Esperaba esa llamada
telefónica, no dejaba el teléfono lejos
de mí; hasta estando sentado sobre el inodoro a no menos de un metro sobre la banca, mi
teléfono. Este aparato no suena, no lo ha hecho en todo el día, ya estamos
finalizando el año y sigue inerte, quizá no sirve para nada. Que habrá detrás
de todo esto que esta sucediendo, será el destino que no quiere que las cosas
empiecen entre nosotros, o será ella que lo quiere así. Estoy en las últimas funciones de esta gran obra teatral en donde represente por más de 15 años al
perfecto idiota, a ese hombre sin dignidad, que renuncio a ella por el amor de
una mujer.
Ese mismo hombre que siempre
espera por alguien, que está dispuesto a perder mucho o todo con tal de ver a la chica, de la
cual él cree que un día lo querrá, muy feliz. Pero sé que todo eso me hace olvidarme
de ser feliz, y más bien me hace sobrevivir con esperanzas de algún día serlo al lado de ella, cosa que
no sucederá. Un sentimiento de culpabilidad conmigo mismo aparece todas las
noches al saber que por complacerla soy un infeliz. Este teléfono no
sonara, estoy seguro, me lo apuesto a mí mismo, así de simple es mi vida:
aceptar las cosas como son.
Como aun no puedo dejar del
todo aquel triste personaje que la vida un día me ofreció y yo tranquilamente lo acepte encarnar, sigo
aun esperanzado a ella. Sé que es una mujer que no vale la pena, que ha demostrado,
no tan solapadamente, que solo me quiere cuando le puedo ser útil, que solo me
estima cuando algo puede conseguir de mi y que no debe ser juzgada por mí porque no ha
sido la primera, y espero si sea la última que se ha acercado a mi por el mismo
motivo.
Como la vejez es buena consejera, los años de experiencia la mejor
razón por reflexionar y de manera acertada decidir en expectorar de mi vida a todas
estas personas que no son conscientes del cariño que les tengo. He decidido olvidarla, ya no actuar como un tonto ante ella ni ante
nadie. Llego la sublevación, llego el sentimiento de independencia, llego mi
esencia, esa de no estar detrás de nadie.
He decidido mandar al diablo a todas esas chicas, he decidido vivir la
vida sin pensar en nadie más que sea yo. Al menos por el momento, ya que tengo
el mayor entusiasmo por tener la mejor relación con la mejor chica que aún no
he conocido, y esa curiosidad me llena de emoción y tranquilidad como para
esperar por alguien diferente. Papa y
mama me lo aconsejaron hace un buen tiempo, recuerdo que en una de esas
conversaciones que siempre realizamos en la cena, en donde hablamos de algunos temas irrelevantes,
vi la oportunidad para soltar mi caso. Recuerdo que hasta hace 10 años con papa
no hablábamos de esos temas, sentía algo de vergüenza en contarle que me
gustaba una chica, que me parecía que estaba ‘buena’ la hija de la vecina y que quería hacer el amor
con la modelo de aquel programa de televisión. Hasta que un día logre soltarme
frente a él, un día el se animo a darme esa confianza, y creo que fue muy sabio
porque lo hizo en el momento oportuno, en aquel momento que en verdad un padre
ya puede ser un amigo de su hijo, y no cuando necesariamente debía imponer cierta autoridad para corregir mis errores. Ese día que me solté ante él, que
le conté de todos mis deseos y da
algunas aventuras a la salida de la
universidad, se le ilumino el rostro y vi su cara de orgullo por mi. Grande pa!
Con mama la cosa es distinta, con ella jamás hable de esos temas, pero
mama es de esas personas de tanta sabiduría y agilidad mental que estoy seguro
que ha seguido cada paso que he dado con las diferentes chicas con las que
deseaba andar y nunca lo pude hacer; y
también con las que si ande y jamás logre nada. Siempre ahí vigilante.
Entonces, encontrado el camino para llevarlos por esos temas, les
exprese que estaba mortificado, que por mi mente rondaban muchas ideas pero
necesitaba su opinión. Lógicamente ya no tengo 10 años como para que ellos
tengan la última palabra, pero necesitaba escucharlos, necesitaba saber de su
parecer porque son y serán siempre los mejores consejeros que puedo tener. Al
soltarle mi pregunta, su respuesta fue
instantánea: “olvídala, mándala a rodar de una forma educada, no tienes
por qué aguantar a nadie, no dejes que te tomen el pelo “. Mama fue más pausada: “dile, cuando te llame a pedirte un favor,
que andas ocupado, que ya te comunicaras
con ella. No la llames mas, entenderá que ya te diste cuenta que eres utilizado”.
La última palabra la tenía yo, y decidí
seguir jugando con la esperanza, no quería renunciar al papel de ‘imbécil’ que
el gran teatro del mundo me había otorgado, quizá porque nadie podía representarlo
mejor que yo. Desde hace unos días siento tanta indignación, que he decidido
olvidarla; textualmente suena como
algo que se puede realizar de inmediato
pero al menos lo empezare a hacer desde hoy. Además, mi forma de ser no va con la que he querido
hasta hoy proyectar por captar el amor de esas 3 o 4 chicas que se han dado el
lujo de decirme hola , chau y después
interesadamente otra vez hola. Hoy
me indignado aun mas por estar pendiente del teléfono, por andar por todos lodos con ese aparato, por tenerlo cerca de mi hasta la hora en que entro al servicio higiénico a defecar o mejor dicho
a ‘cagar’, que para mí siempre ha sido un momento de total relajo, de alivio,
de reflexión y de voluntarias
explosiones que traen consigo la calma.
Por eso y mucho mas he decidido no esperar más llamadas, y si sonara el teléfono y por respeto y mucha
confianza en el buen consejo de mama, contestar con una evasiva reveladora que lleva por dentro el mensaje de que 'ya no
quiero saber nada de nada'.
Ahora si empieza el verdadero descanso, ahora si viviré tranquilo los
pocos días que me quedan de vacaciones. Me enamore, me ilusione, creí en los
cuentos de hadas y todo me salió mal. Sin embargo, me hace feliz el nunca dejar
de creer en el amor, en ese lindo sentimiento que solo lo haré cuando conozca a
la persona indicada. ¡Que viva la vida, que viva la emancipación! Al fin logre
sentirme bien, al fin se que mañana será otro día y que estaré concentrado en
otras cosas importantes. Si Dios quiere concentrado en algo sin mucha importancia
pero que me haga feliz.
Qué bueno es dejar de interpretar un papel para el cual, gracias a Dios,
nunca tuve vocación, pero por el
hecho de haberlo hecho tantos años me salía muy bien; aunque al finalizar mi día
había un conflicto en mi mente por haber sido quien nunca he querido ser. Lo peor y más vergonzoso de todos estos es
que fui un idiota a sabiendas que lo era
y quería continuar siéndolo. La vida me permite cambiar de rumbo, las cosas se
hacen con total convicción y sin caer en berrinches o resentimientos de
momento. El amor u obsesión hacia ella
fue como algo que comí, algo que después me afecto, que me produjo una llenura
en el estomago y termino causándome malestar. Felizmente la
materia fecal ya está a punto de ser expulsada,
me iré a un lugar lejano a sentarme y a terminar con este asunto.
Es hora de borrar las fotos de
todas estas chicas, de borrar sus números telefónicos y de borrar sus rostros
por si un día me encuentro con ellas en la calle; y tendría que
saludarlas para después buscar el baño más cercano.
pAnChItO
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