sábado, 18 de noviembre de 2017

FOTO DE RECUERDO

Y en mi PC aparecen muchas fotos que escanee en alguna oportunidad, hace mucho tiempo, y en una de ellas veo aquella foto, de hace ya 30 años, en que estoy junto a mis primos y hermana. Somos 6 personas, o niños:3 hombres y 3 mujeres. Que épocas esas en que, para lo cumpleaños, cuando se hacían fiestas en la casa, venían mis tíos con sus hijos contemporáneos a mi hermana y a mí! y todos juntos armábamos un laberinto   dedicándonos a jugar y a divertirnos. En la foto-que seguro las tomo uno de mis tíos que paraban con cámara en mano, o mejor dicho colgada en el hombro- veo a mi hermana Nataly, mis primas Paula y Jurka, y a mis primos Dante y Beto. Mis dos primas son hermanas, y mis dos primos también. Y que coincidencia, cada una ellas son de la misma edad de mis primos; y mis tíos-padres de ellos- en broma siempre decían que de grandes se casarían cada uno con su contemporáneo. Ya que eran mis primos, unos por parte de madre y otros por parte de padre. Recordar tan buenos momentos de los 6 juntos. Ellos 4 todo un torbellino, y mi hermana y yo siguiéndolos en cada travesura, con consecuencias fatales para el orden y limpieza de la casa al siguiente día. Lo pase también en compañía de ellos, que hoy pienso en cada uno de los de la foto, y sé que a todos les va bien en todo aspecto de la vida, y eso me alegra. Paula vive en Montreal, está casada y tiene 3 niñas. Y ahora buscándola en Face’ la veo contenta junto a su esposo y sus hijas en un parque de su ciudad, en una foto que acaba de postear hace 3 horas. Yurka,su hermana, igualmente vive en Montrela, pero ahora se encuentra de vacaciones en la tierra de su esposo, México, junto a sus dos niñas y su niño. Se le ve muy contentos a los 5 afuera de la Basílica de Guadalupe. Dante y Beto, quienes son hermanos, viven en Chicago, aunque Dante por trabajo-veo en el face’-se encuentra este fin de semana en New York, y sus hijos y esposa se quedaron en su ciudad esperándolo de seguro con un gran recibimiento porque él es un gran padre, y eso me consta porque vino hace un par de años a Lima y me presento a su linda familia. Beto, quien es más contemporáneo conmigo, y fue mi compinche en más de una travesura, pasea de lo más contento por todas las calles de Illinois junto a su novia, una guapa chica de ascendencia austriaca. Y mi hermana que me acaba de escribir, hace unos instantes, me cuenta que está muy bien, en Madrid, junto a sus Esposo ¡Me alegro por ellos! Siento que, más allá de haber emigrado a otro país, han logrado una vida plena en todo sentido. Gozan de un buen empleo, de salud, pero sobre todo de una familia, o por lo menos, algunos de los que no, ya están camino a eso. Y yo aquí, en mi ciudad, aun con ese pendiente. No es que viva en competencia con ellos, ni tampoco que ellos me hagan preguntas maliciosas de cuando yo les doy la noticia, es que siento cierta tristeza y un vacío por no tener a nadie a mi costado que me provoque sentir esa alegría que veo en ellos, la cual no sé hasta cuando demorare en experimentarla. Creo que por haber siempre acariciado la soledad, y por otras circunstancias, no supe aprovechar las oportunidades que se me presentaron la vida para compartir esta con alguien. Ahora aquí en esta habitación me albergan tantos buenos y malos recuerdos de lo que ha sido toda mi vida después de esa foto, de hace ya casi 30 años. Trajiné por la vida al igual que todos ellos, y de hecho que conocí a muchas personas en mis años de secundaria y estudiante universitario, y lo sigo haciendo ahora en el trabajo, pero no pude abrazar toda posibilidad que se me presento en la vida de tener una pareja; esa persona que uno reconoce en los ojos- y que yo si la pude reconocer- que estará a tu lado para toda la vida. Yo sigo pensando en tantas cosas, y sigo con una timidez que solo me regresa a la misma posición: solo en este mundo. Mientras todos ellos, los de la foto, hacen sus vidas, yo, en la ciudad donde radico por trabajo, sigo nervioso e indeciso si regalarle aquel chocolate que he comprado para la bella y noble chica que me sirve los alimentos, quien es hija del dueño del restaurante donde como a diario. No se cómo demostrarle mi interés