Y en mi PC aparecen muchas fotos que escanee en alguna oportunidad,
hace mucho tiempo, y en una de ellas veo aquella foto, de hace ya 30 años, en
que estoy junto a mis primos y hermana. Somos 6 personas, o niños:3 hombres y 3
mujeres. Que épocas esas en que, para lo cumpleaños, cuando se hacían fiestas
en la casa, venían mis tíos con sus hijos contemporáneos a mi hermana y a mí! y
todos juntos armábamos un laberinto
dedicándonos a jugar y a divertirnos. En la foto-que seguro las tomo uno
de mis tíos que paraban con cámara en mano, o mejor dicho colgada en el hombro-
veo a mi hermana Nataly, mis primas Paula y Jurka, y a mis primos Dante y Beto.
Mis dos primas son hermanas, y mis dos primos también. Y que coincidencia, cada
una ellas son de la misma edad de mis primos; y mis tíos-padres de ellos- en
broma siempre decían que de grandes se casarían cada uno con su contemporáneo. Ya
que eran mis primos, unos por parte de madre y otros por parte de padre.
Recordar tan buenos momentos de los 6 juntos. Ellos 4 todo un torbellino, y mi
hermana y yo siguiéndolos en cada travesura, con consecuencias fatales para el
orden y limpieza de la casa al siguiente día. Lo pase también en compañía de
ellos, que hoy pienso en cada uno de los de la foto, y sé que a todos les va
bien en todo aspecto de la vida, y eso me alegra. Paula vive en Montreal, está
casada y tiene 3 niñas. Y ahora buscándola en Face’ la veo contenta junto a su
esposo y sus hijas en un parque de su ciudad, en una foto que acaba de postear
hace 3 horas. Yurka,su hermana, igualmente vive en Montrela, pero ahora se
encuentra de vacaciones en la tierra de su esposo, México, junto a sus dos
niñas y su niño. Se le ve muy contentos a los 5 afuera de la Basílica de
Guadalupe. Dante y Beto, quienes son hermanos, viven en Chicago, aunque Dante
por trabajo-veo en el face’-se encuentra este fin de semana en New York, y sus
hijos y esposa se quedaron en su ciudad esperándolo de seguro con un gran recibimiento
porque él es un gran padre, y eso me consta porque vino hace un par de años a
Lima y me presento a su linda familia. Beto, quien es más contemporáneo
conmigo, y fue mi compinche en más de una travesura, pasea de lo más contento
por todas las calles de Illinois junto a su novia, una guapa chica de
ascendencia austriaca. Y mi hermana que me acaba de escribir, hace unos
instantes, me cuenta que está muy bien, en Madrid, junto a sus Esposo ¡Me
alegro por ellos! Siento que, más allá de haber emigrado a otro país, han
logrado una vida plena en todo sentido. Gozan de un buen empleo, de salud, pero
sobre todo de una familia, o por lo menos, algunos de los que no, ya están
camino a eso. Y yo aquí, en mi ciudad, aun con ese pendiente. No es que viva en
competencia con ellos, ni tampoco que ellos me hagan preguntas maliciosas de
cuando yo les doy la noticia, es que siento cierta tristeza y un vacío por no
tener a nadie a mi costado que me provoque sentir esa alegría que veo en ellos,
la cual no sé hasta cuando demorare en experimentarla. Creo que por haber
siempre acariciado la soledad, y por otras circunstancias, no supe aprovechar
las oportunidades que se me presentaron la vida para compartir esta con alguien.
Ahora aquí en esta habitación me albergan tantos buenos y malos recuerdos de lo
que ha sido toda mi vida después de esa foto, de hace ya casi 30 años. Trajiné
por la vida al igual que todos ellos, y de hecho que conocí a muchas personas
en mis años de secundaria y estudiante universitario, y lo sigo haciendo ahora
en el trabajo, pero no pude abrazar toda posibilidad que se me presento en la
vida de tener una pareja; esa persona que uno reconoce en los ojos- y que yo si
la pude reconocer- que estará a tu lado para toda la vida. Yo sigo pensando en
tantas cosas, y sigo con una timidez que solo me regresa a la misma posición:
solo en este mundo. Mientras todos ellos, los de la foto, hacen sus vidas, yo,
en la ciudad donde radico por trabajo, sigo nervioso e indeciso si regalarle
aquel chocolate que he comprado para la bella y noble chica que me sirve los alimentos,
quien es hija del dueño del restaurante donde como a diario. No se cómo demostrarle
mi interés por ella, ni tampoco sé si haciéndolo, ella me lanzara una sonrisa
que me dé una esperanza. No me considero el único hombre que vive esto, ni
tampoco lo considero un motivo para estar desanimado, ni menos deprimido, pero
algo en mi me dice que debo de apurarme y que esta podría ser la última
oportunidad para lograr lo que desde hace poco deseo: tener a una buena mujer a
mi lado y planear en construir un hogar con los hijos que Dios no quiera obsequiar.
