Tome
unos chocolates de la caja que estaba sobre la vitrina de la sala. Fui a comprar al bazar de la avenida principal, cerca de casa,
una rosa de plástico. Volví a casa, me
bañe, peine y perfume. Antes de salir, puse
cuidadosamente los chocolates y la rosa en una bolsa. Tome el bus que iba para ese lugar,
me deslice el pasillo de este sin ver ningún
asiento libre. En fin, encontré un lugar para viajar parado sin maltratar ambos
regalos. Iba asustado, temía por mi billetera. Por primera vez esta contenía billetes,
pensaba invitarla a cenar, a brindar. Cuando estaba cerca de llegar al lugar temía
no encontrarla.
Estaba
sentado en la segunda fila, el ambiente mejoraba. 4 bellas siluetas me decían que no debía irme, que todo seria mejor.
A pesar de eso, sentí pánico por algún contratiempo. En ese sótano estábamos
todos contentos pero no a salvo de
cualquier intervención municipal. Me pare para ir al baño a echarme un poco de
agua. Volví, la vi bailando, me volvió
loco como siempre lo hace ella cuando
esta frente a mí. Sentí ganas de raptarla, la contemple hasta el final de su actuación.
Todo quedamos idiotizados ante tanta belleza. Espere a que salga de sus
camerinos, salió y se dirigió al baño. Yo hice lo mismo al de caballeros, al
pasar por ahí vi a través puerta
entreabierta que se lavaba las manos. No lo dude ninguna vez, ingrese raudo ahí,
la salude, le di un beso en la mejilla. Se recordó de mi , por eso no se molesto de mi
atrevimiento. Lucia como una verdadera Diosa.
Alce mi
cabeza, venia caminando ella a lo lejos con una amiga. Mi perro me jalaba hacia
otro lugar. En un domingo de primavera no podía ser que no me encontraría con
ella cara a cara. El juramento que me había hecho yo mismo de declararle lo que
sentía por ella cuando nos encontremos, no se cumpliría. Trate de acercarme, mi
perro empezó a seguirme, se hacía fácil el caminar. Llego hasta el centro del
parque, se despido de su amiga. Iba con
los audífonos puestos, no escucho que
grite su nombre para que me viera. Doblo hacia la la izquierda, se dirigía a su
casa. Mi perro me gano en fuerza y me llevo hacia otro sentido. De igual forma
no la hubiera alcanzado.
Era
como una misión imposible la que yo mismo me había encomendado. En fin, es para
mí bien, quiero ser feliz. Nunca he sido tan imaginativo, pero lo puedo ser.
Solo es cuestión de pensar mucho, de buscar un pretexto para poder conversar
con ella. Quizá el saludarla sea una buena idea, quizá me lleve una decepción
al ver que no me conste. Aunque a estas
alturas del partido creo que no hay mucho que perder, pero si mucho que ganar.
Entonces esperare por ella, me hare el encontradizo,
calculare la hora exacta para caminar
por esa vía por donde ella vendrá en sentido contrario. No me desanimare como
otras veces, tampoco seré muy elocuente. Hare todo con inteligencia, hare un
esfuerzo por no emocionarme y echarlo todo a perder. Si Dios quiere en una
semana ya debemos estar conversando y preguntándonos
tantas cosas.
pAnChO
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