No puedo hasta ahora diferenciar entre las palabras “disculpar” y “perdón”. Sin embargo, prefiero
extender mis disculpas en caso, y como siempre sucede en cualquier humano, cometa un error que puede
ofender o perjudicar a alguien. De pequeño aprendí, y no sé si equivocadamente,
que perdón solo se le pide a Dios; por
eso es que siempre se lo pido cuando le rezo todas las noches. He concluido que en esta vida donde todos hablan de
“justicias “e “injusticia”, si debería creer en esta dos palabras – cosa que
hasta ahora no lo hago- me debo considerar alguien bastante injusto porque no se disculpar, no puedo
hacerlo; siempre llevo rencor para ese alguien que se porto mal conmigo; quizás veo
todos los pequeños detalles que hubieron detrás de esos actos o palabras que terminaron
perjudicándome y ofendiéndome. Claro, que si se trata de un familiar o
alguna persona que demuestra que lo hizo sin la mayor intención, todo está
solucionado. En verdad lo puedo olvidar, tengo la plena seguridad que si se disculpar.
No soy Dios ni Santo para juzgar a los demás, pero pienso que nací con el ‘don’
de saber quien hace las cosas conociendo que las está haciendo mal, y a pesar de eso sigue haciendo daño. Y lamentablemente
para mi clavario, también puedo ver quien
está verdaderamente arrepentido; y a pesar de todo eso se me sigue haciendo aun
más difícil el disculpar. Ya que en mi balanza donde sobrepeso ‘el cometer un
error’ y ‘el estar verdaderamente arrepentido’ gana por kilos de diferencia lo primero. Por eso ahora que ya
han pasado varios años, reconozco que a ella siempre le mentí, ya que fingí que
la había disculpado del tremendo error que cometió hace algunos para conmigo. Pero en mi mente y mi inconsciente
nunca la disculpe, y sé que nunca lo podre hacer. En ese entonces creí que era mejor mantenerme
sereno y fingir que la disculpaba, que ya todo estaba olvidado, que nuestra
amistad estaba intacta. Pero en realidad siempre fui consciente que no
olvidaría lo que me había hecho, que siempre estará en mi mente. Es que en
verdad, no quería perder su amistad, y en mi tonta cabeza también la
posibilidad de volver a compartir con ella una relación, debo reconocer que aun
la quería. Sin embargo, ahora veo que es evidente, demasiado notorio - y todo
lo reconozco con orgullo -en mi que nunca la disculpe y que no pretendo hacerlo
porque simplemente me hirió el corazón, y sentí ese dolor como nunca creí podía
sentirse. Hace ya 8 meses todo salió a la luz, en una conversación le dije sin mayores rodeos todo lo mal que se había portado conmigo y lo cuan molesto que estaba con ella;
hable demás – pero con mucha educación-, hable por la herida, hable lo que
tenía que tenía guardado dentro por mucho tiempo, y después de todo eso me sentí
como si me había sacado un peso de
encima. Estaba liberado, parece que esa mochila llena de enormes rocas que
siempre lleve había desaparecido de mi espalda. Desde ese día, las cosas están más
y más lejos de ser como antes para nosotros. Ya nada será igual a aquellos tiempos cuando nos conocimos, cuando nos hicimos
grandes amigos y posteriormente me sentí animado a declararle mi amor con la
seguridad que recibiría un ‘sí’ como respuesta. En fin, ahora las cosas están
claras, yo ya no quiero ser su amigo, y ella tampoco quiere serlo de mí. La comprendo,
es lógico que no quiera tener la amistad de alguien que le mintió, que fingió disculparla
para un día previo a la ‘noche buena’ hacer explotar en su cara esa bomba de
tiempo que ella misma había activado con su actitud. Y si otra vez regreso a
esos dos conceptos aun no permitidos para mi diccionario “justicias” e
“injusticia”, yo por justicia me siento convencido que tampoco quiero tener
como amiga a una chica como ella: alguien quien me mintió de la peor manera, que