No sé si esta noche pueda dormir, son tantas cosas en mi mente; pero lo que
tengo claro es que ver a mis primos y a mi hermana en una etapa de la vida, la
cual todos queremos y debemos de vivir, me llena de alegría y
despierta en mis esas ganas de querer vivirlo ya. Nunca pensé que hay decisiones
u obsesiones que te pueden costar muy caro. En el penúltimo año de la Universidad,
casi siempre yendo a la misma hora al paradero de buses para subir a uno para irme
a estudiar, conocí a una bella chica, de quien me enamoré perdidamente. Esa
tarde vencí todos mis miedos y le hablé. Si bien ella en primer instante se mostró
reacia a contestarme, poco a poco lo hizo, pues sospecho ya me conocía de vista
también, pues hemos vivido en el mismo vecindario toda la vida. Y desde ese
primer instante que conversamos, ella fue sincera conmigo y me conto que tenía
su enamorado. Yo tontamente pensé que podría dejarlo a él y yo así poder estar
con ella. Las cosas no fueron así, y yo viví obsesionado con ella. Fue hace 6 años,
cuando me tocó vivir fuera de Lima por trabajo, que conocí a una simpática y
gran muchacha, quien me llamaba mucho la atención, y lo mejor de todo: ella
mostraba interés en mí. Pero yo, porque casi siempre que iba a Lima, mantenía
comunicación con mi vecina, y un par de veces habíamos salido a pasear como
amigos, aún conservaba esperanzas de estar con ella, y por eso a la chica, quien,
si tenía interés y nunca lo oculto, jamás la pude ver como la chica de mi vida,
y por eso dejé morir esa posibilidad. Ahora se me pesa todo eso que hice o que dejé
de hacer. Ella me quería tanto como yo ahora estoy dándome cuenta también la quería.
Volví a esa ciudad y en una tarde la encontré, quise que las cosas sean como
antes, pero ella me contó que ya no vivía en la ciudad, que venía de vez en
cuando a visitar a sus padres y que acababa de casarse, y por eso se había marchado
a la ciudad donde trabajaba su esposo. Ya no me guardaba rencor por tantos desplantes
que le hice sin querer; pero en su mirada notaba que me quería decir: “no podía
esperarte toda la vida, ¡lo siento! Ahora, cada vez que voy a Lima, he dejado
de frecuentar a mi vecina, más que sé que viaja por todo el mundo junto a su ya
novio, y de seguro en cualquier momento me enterare que se casara. Además, esta
tan ocupada y enamorada que hasta se olvidó de mandarme un saludo por mi cumpleaños.
Hoy, después de ver las fotos de mis familiares más contemporáneos, y tan
felices felices, he decidido que debo de olvidar a mi vecina y a otras chicas
que solo viven como una posibilidad en mi mente, más-siendo sincero- no lo son
en la realidad. Me cuesta aceptarlo, pero me estoy dando cuenta que la vida lo
que una vez te dio, ya no te lo vuelve a dar. Creo en el destino, pero no creo
que pueda soplar a favor de mí una vez más. Solo sé que es difícil o imposible
que aquella chica u otras por quien tengo interés, dejen a sus parejas para
mírame a mí como a el hombre de sus vidas. ¡Que buenos recuerdos de niño cuando
jugaba en todas las fiestas familiares con mis primos y hermanas! Esa era
nuestra alegría para ese momento. Hoy en día ellos ya encontraron la verdadera
alegría. En cambio, yo ya no encuentro luz, pues esta soledad cada día mas me
acorrala. Solo me queda tener paciencia y saber identificar a la persona que
llegara para estar a mi lado, y así dejar de pensar en un imposible amor para
no dejar escapar a quien me quiere con todo el corazón. Y sin caer en la
ridiculez de publicar toda mi vida en redes sociales, podre mostrarle a mis
primos y hermana que también empiezo a vivir la vida; y seguro que ellos sentirán
la misma alegría que siento al verlos tan contentos con sus familias.
pAnChItO
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