por ella, ni tampoco sé si haciéndolo, ella me lanzara una sonrisa que me dé una esperanza. No me considero el único hombre que vive esto, ni tampoco lo considero un motivo para estar desanimado, ni menos deprimido, pero algo en mi me dice que debo de apurarme y que esta podría ser la última oportunidad para lograr lo que desde hace poco deseo: tener a una buena mujer a mi lado y planear en construir un hogar con los hijos que Dios no quiera obsequiar. No sé si esta noche pueda dormir, son tantas cosas en mi mente; pero lo que tengo claro es que ver a mis primos y a mi hermana en una etapa de la vida, la cual todos queremos y   debemos de vivir, me llena de alegría y despierta en mis esas ganas de querer vivirlo ya. Nunca pensé que hay decisiones u obsesiones que te pueden costar muy caro. En el penúltimo año de la Universidad, casi siempre yendo a la misma hora al paradero de buses para subir a uno para irme a estudiar, conocí a una bella chica, de quien me enamoré perdidamente. Esa tarde vencí todos mis miedos y le hablé. Si bien ella en primer instante se mostró reacia a contestarme, poco a poco lo hizo, pues sospecho ya me conocía de vista también, pues hemos vivido en el mismo vecindario toda la vida. Y desde ese primer instante que conversamos, ella fue sincera conmigo y me conto que tenía su enamorado. Yo tontamente pensé que podría dejarlo a él y yo así poder estar con ella. Las cosas no fueron así, y yo viví obsesionado con ella. Fue hace 6 años, cuando me tocó vivir fuera de Lima por trabajo, que conocí a una simpática y gran muchacha, quien me llamaba mucho la atención, y lo mejor de todo: ella mostraba interés en mí. Pero yo, porque casi siempre que iba a Lima, mantenía comunicación con mi vecina, y un par de veces habíamos salido a pasear como amigos, aún conservaba esperanzas de estar con ella, y por eso a la chica, quien, si tenía interés y nunca lo oculto, jamás la pude ver como la chica de mi vida, y por eso dejé morir esa posibilidad. Ahora se me pesa todo eso que hice o que dejé de hacer. Ella me quería tanto como yo ahora estoy dándome cuenta también la quería. Volví a esa ciudad y en una tarde la encontré, quise que las cosas sean como antes, pero ella me contó que ya no vivía en la ciudad, que venía de vez en cuando a visitar a sus padres y que acababa de casarse, y por eso se había marchado a la ciudad donde trabajaba su esposo. Ya no me guardaba rencor por tantos desplantes que le hice sin querer; pero en su mirada notaba que me quería decir: “no podía esperarte toda la vida, ¡lo siento! Ahora, cada vez que voy a Lima, he dejado de frecuentar a mi vecina, más que sé que viaja por todo el mundo junto a su ya novio, y de seguro en cualquier momento me enterare que se casara. Además, esta tan ocupada y enamorada que hasta se olvidó de mandarme un saludo por mi cumpleaños. Hoy, después de ver las fotos de mis familiares más contemporáneos, y tan felices felices, he decidido que debo de olvidar a mi vecina y a otras chicas que solo viven como una posibilidad en mi mente, más-siendo sincero- no lo son en la realidad. Me cuesta aceptarlo, pero me estoy dando cuenta que la vida lo que una vez te dio, ya no te lo vuelve a dar. Creo en el destino, pero no creo que pueda soplar a favor de mí una vez más. Solo sé que es difícil o imposible que aquella chica u otras por quien tengo interés, dejen a sus parejas para mírame a mí como a el hombre de sus vidas. ¡Que buenos recuerdos de niño cuando jugaba en todas las fiestas familiares con mis primos y hermanas! Esa era nuestra alegría para ese momento. Hoy en día ellos ya encontraron la verdadera alegría. En cambio, yo ya no encuentro luz, pues esta soledad cada día mas me acorrala. Solo me queda tener paciencia y saber identificar a la persona que llegara para estar a mi lado, y así dejar de pensar en un imposible amor para no dejar escapar a quien me quiere con todo el corazón. Y sin caer en la ridiculez de publicar toda mi vida en redes sociales, podre mostrarle a mis primos y hermana que también empiezo a vivir la vida; y seguro que ellos sentirán la misma alegría que siento al verlos tan contentos con sus familias.




pAnChItO

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