No tengo la culpa de nada! Y digo esto de la manera más sincera,
clara, y por qué no, sin ninguna vergüenza. Aunque me digan que soy un ‘cara
dura’, es contundente lo que acabo de escribir y no me provoca el mínimo
sentido de preocupación por lo que puedan decir o pensar quienes están a mí
alrededor. Que se vayan muy lejos aquellos que creen que podrán a mi
responsabilizarme de todo, que aún creen que soy el mismo tonto de siempre que
puede cargar con todo el peso de los errores ajenos. Cada uno hace lo que debe
hacer. Cada uno sabe de sus responsabilidades, y cada uno tiene un puesto, que
le ha sido asignado, dentro de la organización del trabajo. Claro, existen salvedades
donde uno debe de sacar la cara por el resto; una situación en donde uno debe de
asumir la responsabilidad porque la situación lo amerita. Pero eso debe ser
ante una emergencia, y por lo tanto comprensible por si las cosas no saldrían
tan bien como lo haría el especialista a quien se tiene que suplir. Un día miércoles,
día de semana, día laborable, mis principales colegas, ellos muy sabios, se
decidieron tomar un descanso, unos días libres; haciendo de este día, de mitad
de semana, un día festivo sin pensar que su ausencia era inconveniente. No me
hago problemas por eso, además que cada uno puede hacer lo que se le da la gana
mientras eso no vaya en contra de la tranquilidad de los demás. Yo no reclame
de semejante actitud de estos buenos muchachos, ya que hasta ese momento todo andaba bien. Pero había
un trabajo que cumplir en ese día miércoles, que por voluntad propia de ellos
este se convirtió en un ‘día de relajo’. Como supervisor debía de ir a trabajar. Mientras esos tres muchachos,
dando ‘un buen ejemplo’ de lo que es descansar bien, se quedaban allá en la
ciudad, bajo el sol, que está saliendo por las mañanas, sentadas en la terraza
de un grandioso hotel y tomando un gran
desayuno junto a hermosas mujeres, yo laboraba con normalidad y con algo de envidia hacia ellos. Hasta ese
momento parecía que todo andaba tranquilo, que nada inesperado sucedería, que algunas decisiones que ellos deberían de
tomar, no tendría que hacerlas yo. El trajín del trabajo era el mismo, salvo algunas
pequeñas cosas que había que hacer por ellos, nada de importancia. No me
dijeron para unirme al descanso, así que no me pusieron en la situación de
elegir entre divertirme con ellos o ir a trabajar. Todo estaba tranquilo, podía
hacer solo las cosas; sin embargo parece que la vida se ensaño con la empresa y
conmigo también, ya que era en ese momento el único representante ahi. Cosa
inesperada, a lo lejos, parado yo en medio de la planta de fundición, vi que se
acercaban dos modernas camionetas que terminarían estacionándose frente a
nosotros. Al pararse la primera camioneta, delante mío, alguien bajo las lunas
de la parte trasera y vi el rostro de unos de los empresarios más
importantes del país en el rubro. Lo conocía porque muchas veces había visto
sus fotos en periódicos y revistas
especializadas. Recordé rápidamente que
una de las empresas que dirigía este millonario empresario buscaba, desde hace más
de un año, comprar acciones en nuestra empresa.
Buen día, es UD. el Superintendente el encargado de esta unidad-
dijo- Si, yo me estoy haciendo cargo en
estos momentos, pues el grupo de
encargados ahora está en una misión de evaluación en la ciudad capital -respondí
hábilmente- En aquel lugar, por el mismo clima,
las líneas telefónicas o
cualquier otro sistema de comunicación no funcionaba bien ¡Que mala suerte la mía! No podía comunicarme
con alguien de los voluntarios vacacionistas para que venga a hacer su trabajo. Aquel
empresario había llegado con un contador y un geólogo, ambos especialistas en
la materia. La otra camioneta llevaba consigo a su personal de seguridad. Decidí
que primero conversaríamos en la oficina, y mande a traer cuatro tazas de café.
Miraba mi teléfono móvil y aún no había buena señal, era mala suerte porque
otros días la señal es mala, pero al menos había para comunicarse. Al conversar
con ellos me di cuenta que era tamaña responsabilidad la que estaba asumiendo. No
pude alargar más la conversación, en un momento conseguí la señal y llame a los
muchachos, pero no atendieron al teléfono.
Tuve
que llevarlos a conocer nuestra zona de trabajo, permitirles husmear por
aquellos lugares que son nuestros y que por algún motivo en algunos casos
deberían ser ocultados por las personas responsables y no por mí que no estaba
tan enterado de lo que era propiamente las operaciones del trabajo. Estos cuatro visitantes necesitaban recorrer
toda el área de trabajo para dar una opinión de como marchaba nuestra empresa y
de que posibilidades teníamos para un futuro inmediato.
En
el recorrido hice las cosas de la mejor manera, debo de reconocer que dado que
no era mi especialidad la de cotos y operaciones hubo una situación en que no
pude dar una explicación clara de las cosas, o más bien no pude cubrir
falencias y esto fue usado en mi contra; o más bien en contra de la empresa.
En
su informe final, este grupo de profesionales a carta cabal, mencionaron que no
trabajarían en sociedad con nosotros, que no era rentable invertir en nuestra empresa.
Quizá no represente bien a la empresa, pero creo que hice lo mejor. No sé si
existan las disculpas del acaso, pero yo solo puedo decir que hice lo que pude.
Pero nos descalificaron y ese era el resultado que importaba.
La
culpa no era solo mía, pues si hubieran estado ese día cumpliendo sus funciones
quienes son los encargados de esa área,otro hubiera sido el final de la
historia. A raíz de esto, muchos de ellos mismos se dieron el lujo de decir que
por mi culpa habíamos perdido inyección de dinero en la empresa, pues no supe
resaltar el potencial de la empresa ni de convencerlos que algunas carencias en
el trabajo podrían ser mejoradas comprando maquinaria moderna. Sabíamos que la
empresa ya no tenía mucho dinero, que era costosa su recuperación y si no
estábamos apoyados en aquellos inversionistas, estábamos del lado del fracaso.
Todos los días realizaba mi trabajo, me metí de cabeza en mi área, pero nunca
me interese por las otras. Tampoco se trataba que quiera con una gran pasión conocer
todos los procesos del trabajo. Pero el mensaje para mí mismo era que si hubiera
conocido más de las otras áreas, habría podido argumentar por qué era
rentable que inviertan en nuestra empresa. El mensaje final era que no solo debía
sentirme mortificado porque quienes se ausentaron y me dejaron ahí solo
trabajando eran los primeros que me criticaban, sino que yo debía de entender
lo importante que es interesarse por todas las áreas del trabajo, pues uno
nunca sabe cuándo va a ser necesario demostrar esos conocimientos usándolos
para la conveniencia de la empresa y para la de uno mismo; ya que era la mejor manera de poder haber escalado
posiciones demostrando que valgo mucho para la empresa.
pAnChItO.
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