domingo, 8 de enero de 2012

OTRO DOMINGO..........

Una tarde de lluvia puede deprimirte, puede hacer que extrañes más de la cuenta a tu familia que está lejos, y puede convertir a un día domingo en un día más triste aun. Aquí en la ciudad donde vivo empezó con todo el invierno, se declaró esta temporada tan dura y difícil del año. Hoy domingo que estoy libre y sin ningún tipo de preocupación de trabajo analizo lo que han sido todos estos casi 7 meses lejos de mi ciudad natal, lejos de mi familia y lejos de muchas de las cosas que solía hacer en la tranquilidad de casa. Hoy solo busco abrigarme al máximo, salir lo menos posible de mi habitación, y aprovechar el tiempo libre para dormir. Pero yo se que la vida es más que hacer solo eso. Hay muchas cosas más: hay una familia con quien pasar el tiempo, y habrá otra familia que formare en un futuro siempre y cuando el destino así lo quiera. Por eso se que los domingos y el invierno fuerte de esta ciudad no deben vencerme y hacer que me sienta deprimido y lleno de dudas en cuanto a creer si este día de la semana es en verdad para relajarse y disfrutar. Relajarse, puede que sí, no voy a ser injusto. Me relajo leyendo los diarios de todo el mundo y también durmiendo. Pero disfrutarlo no. En cada sueño que tengo de esas largas siestas que me meto en este día de la semana imagino estando en casa con mama y papa, estando en una avenida caminado de la mano con la flaca. Y por último, paseando alrededor del parque cerca de casa a mi engreído (mi perro).
Aquí cuando se sale a caminar en un día domingo de invierno como hoy, no se encuentra a nadie por la calle. Un par de personas que caminan con paraguas y a prisa para llegar a sus casas. La bodega principal luce vacía; nadie sale a comprar, o todos ya lo hicieron antes de que empiece la jodida lluvia. El centro médico donde suelo ir de visita con cualquier pretexto solo para ver a las doctoras y enfermeras se muestra con la puerta cerrada, se supone que solo atenderían a una emergencia. Y conquistar a la odontóloga considero no es una de ellas. Algunos compañeros de trabajo que están salen a mirar por una ventana de su casa saludan, pero se vuelven rápidamente. Saben que el pararse a conversar largo rato puede terminar empapándolos, yo se lo mismo por eso también me voy por la acera de enfrente. Vuelvo a mi cuarto y no encuentro a nadie, pido milagros o capaz las muchas tazas de café que tome por el frio me hacen pensar cosas fuera de la realidad. Vuelvo a prender la computadora, leo algunos artículos que quedaron pendientes de la mañana, repaso un rato los canales de televisión, y compruebo que hay nada bueno en su programación. Decido abrir una lata de leche, la combino con el chocolate instantáneo y aplaco ese hielo que siento por todo el cuerpo producto de haber salido a caminar. Pero aun no encuentro nada que puede de una forma combatir el frio que siento en el alma, ese que me produce el estar lejos de mi familia, y el saber que ella no está aquí y no me espera en la habitación para tomarnos juntos una taza de chocolate con sus respectivos biscochos.
Sospecho que los domingos serian diferentes si ella se animaría a venir a visitarme, a conocer esta ciudad, a embarcarse conmigo en un día domingo de frio y de aburrimiento. Con la plena seguridad que entre los dos nos calentaríamos hasta quemarnos y mataríamos el aburrimiento haciendo miles de cosas. Exigirle que venga hasta aquí seria una sinvergüencería y una actitud loca de mi parte porque ella no es nada mío. Ella solo aparece de vez en cuando en mi vida y en calidad solo de amiga. Pero recibir una sorpresiva visita de ella seria la actitud más bonita que ella puede tener conmigo. No estoy muy esperanzado que de ella misma salga eso, tampoco estoy convencido que debo exigirle algo que no le corresponde. En fin, las cosas pasaran como tienen que pasar, y solo Dios sabrá si algún día llego con ella al altar.
Anoche que dormía como todas la noches solo en mi cuarto soñaba con ella, en mis sueños veía la imagen que estábamos juntos, que me traía algunos dulces que mama mandaba y unas películas de humor que papa prometió comprarme. La recibía con alegría, le hacia un espacio en mi cama y por si no quería compartir la cama conmigo, yo abría la bolsa de dormir que me dieron en el trabajo para expediciones y ahí planeaba dormir. Aunque veía en la sonrisa que me mostraba que no era necesario dormir en ella, ni mucho menos rentar un cuarto de al lado. Dormiríamos juntos, y cada uno sabría cómo comportarse en ese momento. Las cosas estaban claras en esas imágenes que se mostraban en mis sueños: ella llegaba a visitarme, ella llegaba para ser mi chica, para darme respuesta a todas esas preguntas que siempre le hice disimuladamente y que nunca encontraron respuesta. Desperté de tan complaciente sueño y mire alrededor de mi cuarto, y no había nadie. Solo me quedaba seguir durmiendo y esperar a soñar otra vez con ella y su tan esperada e imposible visita.
Sé que los domingos pueden ser buenos si los compartiría con mi familia y otras personas que también quiero. Mama y papa difícil que vendrían; y no porque no quieran sino que este clima y la altitud a la que vivo les hace mal a sus salud por su avanzada edad. Mi chica o mi amiga, o qué diablos ella quiere ser de mi jamás lo hará. En todo caso que en su corazón exista un lugar para mí y un día todo ese amor que puede que sienta por mí se encuentre a punto de estallar y no pueda esperar hasta verme en mi próxima a lima.
Mientras espero algo inesperado, algún evento que modifique mis domingos. Seguiré viendo la forma de combatir este día tan triste y solitario que se hace aun más pesado con la lluvia fuerte que declara el verdadero invierno aquí en mi nueva ciudad de residencia. Aunque sé, que si ella vendría empezaría el verano en mi corazón.


pAnChO.

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