domingo, 20 de mayo de 2012

MATRIMONIO?????


Era feliz, que todos  lo acepten, estaba a punto de unirme a la mujer más hermosa del mundo. Me sentía motivado aquel día, tenía el atrevimiento de gritar por todos lados que iba a ser el mejor esposo de la tierra. Sabía que iba a terminar cansado por tantos tramites  por hacer  y otras  actividades que iba a realizar durante esos próximos días. Pero en realidad, nada de  malo tenia eso. Es un sacrificio  a hacer en nombre de la felicidad. Ambos habíamos decidido hacer una ceremonia pequeña, algo muy privado y lleno de amor. Aunque esta unión iba a ser  muy especial e inédita porque repartiríamos las dos ceremonias a realizar (civil y religiosa) en cada uno de nuestros países. Sonaba a una locura, pero era la verdad, nos casaríamos en dos continentes. Papa y mama viajarían conmigo para la ceremonia  religiosa que se realizaría en su país, y sus padres vendrían para la civil  que la realizaríamos  aquí en mi continente americano.
Le podría  haber prometido “el oro y el moro” para conseguir que me diera el sí. Sin embargo, solo le prometí hacerla feliz, hacerla sonreír cada día y resolver ambos como pareja  cada uno de los  problemas que se nos presentarían en la vida. Esa había sido la formula que use para conquistarla y para lograr que ella  acepte casarse conmigo, nada más.
 Sobre la ceremonia: seria sencilla, no gastaríamos mucho dinero en tantos preparativos. Hemos pensado en  alquilar un buen equipo de sonido.  Ya que si contratáramos una orquesta nos saldría más cara, y además que se corre el riesgo   de dejarnos con las ganas de seguir bailando cuando  ellos se marchen. Estaba nervioso, no todos los días uno se prepara para el matrimonio. Me comunicaba con ella vía telefónica: “me contaba que ella allá también estaba preparando hasta el mínimo detalle para que salga como lo esperábamos”. Estaba decidido, el matrimonio religioso se realizaría en su lejano y hermoso país; el civil se realizaría aquí (también lejano para ella y su familia). Iba a ser un arduo trabajo el trasladarnos de un sitio a otro, el subir a los aviones y hacer las respectivas colas en los controles de migraciones de cada aeropuerto. Pero  el amor había triunfado, había superado las fronteras. Y eso significaba un sacrificio  mas para obtener el premio mayor para mi, el  de  estar unidos para siempre.
A veces hay momentos en la vida en que uno piensa que ya está todo perdido, que no  encontrara el amor anhelado. Y en caso de encontrar a alguien, tener el temor de no llegar a nada con esa persona, de quedarse a medio camino  rumbo hacia la felicidad.  Ahora yo  todo lo veía diferente. La había encontrado a ella hace 2 años y recién acababa de saber que era la mujer de mi vida. Antes de eso  desconocía que era la verdadera felicidad, o que era ser feliz cuando conoces por fin a  la persona que te acompañara toda la vida. Pero  después de pensarlo tanto ya me  sentía preparado a pesar de ser joven, bueno no tan joven  para estar junto a ella todos los días de mi vida. Los días pasaban e  iba resolviendo las cosas que tenía que hacer. Ella hacía lo mismo allá. Nos encontraríamos aquí antes del día del matrimonio. Ultimaríamos detalles, nos romperíamos la cabeza para decidir cuál sería nuestra ciudad de residencia. Pero eran pequeños problemas que no impedirían estar así tan entusiasmados esperando el día de nuestra unión. Aquella noche que ella llegaría seria para mí el inicio del momento más importante de mi vida. Llego ese día,  me encontraba desde temprano en el  aeropuerto, aun faltaba una hora para que ella arribe a la ciudad. Se había comunicado conmigo desde el lugar donde hizo el trasborde. Me dijo que había mucho de que conversar. Me sentí por un instante confundido por lo que me hablaba, pero sospeche que todo saldría bien, que nada podría malograr toda esta agradable situación que estaba viviendo. Dormía en  la silla de la sala de esperas del aeropuerto, compre un par de tazas de café para poder mantenerme despierto y ya estar listo para verla salir y abrazarla .Cuando todo estaba por salir bien, cuando salía por la puerta de llegadas internacionales y   estaba a punto de acercarse a mi; escuche un claxon de auto que termino con toda mi expectativa. Me desperté  y  vi mi reloj; eran las 5:30 de la mañana, hora de levantarme.  Volví en sí, acepte la realidad, todo había sido un sueño. Era un día normal como cualquiera. Aunque una mañana mas fría que los otras. Había que ganarle tiempo al tiempo. El desayuno de seguro en el comedor ya estaba preparado, algunos e incluso ya estaban saliendo al trabajo por eso ese claxon inoportuno que termino con mis ratos felices. Como me mortificaba el saber que  en mis sueños estaba a punto de tener a la mujer a quien quiero para toda la vida, que viviría conmigo y me abrigaría en esta estación de fuerte invierno aquí, y en la realidad no tenía a nadie. Inmediatamente acepte que sigo solo aún, que no existe una mujer a mi lado. Que esa supuesta relación entre la chica de mis sueños y yo ni siquiera existía. Que ella ya me había olvidado, que había dejado de  pensar en mi hace mucho tiempo y  que incluso no le importaba que era de mi vida por estos lares con temperaturas tan bajas. Entonces  estaba lejano o casi inalcanzable  ese  matrimonio. Pero este maldito sueño me dejo claro que aun sigo enamorado de ella y que posiblemente lo esté por mucho tiempo más.
 Siempre los sueños han sido peligrosos. Si caes en ellos corres el riesgo de salir decepcionado de ti mismo. Pues no siempre  andas con la misma dicha como te ves ahí.  E incluso en los sueños te puedes ver  amenazado por un peligro y  hasta correr el riesgo de perder la vida.
Ya no tengo las mimas  ganas de antes de soñar. Tampoco tengo esperanzas con ella, ya  se olvido de mí. Y eso es suficiente a mi parecer para creer que las ilusiones  son dañinas, te intoxican el cuerpo y sacan lo peor de sí cuando te das cuenta que nada de eso se cumplirá. Si habría que sacar algo bueno de esto, es que mi imaginación en sueños puede ir mas allá de lo que yo mismo pienso. Que  en sueños tú  puedes ser tan feliz como si estuvieras en el paraíso, quizás tan feliz como nunca lo serás. Ya dije que no quiero soñar, pero tampoco quiero dejar de vez en cuando de  ser muy feliz en mis sueños.


pAnChO

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