no le importo ilusionarme y así seguir incrementando mi cariño hacia ella, para
luego terminar con el corazón lesionado-
y no en sentido figurado, ya que sentí dolor en ese musculo-, para luego
expectorarme con una patada en las cuatro letra como si fuera un muñeco de
trapo o más bien un verdadero idiota. Esa ultima noche que
nos encontramos, y en la cual lance todos
mis dardos contra ella, sentí que por fin pude decir lo que antes no pude hacerlo,
que por fin dejaba de ser un idiota para ser una persona con dignidad, esa
dignidad que perdí cuando me enamore de ella, y por la cual aguante que ella
haga todo lo que se le dio la gana. Pero volviendo a ese sentimiento en mi de
no poder disculpar, y en cierta forma gozar de eso, sentirme algo aliviado de
ver como aquella muchacha que me fregó
parte de mi vida ,que me perjudico, que creyó que era un perfecto imbécil por aguantar todo eso y sonreír, espera con angustias que el otorgue eso que no
lo hare; y lamento que nunca lo podre
hacer porque he llegado a comprobar con el pasar de los años que yo no puedo
disculpar, que me es imposible, que es parte de mi personalidad. Quizá todo
esto sea una patología en mi – aunque dudo un psicólogo pueda cambiarla- ,
quizá me iré hasta la tumba sin haberla
podido disculpar. Pero siento que hago lo correcto, y eso vale. Como dije
anteriormente, no con todos me pasa eso: con la familia y personas más cercanas,
o quizá aquellos que demostraron que en verdad se equivocaron sin intención, si
los disculpo de corazón. Y no de esa manera tan mentirosa como lo hice con ella.
Cuando uno se enamora suele perder el sentido de las cosas, suele ser dulce
y creer en los cuentos de hadas. También ver la máscara
de la caperucita roja en el rostro de esa persona que cuando menos lo esperas aprovechándose de tu amor te engañara y se acostumbrara a
tratarte como un tonto. Veras que no le
dará ni la mas mínima importancia a que te esta ilusionando y creando en ti una
falsa expectativa, ella seguirá viviendo con la mentira por muchos días más,
quizá meses para después de la manera más cobarde mediante un correo electrónico decirte que ya no pasa
nada, que no quiere seguir contigo, que todo fue un error. Y yo comerme
ese mal momento, aunque por dentro
sentir la tranquilidad de haber conocido su verdadero rostro para decidir jamás
tener este tipo de amistades. Recuerdo que pensé en algún momento que no podría
vivir sin ella, que en la distancia me daba cuenta que mas la quería. Pero
felizmente ahora he comprobado que a
pesar que si la ame de verdad, que le hable de tantas cosas interesantes con
sinceridad; puedo darme cuenta que no es la persona de quien uno puede
confiarse, que es uno de esos seres equivocados que van caminando por el mundo
fregándole la vida a los demás, que ocultan
con mucho esmero su infelicidad
pensando que pueden hacer infelices a otros para así posiblemente pensar que ellos pueden dejar de serlo. Al final de todo esto, llega un momento en que provocan lastima, aunque
nunca la suficiente como para obtener mi disculpas. No lo digo por decepción,
ya que creo aun en el amor, creo en la fantasía de las relaciones
sentimentales, creo que existirá en mi
vida esa chica a la cual hay que regalarle rosas, la cual te abrazara y te dará
todo el apoyo en el momento que lo necesite. Pero para mí no existe esa persona a quien uno cataloga “la
mujer de mi vida” de buenas a primeras, eso solo puedes decirlo después de conocer
bien a la persona. Existen tantas mujeres, y una de ellas puede ser la persona
que busca en verdad, nunca dejare de creer en el amor. Por ahora yo solo busco
la tranquilidad, olvidar este mal momento y seguir encontrando las razones por la cuales no le daré lo que ella busca en mi , mis disculpas.
pAnCho.
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