bueno que personas como usted se hayan cruzado en mi
camino.
pAnChItO.
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