Era otra noticia que recibí por la tarde del día de ayer, de las tantas sorpresas que me lleve. Sentía que el
nuevo año se caracterizaría por traerme noticias inesperadas, inimaginables y
desalentadoras. Me habían sucedida tantas cosas ayer, que recibía la buena
nueva con algo de tranquilidad y con la suficiente serenidad como para no caer
en tristeza y poder estar enfrente de ella sin ningún tipo de molestia por lo
que me contó.
-Al fin me caso, mi chico y
yo seremos felices. La boda será el 14
de abril. Y sabes que: lo haremos en Chile, cerca de tu país,así que estas invitado y no puedes faltar- – me dijo-
Me había llamado por teléfono, después de
mucho tiempo, para saludarme por el nuevo año. Al fin, ella tomo esa
iniciativa y quiso retomar el contacto. Yo ya estaba cansado de haberle escrito tantas veces y no recibir
respuesta. Pero ese saludo tenía un trasfondo: quería invitarme a su
matrimonio.
Eran tantas cosas a la vez,
que no supe que contestarle. El hecho que se case no era la mejor noticia para
mí ¡Que tonto soy! Hace 10 años que nos conocimos, y por ahí que hubo alguna
simpatía y creímos que la cosa podía funcionar, pero mejor decidimos- ella lo
hizo primero- de seguir siendo amigos. Entonces por qué enfadarme por esta noticia.
Al contrario,en nombre de nuestra amistad debería de sentirme contento por ella. Aunque si estaba contento por ella,sentía cierta tristeza y frustración por saber que ya no seria mía y que jamas me sirvió demostrarle que si tanto la quería como amiga,como la querría si un día hubiéramos sido novios. Las cosas debería tomarlas con calma y algo de gracia, pero me pedía
que esté presente en su matrimonio; y eso era algo que me comprometía con la
tristeza que sentiré al verla vestida de novia y no ser yo el novio.
-Me alegra mucho que
contraigas matrimonio con él. Estoy seguro de cuan felices serán ustedes. El
amor que tú le puedes entregar a alguien, muy pocos se lo merecen, y el se saco el premio mayor. Estoy seguro
que si lo has escogido a él es
porque sabes que te quiere-le dije, fingiendo tranquilidad-Aunque en el fondo me sentía decepcionado del destino. No puedo desearle el mal a una de mis mejores, o quizá
una de mis únicas amigas. Sentí un suspiro por el teléfono,ella se emocionó al oír mis palabras de felicitaciones por su próximo paso que daría en la vida.
Siempre lo hace cuando alguien le habla con cariño y le
demuestra todo el amor que tiene para ella. Solo atinó a decir: ¡Muchas
gracias, amigo!
- Sabes que siempre te deseare
lo mejor y aunque no necesariamente estaré ahí, desde el lugar donde este
aquella noche, a la distancia, disfrutare de ese momento tan importante en tu
vida- agregue-
-No puede ser que uno de mis
mejores amigos no esté presente en mi matrimonio. No puede ser que estando en
Perú, muy cerca a Chile, no puedas viajar para estar en esta fecha conmigo. Y por último, no puede ser que te rehúses a
subirte a un avión si tanto dice que me quieres ver feliz. Además que te
giraremos los tickets de avión, como a los otros invitados- señalo-
-Tú sabes que hasta abril no
sé qué pueda suceder. Viajar a otro país de un momento a otro no es algo
que pueda asegurarlo desde ahora- le indique-
-Una madrugada de sábado en
que madrugues, más de lo que siempre lo
haces por trabajo, y te alistes para irte al aeropuerto no te hará mal. Recuerda que el viaje solo dura 2 horas, y llegando a la ciudad te llevaremos a tomar un
buen desayuno y directo al hotel para que descanses – me persuadió-
Sentí que ella me dejaba sin
salida, que mis excusas para no ir eran inútiles. Yo sabía que si no quería ir,
no debería ir. Al final, ella no me iba obligar a ir y de seguro iba a
fingir que lo entendía, aunque le dolería por dentro el que yo no vaya. Sé que no debería de ampararme
en justificaciones tontas y menos entre nosotros dos que éramos amigos. Por línea telefónica podía disimular mi
melancolía, así que con una voz firme le informe que aquel sábado de abril
estaría ahí y que no falte a su promesa de llevarme, saliendo del aeropuerto, a
tomar un buen desayuno,ademas que me guarde una pieza para bailar ambos esa noche.
Ella se alegró. “Te aseguro
que será una noche especial, no podía casarme sabiendo que no estarías entre todas
los invitados, pues perteneces al grupo de personas a quienes quiero y sé que
me quieren”-me dijo-
Entonces, le recalque que estaría ahí. Es mi última
palabra.
-Ahora mismo comprare los
pasajes y reservare el hotel-me comento-
-Me gustaría hacer esos
gastos a medias, amiga. Mira que lo puedo tomar como unas vacaciones, y luego del
matrimonio me quedaría unos días haciendo turismo en el país-le dije-
-No que no podías venir por
falta de tiempo. Como así ahora se te da por hacer turismo y quedarte unos días
más? No has cambiado nada,te conozco y solo te puedo decir algo, como siempre
te lo dije: yo soy más lista que tú y cuando tu estas de ida, yo ya estoy de
venida. No te preocupes, te entiendo y en parte creo que a mí me hubiera pasado
lo mismo si me contabas que te casabas. Nuestra amistad durada muchos años,
todos lo que Dios nos dé de vida. Ya déjate de tonterías, yo pago tu ticket de
avión y la reserva para el hotel. Si deseas gastar plata por tu cuenta, paga la
de tu acompañante- Me dijo, mientras se reía- En ese momento, yo sentí que la quería
más que antes.
Ella me conocía bien y de seguro
ya sabía todo lo que rondaba por mi mente, inclusive de esas ganas de verla en
traje blanco de matrimonio con esa abertura al costado que me permitiría ver sus
lindas piernas. Después de todo, uno nunca se hace amigo de alguien sin mostrarse
tal como es, y en el transcurso del tiempo, esos dos años en que nos
frecuentábamos, nunca pude ocultarle nada de lo que sentía por ella. Yo sabia que me quería,quizá no de la forma que me hubiera gustado que lo haga,pero ese amor hizo que me llame desde
larga distancia, escuche mis pretextos
tontos y me ofrezca un viaje con todo
pagado para ir al país de su futuro esposo, a quien conozco por fotos , y a
quien el día del matrimonio abrazare y en el oído le diré que la cuide como muchos
la hemos querido cuidar y no hemos tenido la fortuna de hacerlo.
Luego de despedirme de ella y de colgar el teléfono,
fui a mi dormitorio y saque mi pasaporte;para esa fecha ya estará vencido, así que voy a
tener que renovarlo. En seguida vi en mi PC lo pocos compromisos para ese mes, solo hay uno que coincide con la fecha del matrimonio; lo cancele desde ya. Por
último, llame a varias florerías y joyerías de la ciudad de Santiago para
empezar a cotizar mis obsequios. Hay un detalle que no puedo dejar de pasar de
todo esto que realice pos llamada de ella. Cuando buscaba mi pasaporte en el cajón
del comodín, encontré una foto de ella; cuando prendí la PC, encontré los
poemas que alguna vez le escribí; y cuando hice la cotización de las flores, me
recordé que a la primera chica que le envié flores fue a ella, a mi flaca,
como solía llamarla y la llamare el día del matrimonio.
pAnChItO.
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