domingo, 7 de agosto de 2011

MIS VIERNES

Creí que todos mis viernes serian iguales, pero me equivoque. La vida siempre nos prepara una sorpresa hasta para el más incrédulo. Si, para ese que no da crédito a que el destino cobra vida junto a nosotros cuando ya estamos en el vientre de nuestras madres.
Había pasado todos los viernes de estos últimos 5 años fundido en el reniego y la decepción de que este día previo a sábado jamás volvería a ser para mi divertido. Me mate pensando que era lo que me faltaba para que pueda volver a tener un gran viernes. Pero no encontré la explicación, me canse y me resigne a pasar triste todos los viernes de mi que me quedaban en la vida; sintiendo un vacio y perdiendo la oportunidad de gozar dentro de mis límites más entusiastas.
Una noche de este año, sentí la más profunda tristeza. Pareciera que el peor de todos los viernes recién lo vivía y por qué no, lo padecía. Esa noche decidí que ya no esperaría otros viernes pésimos, pues ya otro dia peor a este no podia existir. Pero me equivoqué otra vez: quise creer que ya lo había vivido todo. Hace ya 8 viernes que me he mudado a esta ciudad, el mismo número de días que he comprobado que un viernes puede ser como cualquier día de semana. Que siendo un inicio de fin se semana, no necesariamente tiene que tener esa magia que antes la vi. Y que hoy, solo lo veo como un montón de horas destinadas a los quehaceres diarios, pero con diferentes matices que terminan haciendo de este día algo parecido a lo divertido. Si retrocedería el tiempo, si caigo en ese pensamiento inútil y propio de los imbéciles, ya que el tiempo no regresa, de seguro festejaría cada viernes que deje pasar por la melancolía que me invadía, por la sensación de soledad y fracaso en la vida que me apretaba el cuello hasta dejarme medio moribundo. Estoy seguro que ya no hubiera perdido tanto el tiempo en pensar en tonterías, en condicionar a la presencia de otras personas mi felicidad. En dejar que manipulen mi vida aquellos recuerdos que siendo muy lindos y dulces, solo te ayudan a deprimirte cuando ya no tienes nada de eso.
Pero ahora vivo este momento, ahora paso por esta prueba, y en estos días he comenzado a descubrir el lado divertido de cada cosa que se presente en la vida. Allá quedan en el recuerdo aquellos viernes súper divertidos que viví en la niñez y también quedan en el recuerdo, pero en un recuerdo de los momentos más jodidos de mi vida, aquellos últimos viernes que viví deprimido y pensando en ella como un idiota. Cuando quiera rescatar buenos momentos de los viernes que he vivido: pensare en aquellos de mi niñez. Pero cuando quiera rescatar algunos viernes de enseñanzas, de lección, de una verdadera cátedra de lo que es comportarse como un especialista en idiotez: recordare todos esos viernes de miércoles que me toco vivir tan triste, y que solo fueron por culpa mía, por no vivir la vida. Felizmente la vida se choco conmigo, me llevo a su campo, a su cancha y me puso la lucha tan complicada que aprendí a ver lo divertido de de cada día, y lo más dramático que es descubrir que cada uno nace para ser feliz a su manera, en las inmediaciones de muestras posibilidades. Y entender una vez por todas, que todos podemos vivir en las proximidades de la felicidad, mas no en ella. Pues si estaríamos habitando ahí, todo seria aburrido, ya que no tendría la vida sentido sin problemas y obstáculos que nos impiden ser felices. He decidido no estar a la defensiva ante las pruebas que el destino me ponga, actuare según mis convicciones y según lo que me diga mi instinto. Pero ahora estoy seguro que no volveré a tener un día triste por culpa de otras personas ni mucho menos por recuerdos que deberían convertirse desde hoy para mi, en imágenes vagas de un pasado que no fue genuinamente bueno.
Ninguna actividad en mi vida ha sido suspendida para mí, pero prefiero abstenerme de experimentar la melancolía y, más bien, prefiero escapar a ese sentimiento innecesario con las nuevas vivencias, con las nuevas luchas y con una renovada esperanza de que todo sea mejor en los días venideros. Mas no tengo que decir sobre mis días viernes, al fin cambiaron, al fin los veo como los debo de ver siempre de aquí en adelante. Les llaman sábados chicos, les llaman e los verdaderos últimos días de las semanas. Yo ahora los llamo los días maravillosos que viví durante mi niñez cuando salía del colegio y ya no tenía que hacer las tareas (aunque había épocas en que no las hacia ni los otros días de la semana) y me dedicaba a escuchar música o a jugar con mi hermana a ser estrellas de la música. Y también los días en que hay una esperanza de que son los últimos de la semana en que uno tiene que acostarse tarde y levantarse muy temprano al siguiente día, pues aun el día sábado yo trabajo. Las demás calificaciones para este día tan importante de la semana, llegaran como quiera el destino que llegue.




pAnChO

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