domingo, 17 de julio de 2011

UNA NUEVA VIDA

No debería creer en nadie. Al menos, que alguien sea diferente a las chicas que he conocido. Últimamente ando de viaje en viaje y radicando en otra ciudad. Me he establecido en un nuevo lugar, he recordado por un instante que era muy feliz cuando vivía en casa con mis padres y también, cuando podía echarme en mi cama a tomar una siesta de lo más tranquilo, para después levantarme y salir a montar bicicleta. Pero mi profesión me trajo hoy hasta aquí y, también, me trajo un nuevo modo de vida. Esta carrera que escogí estudiar, quizás me lleve por muchas ciudades del país y del mundo; quizás en cada nuevo punto de llegada encuentre nuevas costumbres. Pero creo no encontrare a la persona que apareció en mi vida y que no sé hasta cuando se quedara conmigo.
Cuando regresaba de un breve viaje a lima, decidí tomar un bus de la estación de la ciudad más cercana aquí. Cuando aborde aquel vehículo, pensé que hubiera sido una mejor idea haber abordado un auto particular y pagar los muchos soles que cobran por tremendo trayecto. Sin embargo, decidí que era mejor cuidar mi bolsillo y sacrificarme en viajar en un bus lleno en horas de la tarde, además de todo el calor que hacia raramente en esa hora del día. Además, muriéndome de hambre; ya que de tanto haber estado de un bus a otro, no había almorzado. Me acomode en los asientos de al fondo. Mi boleto indicaba que me tocaba el asiento numero 27. Pero, generalmente en estos viajes tan rutinarios, y en especial esta línea de trasporte nadie cumplía eso. Cuando me acomodaba en la última fila: una dulce voz me pregunto no se qué. Y yo, no supe responder que. Era la linda Lile: la chica que hoy llena un espacio importante de mi vida y que me ha hecho retroceder en el tiempo. Porque por ella, yo vuelvo a ser un chiquillo, un adolescente, un joven que comete esas locuras propias del enamoramiento. He vuelto a una etapa de mi vida que paso casi desapercibida para mí. Hoy, todas las noches estoy pendiente del teléfono, de si me llama o me escribe un mensaje de texto. Otros días, estoy esperando terminar de cenar para llamarla por teléfono y charla desde que salgo del comedor hasta que llego a mi habitación. O simplemente, gusto que ella me quite el sueño, que me sorprenda cuando ya estoy a punto de conseguir cerrar los ojos en tanto frio, y el sonido del móvil me avise que me quedare felizmente despierto. Estoy experimentando el mejor de todos mis deseos. Siempre pensé que este día tenía que llegar, que la chica más linda del mundo tenía que fijarse en mí. Y lo más curiosos de todo: ella tenía que ser una chica que nunca había visto antes, pero que ya la había sentido cerca de mí en uno de mis mejores sueños. Esta nueva vida que he empezado lejos de casa, con todas las dificultades que he tenido que superar y otras no: desde adaptarme a caminar en la altura, a liar con el frio, la nieve y la temperatura bajo cero y hasta, lo reconozco, la aun insuperable batalla contra el extrañar a mis padres: las personas más importantes del mundo para mí. Ha traído consigo una recompensa, un regalo, o quizás, lo que siempre andaba buscando y no supe entender que esas cosas como son los designios de Dios llegan cuando uno menos lo espera. Desde aquella conversación en el bus, hasta la última vez que realice ese pequeño viaje de hora y media hacia su ciudad; creo que vivo un sueño. Y lo mejor de todo, sé que no soy el único protagonista, sino, que ella también lo es. Y que ambos soñamos y nos sentimos contentos que todo se convierta en realidad cada vez que nos vemos y nos abrazamos.
He vivido otros sueños que solo se hacían realidad en otros de mis sueños. Ósea, que yo terminaba en un enredo, en una suerte de andar durmiendo para poder ser feliz. Últimamente he estado atrapado en una cadena de felicidad a medias. En una especie de esperanzarme en algo imposible, y en un bello rostro que pensé que me miraba con ojos de amor, que al final me confesó que tenía novio y que estaba a punto de casarse. Como si las historias amorosas en mi vida se escribieran tras papeles carbón. Todas mis experiencias son parecidas. Quizás por eso, a veces, estando junto a ella me siento inseguro y creo que el cielo que aquí oscurece muy temprano la ciudad y muchas veces provoca una tormenta, hará lo propio con esta relación
Retorno a mi habitación suspirando. Pero, por minutos dudando de lo que sucederá, de lo que me prepara el destino. Y solo me queda encomendarme a Dios y pedirle que esta historia termine tan bien como ha comenzado y como hasta el día de hoy se está desarrollando. Si la vida vuelve a ponerme otro cave, si vuelve a tratarme mal. De seguro para siempre quedaran en mi todos esos días paseando junto a ella, hablándonos por teléfono, acordando una nueva cita y, sobre todo, llegando a su ciudad o ella llegando ella hacia la mía para abrazarnos como si no nos hubiéramos visto en meses, años o, quizás, en siglos. Lo único que puedo decir ahora es que: “vivir una nueva adolescencia no tiene nada de tonto. Tambien, que pasar horas a su lado y pensar en vivir alguna vez juntos como pareja de esposos, no tiene nada de iluso”. Si el destino quiere verme sonreír, así será. Si el destino y Dios quieren ponerme otra prueba más de resistencia. No lo tomare a mal: respetare la decisión de quien está arriba. Y me quedare sin ella. Pero la extrañare como a nadie he extrañado.



pAnCho

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